No sólo mi cuerpo se siente entumecido, sino también mi cerebro.
Soy consciente de lo que pasa, pero al mismo tiempo no.
Es un estado realmente raro.
Me siento flotar, pero al mismo tiempo todo me pesa. Siento que estoy en un punto medio del adormecimiento y el dolor, en un estado en el que la cosa más extraordinaria puede pasar frente a tus ojos, y sabes que está pasando, pero te da absolutamente igual.
— Pasa — Thiago se hace a un lado para dejarme entrar —. ¿Quieres algo?
Miro alrededor y aunque se me es desconocido todo, no pregunto nada.
— Dormir.
— Faith — los ojos negros de Thiago se encuentran con los míos, pero aparto de inmediato la mirada. No quiero sentir, y él me hace sentir.
— No — retrocedo un paso cuando intenta alcanzarme —. Quiero dormir.
Asiente con resignación.
— Vamos, te llevo a tu habitación.
Lo sigo mientras sube las pequeñas escaleras que hay en la esquina del espacioso lugar. No luce como un apartamento o un lugar en el que él se esté quedando, luce más como un estudio de algo que se me es familiar, pero de nuevo, no me importa lo suficiente para prestar real atención o pensar más en ello.
— Aquí — señala la enorme cama que hay en la única habitación que queda en este segundo piso —. No he terminado de remodelar y...
— Gracias — lo interrumpo —. ¿Me puedes dejar sola?
— Faith...
Cierro los ojos y giro mi rostro en dirección contraria a él, evitando mirarlo y evitando los sentimientos que veo en sus ojos.
No quiero sentir.
— Por favor — lo digo tan bajito que dudo que me haya escuchado, pero sé que lo hace cuando suspira fuertemente.
— Voy a estar abajo, llámame si necesitas algo, ¿está bien?
Asiento y, cuando finalmente él se marcha, me acuesto como un robot en la cama. Me siento tan entumecida, pero tan entumecida. No siento nada y al mismo tiempo que eso me asusta, me da más miedo despertar en la realidad.
Así que me convenzo de que todo esto es un mal sueño.
Un maldito mal sueño del que pronto despertaré, del que mi hermano me despertará.
— Sólo es un sueño, Faith — murmuro, envolviéndome totalmente con las sábanas —. Cuando despiertes, todo volverá a ser como antes.
Nunca quise tenerle tanta fe a nada como quise tenerle a mis palabras.
Porque despertaré, despertaré, despertaré de esta estúpida pesadilla.
Y cuando lo haga, me reiré de todo esto.
Una pesadilla, la peor de todas, pero al final, sólo una pesadilla.
[***]
Gritos, escucho ensordecedores y dolorosos gritos que me hacen retorcer en la cama.
Dios, están matando a la pobre chica.
Ayúdenla, quiero gritar, pero nada sale de mi boca.
Intento taparme los oídos porque los gritos son demasiado desgarradores.
¿Qué tanto le hacen? Quiero decir mientras los gritos de la chica más dolorosos se vuelven.
La están haciendo pedazos, Señor, la están haciendo pedazos.
— ¡Faith! ¡Faith! ¡Despierta!
Ayúdala, ayúdala, ayúdala...
— ¡Ayúdala! — Grito, abriendo los ojos e impulsándome hacia atrás en la cama cuando Thiago empieza a sacudirme —. ¡Ayúdala!
— Faith — los ojos negros de Thiago me miran atemorizados y los gritos de la chica se detienen por un segundo, pero entonces vuelven a escucharse.
Dios, ayúdala.
Me tapo los oídos, meciéndome de adelante hacia atrás, pero no se detienen, los gritos no se detienen.
Y soy yo.
Soy yo quien está gritando.
Ayúdame, ayúdame, ayúdame.
Por favor, ayúdame.
— No, no, no — me sacudo de sus brazos cuando intentan envolverme —. No me toques.
— Faith, cálmate.
— Estoy bien — sollozo, meciéndome más fuerte —. Sólo déjame despertar, déjame despertar.
— Pronto, pronto — fuertes brazos me acunan con fuerza, ignorando mi resistencia —. Pronto despertarás, pero aún no, Faith. Aún no es hora...
— Por favor...
— Aún no, Tormento — su fuerte mano sostiene el costado de mi cabeza, manteniéndome contra su pecho, escuchando el acelerado y fuerte latido de su corazón —. Aún no puedes despertar, pero pronto lo harás.
— Por favor...
