Diecinueve años.
— ¿Papá? — Pregunto cuando salgo del trabajo, extrañada por su llamada —. ¿Qué sucede?
— Feliz cumpleaños, hija.
Ruedo los ojos, un tanto divertida por sus palabras.
— Ya me habías llamado en la mañana para felicitarme, ¿qué pasa? — Y su silencio es la respuesta que necesito para saber de qué se trata todo esto —. Ya voy para allá.
— Sabes que odio ponerte en esta situación, pero tú eres la única persona que ella tiene allá, Faith.
— Mjum — murmuro distraídamente mientras me subo en el bus —. ¿Algo más?
— Por favor, recibe el dinero que deposité en tu...
— Adiós, papá — y cuelgo.
Es increíble que la primera vez que me dejan salir libre del trabajo en el restaurante, tengo que ir a cuidar el culo borracho de mi madre. Gruño de frustración mientras veo las calles a través de la ventanilla del bus. Y sí, entiendo que esta fecha es difícil para todos, pero, vamos, no puede evadir el dolor con una maldita botella de licor cada vez que le apetece. Fue la razón por la que papá se fue y, aunque me dolió que se marchara a otro continente de un momento para otro, una pequeña parte de mí lo entiende. Su familia se estaba haciendo añicos, así que su mejor opción fui huir. ¿Eso lo hace un cobarde? Seguro, pero quiero creer que no lo hace una mala persona.
El teléfono vuelve a sonar en mi mano y frunzo mi ceño ante la idea de que sea mi padre insistiendo en que acepte su estúpido dinero, pero sonrío tan pronto veo que es Thiago.
— ¿Faith, en dónde estás? Me dijeron que hoy salías temprano del trabajo. Vine a recogerte, pero no estás por ningún lado.
— Problemas con mamá.
— Oh, vamos — suena enojado —. No puedes estar hablando malditamente enserio.
— Bueno, lo hago.
— Déjala, Faith, siempre terminas mal cuando vas a verla. Ella no te hace bien.
— Ella sigue siendo mi madre — replico, tratando de hacerle entender —. No puedo sólo olvidarla.
— Pero ella sí pudo hacerlo contigo, ¿no?
Aprieto mis labios juntos, resistiendo las ganas de maldecirlo.
— No estás ayudando aquí, Thiago. No necesito tu sermón, así que hablamos luego.
— Te veo allá — gruñe —. Pero no me hago responsable de mis actos.
— ¡Thiago! — Me cuelga —. ¡Maldito seas!
Me pregunto si este bus no puede ir más rápido, porque urgentemente necesito llegar antes de que Thiago lo haga. No odio a mi madre después de todo lo que ha pasado, no podría, pero supongo que no importa porque Thiago la odia por los dos. Sólo Dios sabrá con qué mierda me encontraré si él llega primero a su casa.
— Oh, Dios mío, Thiago, ¿qué demonios haces? — Pregunto cuando entro por la puerta de la casa en la que viví diecisiete años de mi vida.
Mi madre está tirada en el piso, luciendo como el desastre total que es. Botellas de alcohol la rodean y está murmurando cosas que nadie nunca podrá entenderle. Está más dormida que despierta, y a Thiago no le importa que no esté en bonitas condiciones para ser fotografiada.
— Voy a mandar estas fotos a su trabajo — el flash de su celular alumbra a mi madre y ella se queja aún más, diciendo cosas incomprensibles —. Y a todo su círculo social que la cree una maldita santa.
— ¡Thiago!
— Déjame — salta hacia atrás, evitando mi agarre —. Te tenía una sorpresa, Faith. Se supone que te llevaría a cenar con mi hermana y Zeke, ¿y simplemente se arruinan los planes por este intento de madre? — Señala a mamá con desprecio —. Oh, no, ya ha arruinado bastante tu vida con todas las palabras hirientes que siempre tiene para ti. Tú se lo permites, cosa que nunca entenderé, pero no esperes que yo me quede de brazos cruzados viendo a esta mujer salirse con la suya. No entiendo por qué sigues dando una mierda por ella. Te odia, ¿no lo ves?
Trago saliva, desviando mi mirada cuando sus palabras se convierten en demasiado por soportar.
— Tu sinceridad tacha lo cruel.
— Yo no adorno la realidad.
— No se trata de adornar, se trata de tener tacto, incluso yo comprendo eso, Thiago.
— Oh, perfecto, ¿ahora es conmigo con quien te enojarás? ¡Genial, Faith! Ella es una maldita bruja y el malo del cuento terminé siendo yo.
Conozco a Thiago lo suficiente para estar familiarizada con la mayoría de sus facetas. Está la cariñosa y tierna, tal vez incluso vulnerable. Está la protectora y madura, diciendo siempre lo correcto en el momento correcto. Está la juguetona y divertida, su faceta más traviesa. Incluso tiene una arrogante que me molesta a grandes medidas. ¿Pero esta? La faceta en que actúa como un hijo de puta insensible y sin tacto, además de tosco y frío. Esta faceta me enoja y no se la aguanto. No se la aguanto hoy y no se la aguantaré nunca.
