3. A veces siento que lo odio.

3613 Words
Veinte años. — ¿Qué? — Pregunto de nuevo, mirando al gerente del restaurante con total incredulidad. — Está despedida — dice lentamente, mirándome con una expresión un tanto aburrida. — ¿Por qué? — ¿Por qué está despedida? — Aclara mi pregunta. Asiento, tomando mis manos juntas para evitar hacer algo de lo que después me pueda arrepentir —. Fácil, porque puedo hacerlo. Ah, es eso. — ¿Porque puede? — Pregunto, mirándolo fijamente. — Sí, porque puedo. Respuesta equivocada, viejo. En menos de un parpadeo, estiro mi brazo y lanzo al piso la pila de platos acumulados que había sobre la encimera. El sonido es tan estruendoso que es lo único que se escucha en el lugar, después es seguido por un profundo y sepulcral silencio. Todos nos miran fijamente, pero no me dejo intimidar por ello. — Yo también hice eso porque puedo hacerlo — me dirijo a la otra pila de platos aún más grande que la anterior —. ¿Por qué me está despidiendo? — Faith... Vaya, ¿ahora sí recuerda mi nombre después de casi dos años que llevo trabajando aquí? — Sí, así me llamo yo — sonrío falsamente —. ¿Por qué me está despidiendo? — Lanzo los tres primeros platos y no tan accidentalmente, caen casi a los pies de él —. ¿Y bien? ¿No va a responder? — ¡Un chico! — Grita cuando estoy a punto de lanzar todos los malditos platos al piso —. ¡Un chico me pagó mucho dinero para despedirla! Tomo una profunda bocanada de aire, intentando calmarme, pero no puedo, maldita sea, no puedo. — Nombre. — Thiago, Thiago Pauls — el gerente dice temblorosamente —. El chico que antes pasaba tiempo con usted. Hijo de puta. Lanzo el resto de los platos al piso y salgo hecha una bala de allí. ¡¿Qué demonios?! Llevo mi mano a mi frente y la toco suavemente con mis dedos, de nuevo con todo de mí intentando calmarme. Otra vez, no puedo. Me paro frente a mi moto y doy vueltas alrededor de ella, siendo consciente de que con la rabia que siento ahora, lo mejor es que no conduzca. Entonces recuerdo cómo anoche también me despidieron del pub en donde era barman y simplemente lo pierdo. Monto en mi moto y arranco a toda marcha por primera vez desde que Zeke me la regaló, el fuego inyectado en mis venas, un fuego tan enojado y furioso que me tiene constantemente soltando varios gruñidos de rabia. Tan pronto llego a la empresa, doy largas y bruscas zancadas dentro del lugar. — Thiago — digo cuando llego frente a su secretaria. La mujer mayor me mira asustada, sus ojos moviéndose del teléfono a mí. — Él... — ¿Está? — Señalo la puerta de su oficina. — Él... no, sí... él... — al diablo —. ¡Señorita Faith! — Grita detrás de mí cuando paso de largo y me dirijo a la oficina del hijo de puta. No es una sorpresa para mí que, cuando entro, Thiago está arreglando silenciosamente su corbata mientras una chica pelinegra y de grandes senos baja la falda de su pequeño vestido. — ¿Qué has hecho? — Pregunto, caminando hacia él —. ¿Qué demonios estás haciendo, Thiago? Él me mira fijamente por tres segundos, luego mira a la pelinegra cuando dice —: Ve a que te cambien, ahora voy para allá. Ella asiente como un corderito obediente y se marcha, dejándonos con su secretaría que pronto también es despedida por un movimiento de cabeza de Thiago. Avanzo dos pasos más, parándome frente a su escritorio. Cuando estoy a punto de dejar duramente mis manos sobre la pulcra madera negra, me arrepiento cuando veo el desorden que hay allí. Oculto mi mueca girando mi rostro hacia un lado y en cambio cruzo mis brazos bajo mis pechos. — ¿Ya te despidieron? Repito: hijo de puta. Alzo mis cejas y llevo mis labios dentro de mi boca por un segundo, intentando pensar este sujeto de dónde demonios fue sacado. Él no puede ser real. Su cinismo y arrogancia son de otro