Parte 1
«Y la maldita verdad, es que te quise demasiado».
—Daniel Handler.
Capítulo 1.
Dieciocho años.
— ¡Feliz día, graduado! — Me cuelgo de su cuello por detrás, haciéndolo tambalear un poco.
— ¡Faith! — Thiago gira a encararme, su hermoso rostro enseñándome su mejor sonrisa, la cálida y sincera.
— ¿Pensaste que no vendría? — Inquiero, mirando su toga y birrete —. No me perdería por nada del mundo el verte vestido así.
Arrugo mi nariz cuando su mano llega a despeinar mi cabello.
— La verdad, no te esperaba — mira alrededor —. Esto no es algo muy importante.
Jadeo con incredulidad, ¿de qué demonios él me habla?
— ¡¿Cómo que no, Thiago Pauls?! ¡Es tu graduación en la universidad! ¡Ya tienes tu título y pronto tendrás el mando de la empresa de tu familia! ¡¿Cómo eso no es importante?!
— Sh, sh — dice bajito —. No grites, Tormento.
Ruedo los ojos porque me importa un comino que todos nos estén mirando. Es un día especial, él tiene que saberlo. Me siento tan orgullosa de él que el sentimiento no me cabe en el pecho de lo grande que es.
— Serás todo un hombre de negocios — le sonrío —. Estoy muy orgullosa de ti, ¿lo sabes?
Aparta la mirada, luchando por no encontrarse con la mía.
— Gracias — susurra incómodamente, rascando su nuca con nerviosismo.
Para alguien tan creído como él, no maneja bien mis cumplidos. Antes de que pueda decirle algo más, un grupo de chicas aparecen y sé de inmediato que son compañeras de él. Miro en silencio mientras ellas lo abrazan, besan y felicitan con entusiasmo. Thiago les responde de la misma manera, mirándome cada pocos segundos con una disculpa en sus ojos. Le sonrío falsamente y espero pacientemente a que termine su encuentro con el grupo de fans.
— ¿Tomarías una foto? — Una chica emocionada pregunta, extendiéndome su celular.
Asiento de inmediato.
— ¡Claro, será todo un placer!
Antes de que ella pueda acercarse a Thiago por la foto, lo tomo del brazo y lo acerco a mí, entonces estampo mi boca en su mejilla en el justo instante en que tomo la selfie.
— Faith — Thiago dice entre risas mientras yo miro la fotografía.
— Nos vemos bien, ¿cierto? — Le pregunto a una anonadada y boquiabierta chica —. ¿Quieres otra o con esa basta?
— Yo...
— Suficiente — le entrego el teléfono y miro a las otras chicas —. ¿Ustedes también quieren una?
Sacuden la cabeza, negando. De repente las comparo con esos muñequitos de cabeza enorme que sólo sirven para mover su horrible cabezota de un lado a otro. ¿Estas son las chicas con las que Thiago estaba a diario? Me pregunto con cuántas de ellas se ha acostado, pero alejo el pensamiento tan pronto comprendo que la respuesta sólo me amargará.
— ¿Tu novia? — Un chico rubio aparece, pasando su brazo por los hombros de Thiago y mirándome con diversión. Supongo que ha presenciado todo.
Thiago también luce divertido, entretenido incluso. Ruedo los ojos porque no me gusta ser su entretención, así como tampoco me gusta su respuesta —: No, ella es... ella es Faith — se limita a decir.
— Vaya, nunca nos hablaste de ella — cuando Thiago va a decir algo, el chico continúa —: ¿Vienes esta noche a la fiesta?
— Claro, allá nos vemos.
— ¿Fiesta? — Pregunto cuando estamos solos —. ¿Tienes una fiesta?
— Sí, ya sabes, celebramos la graduación — me mira —. ¿Quieres venir?
— Mmm... — dudo y él lo ve.
— ¿No quieres?
— No es eso, es sólo que... — te quería invitar a cenar, termino en mi mente.
— ¿Faith?
— Sí, está bien — asiento rápidamente —. ¿Por qué no he visto a nadie de tu familia?
— No vino nadie, Tormento. Te lo dije, no es algo importante.
Arrugo mi entrecejo y me muerdo la lengua para evitar decir algo.
— ¿A dónde vamos? — Pregunto cuando nos empieza a sacar de allí.
— A cualquier parte, ya tengo esto en mano — me enseña su diploma —. Nada más importa.