— ¡Puto feliz cumpleaños el mío! — Sonrío con todos mis dientes tan falsamente que sé que me veo espeluznante —. Muchas gracias, Thiago, pero quien ha arruinado mi día has sido tú, no ella.
— Ay, vete a la mierda, Faith, ¿es esto lo que recibo por ayudarte? ¿Es esto lo que gano por preocuparme?
— ¡Pues entonces tal vez ya no deberías preocuparte!
La vena en su frente empieza a palpitar como siempre sucede cuando está furioso. Su mirada gélida congelaría a cualquiera, pero no a mí. ¿Se quiere hacer el duro? Yo puedo serlo aún más.
— ¿Sabes lo que he hecho para estar libre, Faith? — Se acerca un amenazador paso a mí —. ¿Sabes lo que tuve que hacer para tener tiempo libre en mi maldita empresa, todo para organizar una maldita cena con Zeke y mi hermana por ti? ¿Sabes el tiempo que perdí haciendo todo eso, Faith? ¡¿Lo sabes?!
— ¡Pues si tanto tiempo perdido es, no hubieras hecho nada!
— ¡Sí, es tiempo perdido si permites esto! — Señala a mi madre que parece estar despertándose —. ¡Si permites que esta maldita mujer te siga arruinando con sus putas palabras, todo lo que hago por ti va a terminar yéndose a la mierda!
— ¡¿Es que me ves como un caso de caridad o qué demonios, Thiago?!
— ¡Carajo! — Gruñe con sus manos en sus caderas, su cabeza levantada hacia el techo —. No digas nada más, Faith. Lo juro, si vuelves a decir una cosa parecida a esa, yo...
— ¿Tú? — Inquiero, acercándome a él —. ¿Tú qué?
Los quejidos de mi mamá nos obligan a mirarla. Ella está despertando. Tan pronto los ojos de mi madre se encuentran con los míos, rencor profundo llena su rostro.
— ¡Lárgate, asesina! ¡Asesina!
— Joder — Thiago me empuja a un lado en el justo instante en que mi propia madre me lanza una de sus botellas con la clara intención de herirme —. Joder, Faith. ¡Joder!
Rubor llena mis mejillas, sintiéndome avergonzada cuando él ve que no estoy sorprendida por el actuar de ella. No es la primera vez que mamá lo hace y su puntería con algunas otras cosas a veces sí es correcta.
— Oh, nos vamos — fuertes dedos se envuelven en mi muñeca, entonces Thiago me empieza a arrastrar fuera mientras mi mamá sigue gritando más cosas hirientes —. Nos vamos.
— ¡No la podemos dejar en ese estado!
— Lo estamos haciendo — me saca arrastras, cerrando fuertemente la puerta detrás de él —. ¡Súbete a mi coche!
— ¡No me subo a nada sin saber que ella está bien!
— Eres idiota, Faith, casi te mata, ¡¿no lo ves, maldita sea?!
— Thiago — chillo cuando me mete arrastras dentro de su coche, poniendo el seguro de niños antes de él rápidamente ir a su asiento —. ¡Déjame salir!
— Y una mierda, si entras a esa casa ella te matará.
— ¡Sé manejarla!
Se gira a mirarme, una furia casi maniaca en su rostro.
— Toma — me lanza su teléfono con enojo —. Llama a mi asistente, pídele que consiga a alguien que venga a cuidarla. Que alguien más la maneje por ti.
— Thiago...
— ¡Hazlo antes de que me arrepienta, pero ten por seguro que tú no entrarás a esa maldita casa!
Mis manos tiemblan mientras desbloqueo su teléfono y marco, haciendo lo que me pide. Mi cabello cae por mi rostro, dificultándome un poco ver, pero no me preocupo por ello. Mientras hablo con su asistente, escucho la pesada respiración de Thiago a mi lado, nivelando casi la mía. Ambos estamos agitados, furiosos y a punto de explotar aún más.
Cuando termino la llamada, le paso el teléfono sin mirarlo. Él lo toma bruscamente de mi mano y, cuando está a punto de arrancar el coche, lo detengo.
— No pienso moverme hasta que vea a esa persona llegar a cuidarla.
No dice nada, sólo vuelve a apagar el coche.
Cruzo los brazos bajo mis pechos y me concentro en respirar mientras observo pacientemente por la ventanilla, cuidando en no mirarlo a él en ningún momento.
Estoy tan concentrada en ignorarlo, que brinco un poco cuando siento sus dedos en mi mejilla, moviendo el cabello detrás de mi oreja, sorprendiéndome muchísimo.
— No te atrevas a llorar por ella.
Una risa amarga sale de mi boca.
— No voy a llorar, Thiago, lo sabes.
— Bien, ella no merece nada tuyo — se queda en silencio por varios segundos, luego dice —: Y sí, ya envié las fotos. No era un juego, Faith.
— En ningún momento pensé que no lo harías, te creo capaz de todo — me alejo de su mano cuando vuelve a acariciarme —. En su trabajo su imagen es muy importante, probablemente para mañana estará sin empleo, pero, por supuesto, eso ya lo sabías.
— Con esa intención lo hice.