— Aún no, Faith, aún no es hora — sus latidos me entretienen y pronto me concentro sólo en ellos —. Pero saldrás de esta pesadilla, te lo prometo.
— Me estoy muriendo, Thiago — agarro su camiseta en un puño —. Siento que me estoy muriendo.
— Shh, shh, está bien — sus latidos llevan un incesante e increíble tranquilizador ritmo —. Está bien, siéntelo, Faith, no puedo evitar que te duela. No hay forma de evitarlo. Pero saldrás de esta, te lo prometo. ¿Me crees?
No.
No le creo.
No hay forma de que salga de esto.
Duele malditamente mucho.
Pero me aferro a sus palabras, una parte de mí tiene fe en ellas, tiene fe en él.
Y sólo eso y el incesante ritmo de su corazón, me llevan completamente a la absoluta y tranquila oscuridad.
[***]
— Sospeché que estarías aquí — dice la voz de Thiago detrás de mí.
No me muevo de mi lugar, sólo atraigo con más fuerza mis piernas contra mi pecho, abrigándome del frío aire que corre por la noche.
— Es un bonito lugar — mantengo mis ojos fijos en el nublado y oscuro cielo —. A Allen le habría gustado.
— A él le gustaba — se sienta a mi lado sobre el tejado, la tranquilidad nos envuelve y él no se queja del frío, sólo se mantiene a mi lado como lo ha hecho durante los últimos días.
— ¿A qué te refieres? — Apoyo mi cabeza en mi rodilla y lo miro.
— Yo quería regalarte algo especial para cuando te graduaras — no me mira a mí, así que no ve mi sorpresa por sus palabras —. Y ya que te gusta tanto la fotografía, quería darte tu propio lugar especial para ello.
— Y Allen te ayudó — adivino.
— Sí — asiente y entonces por fin me mira, una sonrisa divertida en sus labios cuando se encuentra con mi mirada —. Él lucía tan sorprendido como tú cuando le pedí ayuda.
— No pensé que fuéramos tan cercanos.
— No tenemos que ser íntimos para poder regalarte algo, Faith — dice tranquilamente —. Simplemente quería darte algo especial, punto. ¿Qué de raro hay en eso?
— Que no me estás dando un par de zapatos o un bolso, Thiago, sino un estudio de fotografía que además parece una casa.
— ¿Y? Tengo el dinero para hacerlo.
Ruedo los ojos.
— Olvídalo.
— Te voy a decir lo mismo que le dije a Allen. No pienses demasiado en esto, ¿sí? — me empuja juguetonamente del hombro —. No estoy tratando de cortejarte, si es lo que crees.
— Tú no cortejas a nadie.
— Exacto, no tengo necesidad de eso cuando todas vienen a mí libremente.
— Estábamos hablando de mi hermano — le recuerdo un tanto irritada cuando se desvía del tema.
Asiente, volviendo a ponerse serio.
— Él me ayudó a escoger el lugar y escogió precisamente este sitio por este tejado — mira a su alrededor —. Dijo que lo amarías y que este se convertiría en tu lugar especial. No estaba equivocado, ¿cierto?
Llevo mi mano a la cadenita que cuelga de mi cuello, la media estrella que yace allí y representa la mitad que soy sin mi hermano.
— Él me conocía demasiado bien — ni siquiera noto que estoy llorando hasta que siento la humedad en mis mejillas. Los últimos días han sido más de lo mismo. Gritos en la noche y Thiago a mi lado tratando de calmarme. Llanto en cualquier momento y él intentando sacarme sonrisas. Adormecimiento en el día y él arrullándome. Es extraño, pero al mismo tiempo familiar. Ya no brinco cada vez que me toca y ya no me da vergüenza que vea mis lágrimas. A veces siento que una parte de mí está dejando que ocupe el lugar que mi hermano dejó, pero no se siente lo mismo. Es familiar, pero al mismo tiempo desconocido y me asusta mucho porque es la primera vez que soy tan vulnerable ante alguien. Siempre he sido fuerte, sé que lo soy, así que mostrarme débil ante alguien es algo que nunca he hecho. Pero con Thiago no importa. No me da miedo llorar o sentir dolor. No temo quebrarme porque ha demostrado que estará allí para sostenerme. Me protege de todo, ¿pero quién me protege de él? ¿Del poder que cada día está ganando sobre mí?
— Y tú también lo conocías a él — dice, sacándome de mi ensimismamiento —. Siempre les tuve algo de envidia. Creo que me habría gustado tener esa cercanía con mi hermana, pero entonces nunca hice nada por intentarlo.
