Pov Aria.
¿Así se sentía morir? Después del dolor, la oscuridad me aclamó para sí y ya no sentí nada por no sé cuánto tiempo. Creí, erróneamente que todo había terminado. Pero la vida, o la muerte, nunca deja de darme sorpresas. De pronto recobre la conciencia y con ella y dolor.
Un lobo Gris Hermoso estaba detrás mío, pero era tan grande que me rodeaba. No lo conocía, pero su cercanía me daba tranquilidad más allá del dolor. Quería pasar mi mano por su pelaje y quitarme las dudas sobre su suavidad, pero nuevamente el dolor me atravesó.
- Respira, cariño, estoy aquí para ti- su voz resonó en mi mente, intentando darme algo de paz. De todas las personas en esta enorme manada, solo Ivar estaba allí para mí.
- Duele, me quema- repliqué y las lágrimas furiosas corrían por mi rostro sin poder frenarlas.
- Escúchame Aria, debes aceptar el dolor y no luchar contra él. Te estas lastimando. Apóyate en mí, cierra tus ojos y deja que la transformación suceda. - me instó Ivar, alentándome a seguir.
Tenía mis dudas, pero algo en él me instaba a hacerle caso. Apoyé mi espalda contra su cuerpo y cerré mis ojos. Respire profundamente y me deje llevar. Mis huesos se rompían, y se hacían más grandes al igual que mis músculos. Mis piernas se convertían en patas traseras y mis brazos en delanteras. Mis orejas cambiaron y se hicieron puntiagudas y mi nariz se extendió junto mi boca haciendo de ella un hocico.
Todo de pronto se hizo más claro ante mis ojos, sentía el viento de otra manera, podía escuchar incluso a pequeños animales a la distancia, mi visión era otra, todo era distinto. Eleve mi nariz al aire y aspire. Algo tembló en mi interior, un olor indefinido pero que hacía latir mi corazón con fuerza. Ese olor, provenía de ese lobo que estaba a mi espalda. Me gire para verlo y conecte mis ojos con los suyo. La realidad se hizo presente
-MIO- dije sintiendo una calidez en mi interior y mis pocas fuerzas me abandonaron por completo. Sentí cómo mi visión se distorsionaba y mi conciencia comenzaba a flaquear. Mi mente se llenó de imágenes borrosas y sonidos lejanos, como si estuviera sumergiéndose en un mar de niebla.
Entraba y salía de la inconsciencia, sin poder controlar mi propio cuerpo. En los momentos de lucidez podía escuchar a Ivar en mi mente pidiendo que volviese a mi forma humana. Luego sentí la brisa fría sobre mi piel caliente. Mas tarde un gruñido molesto y calidez.
Me sentía muy cómoda donde estaba. Podía sentir la suavidad de las sábanas y mucho calor a mis espaldas, pero no solo calor. Mi corazón comenzó a latir rápidamente cuando su olor característico inundo mis fosas nasales, y la electricidad recorría en todo mi cuerpo traicionero. Mi lobo estaba ronroneando de alguna manera en mi cabeza, contento por la cercanía de su pareja, pero yo no podía olvidar lo de la noche anterior. ¿Acaso él no sabía que yo era su pareja? Él ya tenía su lobo, debería haber sentido nuestro vinculo. Enfadada por el recordatorio de lo que había sucedido, quise apartarme de su lado, pero su agarre se hizo más fuerte.
- No vas a irte – murmuro acercándome más a él, aspirando mi olor y si bien me gustaba, también me sentía sucia de la noche anterior.
- ¿Cuánto he dormido? - pregunte queriéndome apartar de su agarre, pero era imposible.
- Estamos casi a mediodía, unas diez horas más o menos- contestó mirando la hora en su celular.
- Tengo que irme a mi casa – replique y aparte las sábanas. Tenía puesto una sudadera enorme y un bóxer que me quedaba bastante holgadito
- No vas a irte a tu casa. Eres mía y vivirás conmigo. Aceptaste el vínculo anoche. – respondió enfurruñado.
- Puede que estuviese loca anoche al aceptarlo, pero no quiere decir que no pueda rechazarte ahora – cuando dije esas palabras mi lobo se molestó y agito en mi interior e Ivar rugió fuertemente. Me soltó porque estaba luchando con su lobo para sostener el dominio de su cuerpo.
