4. ¡Porque no funciono sin ti!

2262 Words
Veintiún años. La fotografía que estoy mirando fue la última que tomé mientras él estaba dando las palabras de cierre del desfile que terminó hace unos minutos. ¿Por qué demonios se tuvo que malgastar tan buen físico en alguien tan desagradable como él? — ¿Estás lista? — Levanto mi mirada hacia Thiago cuando me habla. Luce cansado, sus ojos ojerosos y mirada terriblemente agotada, pero el idiota sigue siendo hermoso. ¿Por qué no pudo ser bizco o tal vez un poco narizón? — ¿Faith? — Pregunta tronando sus dedos frente a mi cara —. ¿En qué piensas? — Estoy pensando en qué demonios vi en ti cuando me enamoré — lo miro de pies a cabeza —. Aparte de lo obvio, por supuesto. Me levanta una divertida ceja. — ¿Lo obvio? — Mjumm — asiento mientras apago mi cámara para después dejarla colgar bajo mis pechos —. Estás bueno, pero tu arrogancia realmente puede arruinar todo. Resopla mientras deja su mano en mi espalda baja, conduciéndome hacia la salida. La salida trasera, por supuesto, porque la principal está llena de periodistas. — Vamos, entra — me abre la puerta trasera del coche y cuando él está al lado mío, le dice al conductor que nos lleve a mi estudio-casa. — Supongo que tu novia se fue con su novio número dos. ¿Él también es falso o él es el real? — ¿Aaron? — Me mira con confusión —. ¿Lo viste? Asiento con un murmullo mientras miro por la ventana —. Yo lo conduje hacia tu amada. Debo suponer que no estás feliz de que estén juntos, ¿cierto? — Agrego con malicia —. Digo, justo ahora te deben estar montando unos enormes cuernos. — Déjalo ya — puedo escuchar la irritación en su voz —. Sabes muy bien quién es Bess para mí. Bess, su novia falsa quien ahora está con su verdadero novio, un tal Aaron. Bess es una niña de dieciocho años que Thiago llevó a casa con la excusa de que su abuela no le buscara novias para su fiesta de cumpleaños. Bess también recién empezó su carrera de modelo y es la persona más genuina que he conocido. Probablemente una de las cosas que más me jodió fue que ella me agradó, en realidad le agradó a todos, incluso a la abuela de Thiago que debo aceptar no es una mujer fácil. A veces pienso que Zola —su abuela— cree que Thiago es gay, pero, por supuesto, si tan sólo ella aceptara qué hace su nieto a solas con la mayoría de sus modelos, no tendría esos pensamientos tan estúpidos en su cabeza. Porque, Dios, Thiago tiene de gay lo que mi madre tiene de sobria... nada. — ¿Me quieres recordar por qué no me dijiste que tu relación con ella no era real? — Pregunto distraídamente, golpeando suavemente mis nudillos contra la ventana del coche, creando un relajador ritmo. — Te lo dije antes, estaba pensando en ti cuando hice esto. Muerdo mi labio para evitar reír. — Claro — digo en un susurro sarcástico —. Querías evitarme el dolor de ver cómo tu abuela te obligaba a pasar tiempo con las docenas de pretendientes que te tendría, ¿cierto? Así que preferiste hacerme creer que tenías novia, una chica de la que me aseguraste te habías enamorado. — Vamos, Faith — de nuevo está la irritación en su voz —. No tardaste ni una maldita semana en descubrir la verdad. — No gracias a ti, por supuesto — susurro, recordando cómo parecía que, a propósito, cuando yo estaba cerca, él más minuciosamente se encargaba de ser cariñoso con Bess. Él deliberadamente quería hacerme daño, lo sé. Sé que sus folladas casuales no reciben más de él que su pene, es un momento de reciprocidad s****l por parte de ambos, tanto de la chica del día como de él, ninguno recibe más que un revolcón que pronto será olvidado. ¿Pero lo que me hizo creer de Bess y él? ¿Ver cómo se preocupaba por ella, la protegía y era atento a cada cosa que a ella se le ofrecía? Esa es una herida grande porque por un momento de verdad creí que él la amaba, y sospecho que justo eso era lo que Thiago quería hacerme creer —. ¿Si no me querías hacer daño por qué no me dijiste la verdad? — Pensaba hacerlo, tenía esto planeado desde hace un