No eres cercano a nadie, quiero decirle, pero decido no hacerlo porque algo más importante viene a mi cabeza —: ¿Cómo está Gia?
— No está bien — sonríe tristemente —. Se está adormeciendo.
— ¿A qué te refieres?
— Está haciendo lo mismo que hizo mi madre cuando mi padre murió... se está insensibilizando, Faith.
Asiento, porque una parte de mí sabía que eso pasaría. Gia siempre ha sido demasiado sensible, demasiado emocional y sentimentalista. Sabía que sería mucho para ella y, tomando el ejemplo de lo que pasó con su madre, una parte de mí temía que ella hiciera lo mismo. Y tal vez las entiendo. Mejor sentir nada a sentir dolor, ¿cierto? Una parte de mí lo cree, pero otra parte, una más grande, prefiere sentir porque mantiene el amor de mi hermano vivo, conmigo, a pesar de que eso duela.
— ¿Debería ir a verla? — Él niega de inmediato, lo que trae un horrible estremecimiento a mi cuerpo —. ¿Gia también me culpa?
— Claro que no — resopla, negando —. ¿Por qué te culparía? Tu madre está loca, Faith. Ya te lo he dicho. El conductor que los chocó iba drogado y tu hermano no tenía el cinturón de seguridad puesto, ¿qué parte de eso es tu culpa?
No dejo de repetirme lo mismo; él no para de hacerlo. Y le creo, tal vez al principio no, pero poco a poco lo hago.
Sin embargo...
— Por mí estábamos allí.
— Es lo mismo que dice mi hermana — hay enfado en su voz —. Ella se culpa porque dice que fue su idea ir a la carrera, que lo convenció de permanecer allí cuando él intentó marcharse. Por otro lado, Zeke piensa lo mismo y tú también. Entonces, ¿al final de quién fue la idea?
— Todos — acepto.
— ¿Entonces fue culpa de todos? ¿Sabían que eso pasaría?
Niego con un doloroso suspiro saliendo de mis labios.
— ¿Por qué mi madre no puede pensar como tú?
— Porque necesita culpar a alguien y desafortunadamente te eligió a ti — levanta mi quijada con dos de sus dedos y me obliga a mirarlo —. No es tu culpa, Faith, entiéndelo.
— Lo hago — por primera vez en días, sonrío un poco —. Te creo.
Me mira fijamente por tres segundo, pero luego se aparta como si tocarme quemara.
— No quiero que veas a mi hermana porque no son la mejor compañía para la otra. Las dos juntas no harán más que culparse y terminarán peor, Faith. Y Gia seguirá cada día más fría, más indiferente y más insensible, lo sé. Ya pasó lo mismo con mi madre y no voy a dejar que te conviertas en ellas.
Muerdo mi labio mientras lo miro y lo dudo un poco, pero lo hago, apoyo mi cabeza en su hombro y cierro los ojos con fuerza.
— Gracias — susurro con tanta sinceridad.
— ¿Por qué?
— Porque me viste cuando el mundo parecía olvidar que yo también sufría.
[***]
— ¡Llegaste! — Me pongo de pie y corro hacia la puerta para recibirlo —. ¿De qué es?
— Queso y pepperoni — Thiago me entrega la caja de pizza —. ¿Ya tienes lista la película?
— Ya voy en la mitad, idiota — tomo un pedazo de pizza y le paso la caja a él —. Te tardaste.
— Salí tarde de clase.
— Mmjummm — murmuro, brincando de nuevo sobre el enorme sofá —. Por eso he escogido yo.
— Faith — arrastra mi nombre con algo de enojo —. No quiero ver otra estúpida película de terror.
— Te aguantas.
— Como sea — se sienta a mi lado, pero sólo pasan tres segundos antes de que su rodilla golpee duramente la mía, desconcentrándome.
— ¡Thiago!
— Cambia eso.
— ¡No! — Lo golpeo con mi rodilla de vuelta, arrancándole un gruñido —. Déjame ver.
— ¡Acción, acción, acción! — Grita, como si estuviera haciendo barra a un equipo de futbol.
Muerdo mi labio para retener la risa que quiere escapar de mi boca.
— ¡Cállate! — Estrello media pizza en su rostro, sorprendiéndome a mí y sorprendiéndolo a él.
Es la primera vez en seis meses que hago algo como esto.
— ¿Qué diablos? — Me mira entre divertido y enojado, pero también hay muchísima sorpresa allí.
— No — niego, arrastrándome hacia atrás en el sofá —. ¡Ni se te ocurra, Thiago!