planeta, ni siquiera creo que yo pueda alcanzar esos niveles. — Devuélveme mis empleos — digo con voz rígida, pero sin dejar ver lo jodida que sus acciones me tienen en este momento. — Trabaja para mí. — Te dije que no. — Te dije que no te daría otra opción. Ahora sí lo miro y una risa totalmente amarga escapa de mi boca —. Y el señor siempre cumple sus amenazas, ¿cierto? — Aquí ganarás muchísimo más dinero, estarás cerca de mi hermana y harás lo que te gusta, así que no entiendo cuál es tu problema, Faith. Mi nombre en sus labios en este instante se siente como veneno; es un insulto para mí que tan siquiera se atreva a nombrarme. — Tienes una gran y cruel fascinación por esto, Thiago. En no querer a la gente, pero al mismo tiempo en tampoco dejarla ir. Su mandíbula se aprieta con fuerza y sus oscuros ojos negros me miran fijamente, sosteniendo mi verde mirada. A veces siento que lo odio. A veces no entiendo por qué tuve que enamorarme de él si no me agrada la mayoría del tiempo. A veces no comprendo lo cruel de sus acciones y cómo no ve el daño que me hace. Soy fuerte, lo sé, pero eso no me hace inquebrantable y, aunque no lo demuestre, Thiago me daña. Bien, hagámoslo. — ¿Dónde me quieres? Él se sorprende por mi pregunta, pero rápidamente se recompone, terminando de enderezar su corbata. — Sabes en dónde está el set de fotografía, estábamos a punto de empezar una sesión nueva. — No traje mis cámaras. — Puedes trabajar con las cámaras del fotógrafo que había contratado para hoy, hablaré con él. — Bien, ¿algo más para el jefe? — Faith... — ¿Es todo? — Interrumpo antes de que pueda decirme algo. Él asiente, comprendiendo que, si dice algo más, explotaré. Miro el cuello de su camiseta blanca y lo señalo —. Podrías cambiarte de camisa, el rojo puta está marcado allí — me giro y me marcho, sin darle la oportunidad de hablar. Camino a grandes zancadas y entro en el primer baño que encuentro. Cierro la puerta detrás de mí y me inclino un poco, dejando mis manos sobre mis rodillas mientras tomo respiraciones profundas. No puedo creer que esté a punto de hacer esto. No puedo creer que él me vaya a hacer tomarle fotografías a todas las mujeres con las que se acuesta a diario. No puedo creer que me esté haciendo trabajar para ellas. Si piensa que las cosas serán así de simples, entonces él aún no me conoce. Camino hacia el lavabo y acuno agua en mis manos, entonces mojo mi rostro para tratar de enfriarme un poco. Me miro frente al espejo, la imagen de chica fuerte y fría que me devuelve la mirada no refleja en nada lo que siento por dentro. Mi teléfono vibra en mi pantalón verde militar, sacándome de mi ensimismamiento. Es Gia. Contesto de inmediato —. Tu hermano es un hijo de puta. — Sí, ya me contó lo que hizo, Faith. — ¿Estás en la empresa? — No, en casa, me acabo de despertar. Alzo mis cejas en sorpresa, pero no digo nada. Es más de medio día, Gia nunca se despertaba a esta hora. Es más, era la persona más madrugadora que conocía. Pero desde que nos hemos vuelto a acercar comprendí que mi mejor amiga es otra, otra totalmente diferente a quien era. Su vida es dormir y trabajar, también estar en las r************* . Me pregunto si de verdad ya no hay forma de traerla de vuelta. La extraño, aunque nunca se lo admita, lo hago. Zeke y ella son ahora lo único que tengo, pero entonces ella ahora es un poco más que una desconocida. — ¿Te enojarías conmigo si mato a tu hermano? — Adelante — ella se ríe un poco —. Te apoyo. Muerdo una sonrisa al escucharla reír. — Hablamos más tarde, iré a empezar mi nuevo empleo. — Trata de no dejarlo llegar a ti. — Demasiado tarde, Gia — cuelgo. Salgo de allí y me dirijo directamente al set de fotografía. Me quedo de pie, observando todo mientras Thiago habla con el fotógrafo y