Se sentaron a charlar y estuvieron así un buen rato. El ambiente de camaradería era patente, y se veía que además de formar un buen equipo de trabajo mantenían una relación de amistad. Cuando empezó a anochecer encendieron la chimenea; Minerva nunca había estado ante un fuego de verdad y se sorprendió de lo agradable que resultaba. Abandonó el sofá y se sentó en el suelo delante del fuego, contemplando las llamas y notando en la cara el calor de las mismas. Stefano, sentado en un sillón, la contemplaba de perfil absorta en las llamas y en sus pensamientos. Hubiera dado cualquier cosa por saber los mismos. Marcelo y su mujer aparecieron con los restos del almuerzo y lo comieron de manera informal sentados alrededor de la chimenea y luego Sandro propuso: —¿Vas a sacar el juego? —Bueno