Pero es demasiado tarde, pronto su rostro se entierra en mi cuello y un fuerte mordisco es dejado en mi hombro que está desnudo debido a lo grande que su camiseta me queda.
— Te odio.
— Soy demasiado guapo para que me odies — apoya su frente en mi hombro y respira con calma, apoyando su peso en sus codos que están a cada lado de mi cuerpo —. ¿Por qué sigues escondiéndote como una delincuente? No puedes seguir así, Tormento.
— De todas formas nadie se ha preocupado por buscarme en estos seis meses, Thiago — bajo mi mano a su cabello y acaricio suavemente, entreteniéndome.
— Tus padres se están divorciando.
Ya lo sabía, Zeke me lo había dicho por mensaje de texto. Él es la única persona con la que aún tengo contacto, con nadie más.
— Y mi madre se convirtió en una alcohólica, lo sé.
— Tienes que vivir, Faith, tú no moriste esa noche.
Pero una parte de mí lo hizo y así Thiago haga todo lo posible por traerla de vuelta, sé que ese pedazo de mí siempre permanecerá con mi hermano.
— Dame más tiempo, ¿sí? — Me hago hacia atrás en el acolchado mueble y lo obligo a mirarme —. ¿Ya te aburriste de mí?
— Un poco, sí — hay burla en sus ojos.
— Mentiroso.
Llevo un mechón de su cabello hacia atrás, pero el desobediente vuelve a caer sobre su frente. Resoplo, intentándolo una vez más y otra y otra y otra vez más. Resoplo de nuevo, rindiéndome y haciéndolo reír a él.
— Mi cabello es desordenado — mira alrededor —. Igual que tú.
— Cállate, es mi lugar, tú me lo regalaste, así que puedo hacer con él lo que quiera.
— No estoy diciendo lo contrario.
— Mi padre se marcha, ¿cierto? — Pregunto, porque es mejor arrancar la tirita de una vez por todas.
— En una semana — dice suavemente —. Se va para Estados Unidos.
Y ni siquiera le importa saber de mí.
Esa noche no sólo perdí a Allen, esa noche perdí a toda mi familia.
Maldición.
Pestañeo varías veces cuando siento de nuevo las lágrimas en mis ojos, pero es imposible retenerlas; ellas empiezan a bañar de nuevo mi rostro.
Es frustrante todo esto.
Después de que llorar era tan ajeno para mí, ahora es algo que parece venir a diario de forma irreversible.
— Nunca te tomé por cariñosa — Thiago limpia mis lágrimas sin decir nada sobre ello y amo eso de él. Nunca me presiona o me obliga a hablar de algo que no quiero —. ¿Quién lo diría? — Besa el interior de mi muñeca cuando mi mano acuna su mejilla —. La fuerte y rebelde Faith no puede mantener sus manos lejos de mí.
Me estoy enamorando de ti.
Aparto la mirada, sin estar segura de qué hacer con mis sentimientos, sin estar segura de si es amor o agradecimiento. Pero entonces el agradecimiento no crece cada día más, el agradecimiento no dura seis meses y el agradecimiento no dan deseos de besar. El agradecimiento no produce las enormes ganas que siento de protegerlo, de no separarme de su lado, de verlo feliz.
Nunca he sido cariñosa con nadie, sólo con Allen, y con Thiago parece que no puedo mantener mis manos fuera de él.
Me estremezco cuando él vuelve a apoyar su frente en mi hombro, esta vez besando suavemente mi piel y causándome escalofríos.
Y sólo salen, las palabras salen sin pedir permiso.
— ¿Qué me dirías si te confieso que me estoy enamorando de ti?
Su cuerpo se tensiona y trato de ignorar completamente lo fuerte que late su corazón en su pecho que está contra el mío.
Y espero, espero y espero.
— Te diría que estás cometiendo un error y que lo mejor que te puede pasar, es que estés confundida, Faith.
Mi pecho se hace pequeñito y tengo que tomar una fuerte y gran bocanada de aire para intentar calmar el dolor que empieza a nacer desde lo más profundo de mí.
— ¿Por qué?
— Porque yo nunca voy a enamorarme, Tormento — aprieta fuertemente su rostro contra el hueco de mi cuello, siendo tan contradictorio —. Y no quiero hacerte daño.
— Thiago...
— No me ames, Faith — su mano apretuja mi cintura y su cuerpo se pega imposiblemente más al mío —. Sería tu peor error, créeme.
Él se equivocó con sus palabras porque ese no fue mi peor error.
Mi peor error fue no haberle creído esa noche.