Para alejar esos pensamientos y el sabor de la boca de Riccardo de su cabeza, Sabrina miró las calles tan bonitas de aquel pequeño pueblo, dónde la gente la miraba con curiosidad. Iba vestida con un vestido ancho, unos leggins para protegerse del frío y una chaqueta que no le quedaba precisamente bien. Esa fue la única ropa que Demie pudo conseguir para ella, y Nayla vestía ropa de niño. Algo que tenía a Sabrina intrigada, preguntándose de dónde Demie había sacado aquella ropa que parecía nueva. Lo cierto es que muchas cosas le intrigaban de la mujer que era la mano de derecha de Riccardo. Demetria siempre se marchaba en las noches cuando Riccardo no la necesitaba, y se pasaba todo el tiempo mirando la pantalla de su teléfono. Algunas veces Sabrina tenía la impresión de que esperaba no