tiempo, pero entonces... — no termina, pero yo lo sé. Entonces yo me fui a pasar un mes de vacaciones con mi padre y él enloqueció. Lo sé, solamente necesito escuchárselo, oír que lo acepta de sus mismos labios. — ¿Por qué no me lo dijiste, Thiago? — Repito. No me responde nada. A veces siento que estoy llegando a él, pero de un momento a otro lo siento tan lejano, que pienso que son mis imaginaciones. Maldición, él me está enloqueciendo. Siento que de verdad lo está haciendo. Espero pacientemente su respuesta todo el camino, pero ella nunca llega. Cuando el auto estaciona frente a mi estudio-casa me bajo inmediatamente, sintiéndome enojada por su falta de respuesta que llevo días esperando, pero también sintiéndome cansada porque tomar las fotografías del desfile de hoy para la revista, fue realmente agotador. Las llaves son quitadas de mis manos cuando intento abrir mi puerta, y entonces es Thiago quien la abre por mí. Él me deja entrar primero, quitándome mi abrigo y dejándolo en el perchero en un cómodo silencio. Y odio esto, cómo es atento cada vez que sabe que estoy herida. Él es suave, haciéndome olvidar momentáneamente lo que me causa. — Haz lo que quieras — murmuro sobre mi hombro —. Me voy a dormir, me duele la cabeza. Su mano me detiene, haciéndome girar. — ¿De nuevo? — Pregunta, mirándome con las cejas fruncidas —. El otro día también te dolía. — ¿Sí? Debo necesitar lentes o algo así — miro su mano en mi muñeca —. ¿Me puedes soltar? Quiero dormir. — Faith... Ruedo los ojos. — Hasta mañana, Thiago, cierra la puerta cuando salgas si no vas a dormir aquí. — Quería vengarme — suelta de repente cuando estoy a punto de subir las escaleras. No me giro a mirarlo, sólo espero a que continúe —. Quería vengarme de ti por lo que hiciste. ¿Por lo que hice? Tengo que llevar mis dedos a mis labios para evitar reír. — ¿Y qué fue eso tan grave que hice, Thiago? — Te marchaste — dice con voz brusca —. Te marchaste y no dijiste nada. ¡No dejaste ni siquiera una maldita nota! ¡Te fuiste con tu padre a otro puto continente y no me dijiste absolutamente nada, Faith! — Te lo dije, Thiago, te dije que iría a visitar a mi padre. — Dijiste que irías a visitarlo, pero no cuándo, ni mucho menos que ibas a quedarte un maldito mes con él — gruñe, esta vez girándome de nuevo para enfrentarlo —. ¡Ni siquiera te pusiste en contacto conmigo el tiempo que estuviste allá! ¡Pasó una semana, dos, tres y yo seguía sin saber nada de ti! — ¿Por qué demonios tenía que decirte? — Me acerco un paso a él —. ¡Somos amigos, Thiago! ¡¿Por qué tendría que darte información detallada de lo que hago?! ¡¿Por qué tendrías que saberlo?! — ¡Porque no funciono sin ti! — ¿Qué? — ¡Escuchaste perfectamente, Faith! — Grita, su mandíbula endurecida con furia —. ¡Porque no funciono si no sé lo que estás haciendo, porque me vuelvo loco si no sé dónde estás, porque necesito saber que estás a salvo! ¡Por eso! Sus palabras me suavizan un poco, pero no lo suficiente. Ahora mismo me siento tan cansada, mi cabeza está tan nublada y agotada que no busco el significado profundo de sus palabras, sino me concentro en lo que antes había dicho. — ¿Querías vengarte? — Pregunto con irritación —. Mierda santa, Thiago, ¿te das cuenta de lo que me dices? — ¿Querías que te mintiera? — Avanza un paso más hacia mí hasta que nuestros pechos se están rozando —. Sí, Faith, quería vengarme. Quería que sintieras un poco de lo que yo sentí todo ese maldito tiempo que estuve sin saber de ti. Lo miro fijamente, detallándolo minuciosamente. Él es tan manipulador, rencoroso, arrogante y vengativo. Tiene más defectos que virtudes, estoy segura de ello. ¿Por qué demonios me enamoré? ¿Por qué no pude enamorarme de alguien más fácil? ¿Alguien que no quiera deliberadamente hacerme daño y no tenga esos demonios ocultos que tiene él? — De verdad eres un hijo de puta. — No puedo fingir ser alguien que no soy, así que no lo voy a negar — su mirada es intensa sobre la mía —. Y tú lo sabes, Faith, sabes quién soy. Sabes