Es un poco molesto ver cómo él y su familia desestiman cosas que deberían ser importantes. Si yo fuera él y las cosas fueran como eran antes de la muerte de mi hermano, toda mi familia estaría aquí conmigo, celebrando mi triunfo. Mas allá de tener el título, creo que es más importante compartirlo con las personas que te importan. Porque, realmente, ¿de qué sirve estar en la cima si llegas solo?
Entro en su coche silenciosamente, aún perdida en mis pensamientos.
— ¿Has hablado con mi hermana? — Thiago pregunta cuando ya ha arrancado, sacándome de mi ensimismamiento.
— Sí, un poco — me giro a mirarlo —. Estaba ocupada con el desfile que tu madre está organizando.
Él suspira pesadamente, pero no dice nada más, supongo que ya acostumbrado a esto. La mamá de Thiago es diseñadora de modas, el padre de él era quien dirigía la empresa de ropa que de jóvenes juntos crearon. Después de la muerte de Ignacio, el padre de Thiago, la empresa quedó en manos de socios. Pronto eso terminará, pues Thiago ya va a empezar a dirigirla. Y mientras él aún no ha empezado su trabajo, Gia desde la muerte de mi hermano está totalmente metida allí, modelando. Modela todo el maldito tiempo, todo el maldito tiempo. Son contadas las veces que la veo, tanto, que ya he olvidado lo que es tenerla de amiga. Es más como una desconocida. Y es triste, claro que lo es. El día de la muerte de mi hermano perdí a muchas personas, pero gané a una, pienso, mirando a Thiago. Y bueno, me concentro en ello para no venirme abajo.
— ¿Quieres comer algo, Faith?
— Pero yo p**o — me giro entusiasmada a mirarlo que, aunque bien gano poco como mesera, vale la pena gastar mi dinero en él —. Anda, sólo por hoy.
Él rueda los ojos con una sonrisa saliendo de sus labios.
— ¿Quién te puede decir que no?
[***]
— ¡No lo puedo creer! — Gimo con frustración, llevando mis manos al cielo mientras Thiago ríe a todo pulmón —. ¡No es gracioso!
— Oh, claro que sí — lleva sus brazos alrededor de su estómago, intentando calmar su risa —. ¿Viste la cara de la chica?
— Es que, ¿cómo se atreve a ofrecerte un beso, así como si nada? — Lo miro de pies a cabeza —. ¿Qué? Ni siquiera eres tan guapo.
Eso de inmediato detiene su risa, un ceño fruncido en sus labios.
— Oye, eso no es...
— La próxima vez que eso pase no sólo dejaré caer accidentalmente mi bebida en el rostro de alguna chica, sino también mi puño.
Y eso trae nuevas risas a su boca, aumentando mi mal genio.
Pego un puño en su vientre, imposiblemente haciéndolo reír más fuerte.
— ¡Por Dios, Faith, tus celos no tienen límites! — Me atrae a su lado, besando suavemente el costado de mi cabeza —. ¿Cuándo demonios vas a dejar de ser tan celosa?
— Pronto — susurro, tragando saliva —. Pero aún no.
No veo su rostro, pero siento la seriedad en sus palabras —. Pronto, Faith — dice de vuelta muy bajito, pero lo escucho —. No quiero hacerte daño.
— Tú lo has dicho — giro un poco mi rostro para mirarlo —. Es sólo un estúpido enamoramiento de niña, nada serio. Sólo olvídalo, que pronto yo lo haré.
— Está bien.
Pero no, no lo está.
Un enamoramiento de niña no dura más de un año, pero no se lo digo. Si él se entera que lo que siento es real, voy a perderlo, y no puedo permitírmelo.
Por lo menos, no aún.
[***]
— ¿Así que eres su hermana pequeña? — El rubio amigo de Thiago me pregunta esa noche mientras pido una bebida en la barra. Thiago está en la pista de baile, bailando rodeado de su grupo de fans.
Alejo mi mirada cuando veo lo cerca que está de la pelinegra que no ha dejado de coquetearle en toda la noche.
— Sí, su hermana pequeña — susurro, recibiendo mi bebida —. ¿No notas las similitudes?
El chico me mira detallándome.
— No, lo cierto es que no.
— ¿En serio? Pero si somos gemelos.
— ¿Qué? ¿Estás siendo sincera?
— Sí.
— ¿De verdad?
— No, idiota — le ruedo los ojos —. Por supuesto que Thiago no es mi hermano.