me señala, supongo que indicándole que ahora quien tomará las fotografías seré yo. No me sorprendo cuando veo que la modelo que fotografiaré es la pelinegra de hace un rato. Está terminando de ser maquillada y el vestido que lleva puesto, para mi pesar, es bonito, realmente bonito. Sigo de pie a un lado mientras Thiago habla con todos los presentes, desde los maquilladores hasta los ayudantes de las grandes pantallas reflectoras. En otras circunstancias, hacer esto sería un sueño. Pero no así. No cuando él lleva casi un año sin hablarme y ahora que lo ha hecho, lo hizo para esto y con sus amenazas estúpidas. Y no, no te equivoques. He tenido a Thiago cerca todo este tiempo, porque desafortunadamente él sigue siendo el hermano de mi mejor amiga. ¿Pero nosotros? No creo que ni siquiera desconocidos se ignoren como él me estuvo ignorando a mí. Él no se alejó de mí, él simplemente olvidó que existía. Claro, hasta hace una semana atrás cuando me llamó para ofrecerme esta fantástica idea. — Todo listo — dice, acercándose a mí. No digo nada, sólo me muevo hacía las cámaras y empiezo a hacer mi trabajo. La chica hace lo que le pido y la cámara la adora, capturando sus mejores poses. Por un momento olvido en dónde estoy, bajo ordenes de quién estoy y cómo terminé aquí. Pero sólo por un momento, porque cuando una de las ayudantes regresa con el refresco de mora que le he pedido, la temporal amnesia a la que me sometí es dejada a un lado. — ¿Roxana? — Le pregunto a la pelinegra, acercándome a ella. — ¿Sí? — Ella me mira. — Mira — me muevo a una de las esquinas —. Párate aquí y... sí, exacto — murmuro cuando ella hace lo que le pido —. Ahora inclínate un poco y mira la cámara para que tus ojos se vean... — no tengo puta idea de lo que le digo, pero sí tengo idea de lo que haré. Mi jugo se vuelca sobre su vestido, causando un jadeo por parte de todos. ¿Y qué si el vestido era el único modelo que había? ¿El más importante de la próxima colección? Yo no pedí estar aquí, así que, ¿por qué demonios eso me tuvo que importar a mí? Todo se queda en un silencio tan ensordecedor que me causa escalofríos, pero al mismo tiempo me hace feliz por la expresión de horror y furia en el rostro de Thiago. Dejo la cámara a un lado y, cuando paso por el lado de él, le digo —: Este es el único trabajo que recibirás por mi parte. Justo cuando voy por uno de los estrechos pasillos que llevan a una de las salidas de ese estúpido estudio de fotografía, una fuerte mano sostiene mi antebrazo, girándome. — ¡Suéltame! — Me zafo de su agarre con más brusquedad de la necesaria cuando soy consciente de la cerca que hemos quedado. — ¡¿Sabes cuánto dinero me costará lo que acabas de hacer?! — Thiago grita casi que ensordeciéndome de lo fuerte que es su voz. — Tu dinero me vale, Thiago — y porque realmente ha hecho suficiente esta vez, lo último que digo es —: Sólo déjame en paz y vuelve a tu mundo en donde olvidas que yo existo, justo eso es lo que más quiero en este momento. Su boca se abre, pero nada sale de ella. Sus ojos dejan de lucir furiosos y esta vez algo parecido al miedo y remordimiento brilla en ellos, pero puede meterse esos sentimientos por el culo. No quiero nada de él. Ni sentimientos, ni trabajo, ni sus malditas disculpas. Me giro para irme, pero un jadeo termina saliendo de mi boca cuando soy acorralada bruscamente contra la pared. Siento todo su frente contra mi espalda y mientras mis manos son apresadas juntas sobre mi cabeza, siento su respiración acariciando la piel de mi cuello. — ¿Qué demonios estás haciendo? — Gruño —. ¿Perdiste la cabeza? — Lárguense — le gruñe a un grupo de personas que pasan por ahí, más que verlos, escucho sus murmullos y pasos —. Que todos se larguen de aquí. Por supuesto, todos lo