que soy tramposo, sabes que soy el rey de la manipulación, sabes que no me conmuevo fácilmente y sabes el mujeriego que soy... y aún así me amas. — Desafortunadamente. Su mandíbula se endurece y casi lo veo gruñir por mi palabra, pero en cambio dice —: No eres muy diferente a mí. Tampoco te compadeces por nadie, me sacas un montón de dinero a cambio de ser mi amiga, eres malditamente odiosa y arrasas con lo que encuentres cuando estás enojada. Sí, tal vez no somos muy diferente, Faith. ¿O me equivoco? Quiero creer que lo hace, que él se equivoca, pero la realidad es que no lo sé. — Eres tramposo — acepto, asintiendo suavemente —. Por eso te has encargado de que todas las citas que he tenido en línea sean una mierda, algo totalmente estúpido teniendo en cuenta que tú mismo fuiste quien insistió en que perteneciera a esa estúpida aplicación de citas para que conociera gente y dejara de amarte. ¡Todas las citas que he tenido son con tipos que definitivamente no son mi tipo! — Sí, aburridos, estudiosos, nerds, responsables y buenos — acepta sin una pizca de vergüenza —. Todos ellos los he puesto allí, y no terminaste de cenar ni siquiera con uno. ¿Por qué, Faith? — Pregunta, agarrando bruscamente mi quijada cuando desvío la mirada — Suéltame. Me ignora y él mismo se responde la pregunta —: Porque no es normalidad lo que buscas, no es bondad lo que buscas, eso te aburre... mírame — gruñe cuando cierro los ojos —. Te gusta que te hagan perder el control, te gusta que no sea perfecto, te gusta que sea tan jodidamente malo, pero que me preocupe tan sinceramente por ti... Fuego — susurra sobre mis labios, rozándolos —. Te gusta quemarte porque te gusta el fuego. — Tal vez ya me quemé lo suficien... — jadeo cuando muerde mis labios bruscamente, callándome. Su frente se presiona contra la mía y su aliento baña mi rostro, causándome escalofríos. Mis ojos parpadean cerrándose, y bajos gruñidos salen de su boca mientras más su cuerpo se moldea al mío, llevándome contra la pared. Su cuerpo se siente caliente, fuerte y poderoso. Todo en él se siente bien, tan malditamente bien. Su presencia lo abarca todo, robándose toda mi atención, haciéndome hipersensible a él y sus movimientos. — Si tan sólo... — susurra casi dolorosamente, pero no termina. Abro los ojos, encontrando los suyos cerrados con fuerza. — ¿Si tan sólo qué? No responde, no lo hace, pero una parte de mí sabe que estoy casi allí, que estoy a punto de hacerlo perder el control. Sé que, si lo beso ahora, él no se detendría. Dios santo, follaríamos, y lo haríamos tan bien. Pero también sé que es lo único que él me daría. Y no quiero ser esa mujer, la chica de una sola noche. Yo quiero todo de Thiago y si tengo sexo con él, pero después no lo tengo por completo, va a terminar por romperme. La diferencia entre sus acostones y yo es que yo recibo su parte más sincera sin que tenga que abrirle las piernas, si lo hago, temo que me convertiré en una más. Así que sólo llevo mi juego un poco más alto de lo que lo hice cuando decidí irme de viaje a donde mi papá. — Esta vez yo arreglaré la siguiente cita — inclino mi cabeza hacia atrás para mirarle. Él luce aturdido, sus ojos mirando fijamente mi boca. — ¿Qué? — Yo escogeré al próximo chico con el que saldré, no tú — digo mientras sus ojos se vuelven tormentosos, pero de la peor tormenta. Una mala, furiosa, arrasadora. — No. — Oh, claro que sí — sonrío socarronamente —. Me prometiste que me ayudarías a dejarte de amar, cúmplelo. Así que pagarás cada moneda de esa cita, desde mi ropa hasta lo que cenaré esa noche. — Faith... — advierte oscuramente. — Y no te preocupes — me acerco a su oreja y susurro con suavidad —: Esta vez ten por seguro que cenaré con alguien que definitivamente me guste. Me alejo antes de que él pueda agarrarme, su clara intención. Subo rápidamente las escaleras mientras un pensamiento invade mi cabeza. Thiago Pauls va a conocer los celos tan malditamente bien.
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