Me bebo mi vodka de un sopetón y me apresuro a ir hacia Thiago, sin importarme que su grupito de fans esté con él.
— La próxima vez que digas que soy tu hermana, Thiago, romperé los vidrios de tu hermoso carro, ¿comprendes?
— ¿Faith? — Me mira con confusión.
— Sí, bien dicho, soy Faith, no Gia — hago mis manos puños —. Tengo un hermano, Thiago, tuve un hermano. Se llama, se llamaba Allen, ¿lo has olvidado?
No sé si comprende lo difícil que es para mí nombrarlo. Constantemente pasa lo mismo, no sé si hablar de él en presente o pasado. Mi amor está tan presente como el aire que respiro, pero la presencia de mi hermano está en el pasado. ¿Entonces qué hago? No lo sé, por eso evito nombrarlo. Pero hoy necesito hacerlo y Thiago es el culpable de ello.
— Faith...
— No, escúchame — lo enfrento —. No eres mi hermano, nunca lo serás. No me importa quién dices que soy, por mí di que soy tu mismísima madre, me vale mierda, pero nunca más te vuelvas a hacer llamar mi hermano. No manches el lugar de Allen de esa forma, Thiago. Mi hermano es uno, sólo uno, y tú definitivamente no eres él.
Lo miro fijamente por tres segundos, esperando que diga algo, pero él no lo hace. Su mandíbula está apretada con fuerza y sus ojos están llenos de furia, pero su furia no le gana a la mía.
Le regalo una última mirada de muerte antes de salir de allí, preguntándome para qué demonios me invitó si me iba a ignorar toda la noche.
— ¡Suéltame! — Grito, empujándolo cuando su mano se enreda duramente en mi muñeca, deteniéndome.
— ¿Qué demonios fue eso de allí?
— Escuchaste claramente, Thiago, así que no me hagas repetirlo — llevo mi mano libre a su agarre en mi muñeca, pero él no me suelta —. Ahora déjame ir de una buena vez por todas.
— ¿Puedes dejar tus niñadas a un lado? Cuando pasan esas cosas, no puedes ir armando un estúpido espectáculo en cualquier lugar. Las cosas se resuelven hablando, no con tus estúpidos arrebatos infantiles, Faith.
— Bueno, soy una niña, ¿no? — Grito, aún sin poder soltarme de su agarre —. Mis sentimientos por ti son una niñada, así que tengo que ser una niña, Thiago.
— Faith...
— ¡Suéltame, te he dicho!
— ¡No! — Esta vez mis dos muñecas son presas de sus manos, moviéndome frente a él —. No sé qué demonios pasó allí adentro, pero yo en ningún momento me hice llamar tu hermano.
— Oh, por Dios, deja de ser tan cínico.
— No soy cínico, Faith. Yo no miento, por más dura que sea la verdad, siempre te la he dicho. Así que, ¿por qué empezar a mentir ahora?
— ¿Entonces por qué tu amigo rubio creía que somos hermanos?
Me mira con confusión por varios segundos, luego poco a poco parece entender.
— Porque le dije que te veía como mi hermana, pero nunca dije que fueras mi hermana.
Oh, y eso es mucho mejor, ¿cierto?
— Sólo... — miro la puerta del pub detrás de él —. Sólo vuelve a tu fiesta, Thiago. Celebra con esas personas que serán pasajeras en tu vida y, cuando quieras compartir este momento conmigo, te estaré esperando en mi casa — saco de mi bolsillo el collage de fotos que le hice y lo estrello en su pecho —. Feliz graduación, mariscal de campo.
Por fin él me suelta, sus manos sosteniendo el collage antes de que este caiga al piso.
Me giro sin preocuparme por ver su reacción y sí, tal vez exagero, tal vez me paso de celosa, tal vez él tiene razón y soy infantil, pero a la mierda, no quiero quedarme en un lugar en donde sólo seré ignorada. Infantil o no, no seré esa chica.
Sacudo a mis lados mis manos frías y luego me envuelvo más con mi chaqueta de cuero, intentando calentarme. Camino varías calles abajo, tal vez dos o tres, mientras mi cabeza viaja al último año y cómo Thiago se ha convertido en el único constante en mi vida. Sin amigos, sin familia, sin hermano. Tal vez eso es lo que necesito, empezar a rehacer mi vida para ver si por fin consigo sacarme este estúpido sentir por él de mi pecho.