No me sorprende.
— A veces puedes ser el mismísimo diablo, Thiago Pauls.
Puedo sentir su rabia aumentar debido a mis palabras.
— ¿Soy yo el diablo? ¿Y quién vendría siendo tu madre? ¿Una santa paloma o qué cojones?
Quiero justificarla, decirle que ella sólo está herida. Que es una mujer deprimida por la muerte de su hijo favorito, pero las excusas se sienten tan estúpidas de sólo pensarlas, que mejor opto por quedarme callada. Ella es una mala mujer, una pésima madre, tal vez la peor de todas, pero sigue siendo mi madre y la sigo amando. Así que, ¿de verdad tengo otra opción aparte de protegerla?
Mi silencio es todo lo que Thiago obtiene y pronto vuelvo a sentir sus dedos en mi mejilla, concentrado en alejar el cabello de mi rostro.
— Sólo detente — vuelvo a alejar mi rostro de su tacto.
Lo escucho soltar un largo y profundo suspiro, pero no lo miro, sigo con mis ojos fijos en la ventanilla.
— Ya casi no nos vemos. Tú, con tu empleo y ahora estudiando tu curso de fotografía. Yo, con la empresa...
— Y todas las modelos que follas.
— Faith — advierte —. Ahora no.
Resoplo, pero dejo el tema. Dios sabe que he tenido suficientes discusiones por hoy.
Él toma mi quijada con sus dedos y me obliga a girar suavemente mi rostro en su dirección —. Mírame, Tormento — pide —. Tenía la noche planeada para ti. Quería que tú, mi hermana y Zeke tuvieran un buen día, lidiando de buena forma con tu cumpleaños que también es el de tu hermano. Me enfadé al ver cómo todo lo que hice se arruinaría por tu madre. De verdad me he esforzado en esto, sacando tiempo que no tengo para intentar hacer algo bueno por ti.
Mi respiración se traba un poco mientras miro la sinceridad en sus ojos, mientras trato de calmar los acelerados latidos de mi corazón debido a sus palabras, a su sincera preocupación por mí y mi bienestar.
— No te entiendo — susurro en un hilito de voz —. Me confundes, Thiago, y no sé si puedo seguir con esto.
Sus cejas negras se fruncen, mostrando su confusión.
— ¿De qué me hablas?
— Quieres que no te ame, constantemente me lo repites, pero no haces nada para evitarlo.
— Faith...
— No, escúchame — lo callo —. Te comportas de esta forma, estás pendiente de mí a toda hora, eres cariñoso, tomas mi mano, nos hemos besado tres malditas veces y dos de esas veces fuiste tú quien empezó el beso. ¿Entonces qué? ¿Cómo puedes pedirme que no te ame? Yo siento, Thiago, no soy insensible. ¿Eres consciente de las señales contradictorias que constantemente me mandas?
Me arrepiento tan pronto las palabras salen de mi boca, me arrepiento tanto.
— ¿Estás diciendo que es mi culpa? — Dolor brilla en su mirada, profundo y espeso dolor que también me hiere a mí.
— No, yo... — cierro mis ojos por un instante —. Olvida lo que te he dicho.
Pero él no lo olvidará, sé que no lo hará.
— Bien — dice, pero no, nada en su tono indica que algo esté bien —. Entonces...
— No lo digas...
— Entonces tal vez deberíamos alejarnos.
— No puedes ser tan injusto, Thiago, sabes lo que siento por ti.
— Y sabes lo que yo siento, Faith — gruñe, empujando su frente contra el volante del coche —. Yo no me voy a enamorar de ti, y no quiero hacerte daño.
Ya lo está haciendo, lleva dos años haciéndolo.
Algo de furia se inyecta en mis venas.
— Sabes que nunca te rogaría, Thiago, si tú te alejas, yo me alejo más.
Se queda en silencio por varios eternos segundos.
— Tal vez eso es lo correcto por hacer, Faith, porque esto no nos llevará a ningún lado.
Nunca le he pedido nada, nunca me le he insinuado aparte de esa única vez que le robé un beso. De resto, sólo me conformo con tenerlo cerca, con que sea mi amigo. ¿De verdad me va a quitar eso?
— Bueno — me encojo de hombros y vuelvo a desviar mis ojos hacia la ventanilla —. Si así lo quieres.
— No te atrevas a llorar por mí, Faith — pide e identifico el temor desesperado en su voz.
— No estoy llorando — lo miro para que vea que es cierto, luego sonrío con amargura —. Lo sabes, ¿cierto?
Aparta la mirada —. No sé de que hablas.
— Sabes que tan pronto una sola lágrima caiga por tu culpa, habré acabado. Lo sabes, ¿cierto?
Él no responde, se queda en absoluto y total silencio.
Sí, él lo sabe.
Por supuesto que lo sabe.
Me río, pero no digo nada más, sólo le subo a la calefacción y espero en silencio a que la persona que cuidará a mi madre llegue para darle las indicaciones.
— Tormento — lo escucho murmurar, pero sé que no lo hace para captar mi atención. No, él no lo hace por eso. Todo lo contrario...
... esa es su despedida.