Me arrepentí de utilizar la palabra “rechazo” porque hacerlo significaba el rompimiento de nuestro vinculo, lo que ocasionaría un enorme dolor para los dos, pero más para el que lo proponía. Quería calmarlo, quería decirle que no iba a rechazarlo, pero no podía hacerlo.
- No puedes rechazarnos- su voz se mezclaba con la de su lobo y en ella no solo existía el enfado, sino también la tristeza.
- ¿Puedo levantarme? Quiero ir al baño y no tengo ropa para ponerme. Tengo que ir a mi casa- quise razonar y mantener mi temperamento a raya, mi lobo no me estaba prestando su fuerza, estaba contenta de estar con su pareja
- Tus cosas están en mi armario- respondió como si todo lo hubiese resuelto mientras yo estaba desmayada.
A regañadientes me soltó y me levante como un resorte. No quería mirarlo porque su loba interior si respondía a él. Busco rápidamente sus prendas y se encerró en el baño. Claramente cerrar con llave no serviría nada frente a la fuerza de Ivar, pero me daba una falsa sensación de seguridad. Me miré en el espejo y no notaba nada distinto en mí, pero en mi interior algo había cambiado. Mi mente estaba llena de pensamientos de lo sucedido la noche anterior y las emociones contradictorias me embargaban. Ivar despertó sentimientos que creía no poseer. ¡Maldito vinculo de pareja!
Que fácil seria aceptarlo si no sintiese que esto era una mentira, algo forzado por el misticismo que significaba ser parejas predestinadas. Él no me había creado cuando lo precise. Además, tenia a Lyra en su vida.
"No puedo permitir que él me haga daño", le dije a mi loba, pero ella estaba molesta conmigo, “él nos quiere, no nos hará daño”, ella era feroz, lo defendía a capa y espada. " Me merezco a alguien mejor que alguien que no me creyó" replico mientras entro a la ducha y dejo correr el agua caliente por mi piel. “El destino está escrito así y no se equivoca, nuestra pareja es fuerte y nos protegerá de todos los que nos quieran hacer mal”, dijo con calma, pero también con cautela. “¿Qué quieres decir?” le pregunte a mi loba, intrigada, “habla con nuestra pareja, él nos cuidó ayer y nos cuidara siempre” respondió y se recluyo en mi mente dando por finalizada la conversación.
Mientras pensaba en las palabras que me dedicó mi loba sobre nuestra pareja, mi mente no dejaba de pensar en los besos de la noche anterior. Quería decir que no me gustaba, quería decir que no me habían hecho sentir nada y que la electricidad en mi piel cada vez que me tocaba no existía, pero seria mentirme a mí misma y aunque se lo dijese a él, no me creería.
No se cuanto tarde en la ducha en realidad. Me tome todo el tiempo del mundo, mientras me aplicaba diligentemente crema corporal y luego tardaba una eternidad en peinar mi cabello, pensando en la minúscula posibilidad que al salir del baño el se hubiera ido. Pero la suerte no me ha favorecido. Al abrir la puerta lo vi sentado en la cama vestido solo con un bóxer ceñido y el cabello despeinado.
Aparte mi mirada al notar que él sonreía cuando me detenía mis ojos en todo su cuerpo. Quería comer y no precisamente comida. El pensamiento intrusivo era de mi loba, pero me removí incomoda por la humedad que se comenzó a filtrar por mis pliegues. Los ojos de Ivar se pusieron completamente mientras olfateaba el aire, sintiendo mi excitación en el ambiente.
Él era muy rápido y pronto me tenia aprisionada, una vez mas entre la pared y el. Pude sentir toda la dureza de su pene en mi entrepierna. Nos separaban 3 prendas de ropa y el fugaz pensamiento de que quisiera que estuviésemos desnudos se coló por mi mente, ruborizándome al instante por ser algo tan lascivo.
- Si sigues excitándote así no podre contenerme mas y se que no quieres eso, noto tu reticencia nuestra vinculo, aunque tu cuerpo y tu loba quieran otra cosa. Yo se bien lo que quiero en mi vida, a pesar de mis errores y desaciertos, solo te quiero a ti – dijo y se apoderó de mi boca en un beso ardiente, tanto como las mismísimas llamas del infierno.