— ¡Faith, espera! — Escucho detrás de mí y me detengo para mirar sobre mi hombro.
Thiago viene casi corriendo, intentando alcanzarme.
Me giro a enfrentarlo y, cuando llega frente a mí, su pecho sube y baja en aceleradas respiraciones debido a su trote. Me mira fijamente, detallando cada pedacito de mi rostro. Sigue furioso, pero entre más me mira, más suave se vuelve su mirada hasta que alcanza un punto parecido a la ternura.
— Ven aquí — fuertes brazos me atraen hacia él, mi rostro refugiándose en su pecho y soy débil, ante él lo soy, así que pronto mis brazos están envolviendo fuertemente su estrecha cintura.
Y deseo no amarlo, Dios sabe que es cierto, pero supongo que el corazón quiere lo que quiere, y no puedo decidir sobre ello.
Llevo mi cabeza hacia atrás para mirarlo y, por algún motivo, él me sonríe con diversión.
— Tienes la nariz roja por el frío — su pulgar toca la punta de mi nariz juguetonamente una y otra vez, intentando calentarla.
— Thiago, yo... — me enredo con mis propias palabras—. Sé que a veces yo...
— Está bien — me interrumpe —. Yo también me equivoqué. No debí dejarte sola, Faith.
— Sí, no debiste — muerdo mi labio —. Y yo tampoco debí pelear de esa forma.
— Bueno, eres mi tormento, ¿no? — Dice con divertida burla —. Ese es tu trabajo, armar alboroto en todos lados, hacer de mi vida un desastre.
Hago una mueca chistosa y luego me río de lo estúpidas que sonaron sus palabras. Muerdo mi labio de nuevo, pero esta vez para ocultar mi sonrisa.
Él toma mi barbilla con dos de sus dedos cuando dice —: ¿Vamos?
— ¿A dónde?
— A donde tú quieras, es mi graduación, pero tú eres mi regalo, ¿no? Haré lo que tú quieras, Turner.
Eso de inmediato alegra mi noche.
— ¿Lo que yo quiera?
Asiente y no sé si es mi imaginación jugándome una mala pasada, pero creo ver sus ojos negros oscurecerse aún más, si es que eso es posible.
— Lo que quieras.
Miro fijamente su pecho por varios segundos, armándome de valor.
— Esto es lo que quiero — me impulso hacia arriba y tomo fuertemente sus mejillas en mis manos, entonces estrello mis labios con los suyos.
Al principio creo que se va a alejar, pero Thiago me sorprende cuando gruñe fuertemente y entonces enreda su puño en mi cabello, pegándome aún más a su boca. Tirito cuando su brazo se enreda en mi cintura, moldeándome completamente a su cuerpo que, aún por sobre las capas de la ropa, consigue calentarme de pies a cabeza.
— Faith — nuevamente gruñe antes de volver a mi boca por más.
Mis manos avariciosas se enredan en su cabello, jalando cuando su lengua tienta los pliegues de mis labios, instándome a abrir la boca. Lo hago y pronto todo es un total desenfreno. Su beso es duro y posesivo, mordiendo mis labios cada pocos segundos como si quisiera dejar su marca en mí, y yo le devuelvo el favor.
Fuego empieza a correr por mis venas y pronto me estoy arqueando contra él, tratando de encontrar algún tipo de alivio.
— Ya, detente — murmura contra mi mejilla, luego contra mi oído —. Basta.
Mis labios están contra su mandíbula, al igual que los suyos contra la mía. Ambos respiramos pesadamente y mientras sus dientes mordisquean cortamente mi piel, me pregunto si sus palabras son para mí o para él.
Mis manos se sostienen de su camiseta en su pecho cuando su rostro cae enterrado en mi cuello, intentando calmar su respiración.
Su olor me invade y su toque me quema, pero me quedo callada, intentando volver a llevar mi corazón a la normalidad mientras respiro contra su pecho.
— ¿Algo más? — Pregunta, apretujando mi cintura con sus manos.
— ¿Eh? — Pregunto, desconcertada.
— ¿Quieres algo más, Faith?
— No — niego, aún respirando contra su pecho.
— Bien — acaricia con una de sus manos mi cabello —. Asegúrate de que esto no vuelva a pasar.
Pero de nuevo me pregunto si me lo dice a mí, o si se lo dice a él.
En cualquiera de los dos casos, sé que ninguno va a obedecer sus palabras.
Estoy segura de ello.