hacen. — Suéltame, Thiago. Él me ignora. — Estabas recibiendo una miseria de salario siendo mesera en ese restaurante y el trabajo de barman es peligroso, dos tipos intentaron propasarse contigo la semana pasada — su voz es helada mientras ejerce más presión en mis muñecas —. ¿Cuál es tu maldito problema? Solamente quiero ayudarte. — Y solamente quiero que me dejes en paz, pero no todos obtenemos lo que queremos, ¿cierto, Thiago Pauls? — ¿Por qué eres tan difícil? — Apoya su frente en mi hombro y habla con algo parecido a la súplica —. Estarás cerca de mi hermana, ¿no quieres eso? — Sólo déjalo, Thiago, no voy a trabajar para ti. ¿Y por qué demonios le hablas a mi espalda? No me responde, sólo me aprieta más a su cuerpo y me respira durante varios segundos. Cierro los ojos, mandando al diablo la humedad que se agrupa en ellos. No voy a llorar, no por él. Para mí, cada lágrima que cae es un pedazo roto de tu alma y esos pedazos sólo son de mi hermano. Sólo lloré por él, sólo él merece mi alma, nadie más. Furia se inyecta en mis venas por todo lo que él me está provocando. Levanto mi pie y lo piso con fuerza, luego giro mi rostro y muerdo dolorosamente su brazo. — ¡Maldita sea, Faith! — Gruñe, soltándome mientras sostiene su brazo —. ¡¿Qué está mal contigo?! — ¡Devuélveme mis empleos! — ¡No te voy a devolver una mierda! — Sus ojos se llenan de más rabia cuando ve que le he sacado sangre —. ¡Estás loca! Paso hecha una bala por su lado y entro de nuevo en el estudio de fotografía. Entonces empiezo a destruir todo a mi paso. — ¡Basta! — Brazos intentan detenerme, pero la adrenalina que siento es tanta que saco fuerza de donde no tengo y me zafo de su agarre —. ¡Basta, Faith! Sólo me río y continúo acabando con todo: ropa, reflectores, maquillaje, iluminación, equipos, cámaras... todo. — ¡Suéltame! — Mi puño impacta en su rostro cuando su mano atrapa mi muñeca. Él se impulsa hacia atrás, jadeando con dolor. La furia casi maniaca que siempre consigo poner en él hace acto de presencia, volviendo sus ojos casi locos y su rostro totalmente rígido con enojo. Sonrío cínicamente ante él y cuando voy a lanzar otra de las cámaras contra la pared, soy lanzada al piso. Un quejido escapa de mi boca cuando mi espalda cae bruscamente contra el piso, pero mi cabeza amortigua el golpe con la mano de Thiago, que me sostiene de una forma increíblemente suave. Me quedo quieta debido a la sorpresa por uno, dos, tres segundos. Entonces empiezo a patalear. Thiago rápidamente se acomoda sobre mis caderas y fija mis manos juntas contra el piso. Su agarre es firme, pero no doloroso, sin embargo, el enojo en su rostro me dice que esto no será bonito. — ¡Suéltame, te he dicho! — Pagarás todo esto — su voz es plana mientras mira alrededor —. Y lo harás con empleo. Me río fuerte y alto. — Ni en tus sueños más locos, idiota. Sonríe, una sonrisa casi secreta en sus labios —. No sabes lo que haces en mis sueños más locos, Faith — sus manos apretujan más mis muñecas —. Pagarás por todo esto o juro por Dios que te demandaré. — ¡Hazlo! — Lo reto, enseñando rabiosamente mis dientes —. ¡Hazlo, Thiago, pero yo no voy a trabajar para ti y todas tus malditas putas! Me mira con incredulidad. — ¿Es eso? — Se ríe huecamente —. ¿Todo esto son por tus putos celos infantiles? Claro, todo lo que yo hago es infantil, ¿pero lo que él hace no lo es? — Nunca tomas mis sentimientos enserio — se me escapa con una sonrisa amarga. — ¿Ah no? — Gruñe lleno de rabia —. ¿Nunca lo hago, Faith? ¿Nunca me preocupo por ti? Recuerdos de cómo él estuvo para mí cuando más lo necesitaba llegan a mi cabeza. Y de nuevo un revoltijo de sentimientos se crean en mi interior. Lo amo, pero juro por Dios que también lo odio, ¿cómo demonios es eso posible? — No es eso lo que quise decir y lo sabes — digo, girando mi rostro hacia un lado para no mirarlo. No quiero sentir ni amor, ni odio. Si pudiera no sentiría nada por él, pero no puedo. Porque sí, él se preocupa por mí, pero mis sentimientos nunca se los toma enserio. Piensa que son un juego cuando en realidad es lo más real que ahora tengo en mi vida. — Ellas no significan nada para mí — dice casi suavemente —. ¿Estás celosa de folladas casuales, Faith? ¿De verdad? — Sólo suéltame, Thiago — lo miro —. Suéltame y continuemos como estábamos antes. — No quiero. — ¿Qué? — No quiero — niega con su cabeza —. Me arrepentí, no me quiero alejar de ti. Nos quiero de vuelta. Alzo mis cejas mientras una risa escapa de mi boca. Nos quiero de vuelta, ¿eso es lo que él ha dicho? Vaya. — Quieres que sea tu amiga — digo, porque no soy tan tonta de imaginar más de lo que hay en sus palabras. Lo quiero, pero tengo claro qué soy para él. — Sí, te quiero de vuelta. Tan iluso. — Suéltame — gruño porque tan sólo darle una respuesta es estúpido —. Suéltame ahora, Thiago. — Te conseguiré empleo en una revista, te pagarán bien y harás lo que te gusta — dice, ignorándome totalmente —. Estaré contigo el tiempo que pueda, Faith. Me lo paso ocupado, pero cuando pueda saldremos. Podemos ir con Zeke y mi hermana si quieres, no me importa. — No. — Le conseguiré empleo nuevo a tu madre... — eso hace que lo mire —. Y le pagaré un centro de rehabilitación, aportaré económicamente en todo lo que ella necesite. También pagaré por su casa, sé que se la hipotecaron. — Thiago... — Empezaré a pagar tu carrera en la universidad — agrega —. No un curso como el que acabas de hacer, sino una carrera. Me odio por pensarlo. — Todo lo que había aquí — señala alrededor —. Todo lo que acabas de romper, lo tendrás en tu estudio de fotografía. Todo, Faith, desde cámara, iluminación, maquinaria. Todo. — ¿Quieres comprar mi amistad? — Me da igual si es comprada — se encoge de hombros —. Sólo quiero que dejemos de ignorarnos, me equivoqué con la decisión que tomé. — Vaya... — Pero eso no cambia las cosas, sabes mi posición aquí, contigo — añade, señalando entre los dos —. Sin embargo, quiero que vuelvas a ser mi Faith. — ¿De qué demonios me hablas? — Te ayudaré a que dejes de amarme, pero no puedes cambiar conmigo — jadeo cuando en un ágil movimiento él deja su mejilla contra mi boca —. Quiero mi beso, no lo he tenido desde hace mucho. — Thiago — murmuro contra su mejilla. Él lleva mis brazos a su alrededor. — Quiero seguir siendo el único al que abrazas, el único al que besas, el único con quien eres especial — se separa para mirarme —. A cambio, te daré todo lo que te dije y prometo que te ayudaré a que dejes de amarme. — ¿Estás loco? ¿Eres consciente de que dejaré de ser especial contigo cuando deje de amarte, Thiago? Desvía la mirada, pero asiente. — Es un precio que estoy dispuesto a pagar, pero mientras eso no suceda, serás la misma de antes conmigo. Todo esto es tan estúpido, sin sentido. Lo más ilógico es que yo quiera aceptar, porque demonios, soy humana, mis intereses ante todo, y yo quiero cada cosa que él me ofreció. Digo, él tiene el dinero para dármelo, yo no. Así que... — Te pediré cosas, muchas cosas — muerdo mi labio —. ¿Quieres comprar mi amistad? Te va a costar, Thiago. Te va a costar bastante dinero. Sonríe con todos sus dientes. — No me importa. — Está bien — asiento, estando de acuerdo. Puedo ser su amiga, aunque me odie por ello, prefiero ser su amiga a no ser nada suyo. Así de estúpida te vuelves cuando amas a alguien. Puedo soportarlo, soy fuerte, él no me va a romper. Además, voy a sacar todo el provecho que pueda de ello. Tal vez, sólo tal vez... yo también puedo ganar en este estúpido juego suyo. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD