Capítulo 14: Cuidándolo

1327 Words
Sus palabras resuenan en mí cabeza y mí loba gime y me gruñe por ocasionarle dolor. -Yo.... no tuve sexo con el. - Eso hubiera dolido mucho más - murmuró mientras aún me abrazaba pero no volvió a emitir palabras, aunque no las precisaba. El vínculo me hacía sentir sus emociones más que con cualquier otra persona y él, en este momento, solo exudaba ira y tristeza. Tenía que sacarlo de ese desastre, entonces me aparté aunque él no quería soltarme. Lo tomé del brazo y lo saqué de allí. Lo conduje hasta su habitación y lo llevé hasta el baño. Ivar seguía sin emitir palabras y eso me preocupaba bastante. "puedes conectar con su lobo" le pregunté a mí lobo interior y ella me gruñó molesta "está enfadado contigo, no quiere hablar ahora". Suspiré para mis adentros y empecé a llenar la tina de agua tibia. Verlo allí parado, solo observando cada uno de mis movimientos pero sin decir nada me hacía sentir remordimientos por el beso que acepté de Lucas. Si bien estaba muy enojada con Ivar, yo no quería herirlo. Comencé a desnudarlo, su ropa era irrecuperable por lo que con mí garra directamente la corté. Prefería el Ivar combativo. Esperaba que me gritara, peleará conmigo o me matase con su glaciar indiferencia. Pero allí estaba, como si fuera una cáscara vacía y se sentía horrible. "Tu lastimaste a nuestra pareja" el gruñido molesto de mí loba no cesaba, quería poner un muro mental entre ella y yo, pero no surtía efecto. Ivar estaba completamente desnudo y me resistí a mirarlo por completo aunque deseaba profundamente hacerlo. Lo inste a sentarse en la bañadera para quitarle la sangre que estaba ahora seca en sus brazos y en su rostro. - Bañate conmigo - dijo mirándome a los ojos y supe que no era una orden. Él necesitaba de mí y si bien mí loba me instaba a hacerlo, yo misma decidí que lo cuidaría. Me desnudé ante su mirada atenta y el calor de sus ojos en mí cuerpo era abrazador. El aire se cargó de electricidad. Tenía que controlar mí cuerpo traicionero que lo deseaba, pero decirlo era más fácil que hacerlo. Me senté detrás de él porque si seguía mirándome así, me lanzaría a sus brazos. Cogí una esponja y le puse bastante jabón y comencé a lavar sus brazos, su espalda amplia, su cuello y su rostro. Luego le di un masaje con shampoo en su cabello recibiendo un gemido de satisfacción. Lentamente tocarlo me iba encendiendo y agradecí estar bajo el agua y que mí olor a excitación se diluyera. - No has terminado de bañarme - dijo con voz ronca y encendió cada poro de mi piel pero también me avergonzaba. Había dejado sus partes íntimas fuera de mí vista y fuera de mí tacto. Con un rápido movimiento, sacó el tampón de la bañera y se paró, dándome la vista de su hermoso trasero en primer plano. Quería mirar hacia otro lado, pero no podía. Abrió la ducha y el agua comenzó a caer sobre nosotros. Me levanté inmediatamente, tomando la esponja y acercándome a él comencé a pasarla por su abdomen. Mis pechos estaban presionados en su espalda y las chispas enviaban pequeñas descargas por toda mí piel que se encontraba en contacto con su piel. Quería sentir más, tocar más, pero cuando mí mano quiso ir más al sur, Ivar me detuvo y en un movimiento rápido me volteó quitándome la esponja en el proceso. -Es mí turno ahora- murmuró en mí oido y luego mordió ligeramente el lóbulo de mí oreja. Emití un gemido que ni siquiera pude reprimir mordiendo mí labio. Ivar pasó la esponja por mis brazos, mis axilas, mí espalda y mí abdomen haciéndome ansiar que me tocase los puntos donde él deliberadamente dejaba de lado. Ivar me acercó mas y pude sentir su erección en mí espalda, moría por darme vuelta y verlo completo pero al mismo tiempo me sentía cohibida. El agua tibia caía sobre nosotros, mí piel estaba febril ante la cercanía de mí pareja y él se sentía igual. La esponja cayó de sus manos y sus dedos rozaron mis pezones erectos con delicadeza. -Ivar - gemí cuando sus grandes manos tomaron mis dos senos, acariciandolos, levantándolos y luego apretandolos ligeramente mientras sus dedos pellizcaban mis pezones. - tan perfecta- dijo y luego comenzó a regar besos por mí cuello hasta llegar al punto donde las parejas se marcaban, justo encima de la unión entre la clavícula y el cuello. Lo lamió y luego chupo con fuerza mientras sus manos no detenían sus caricias. Sentí crecer la tensión en mí abdomen y la excitación crecer más y más. - Pero te has portado muy mal hoy. -Ivar- volví a gemir. Si alguien me decía que podías excitarte tanto con besos en el cuello y con caricias en los pechos, no se lo hubiera creído nunca; pero ahí estaba yo, a punto de tener un orgasmo de esa manera. - ¿Que quieres Aria? - dijo mientras apretaba un poco más uno de mis pezones provocando una ola de gemidos incontrolables que salían de mí. - yo... no...ah...- No podía siquiera formular una oración - Sé lo que quieres, pero no te lo mereces- su voz denotaba ira y excitación pero mí mente estaba muy obnubilada para razonar sobre sus palabras. - Por ... favor - no me importaba rogarle, mí enfado por no creer en mí quedaba muy atrás, Lucas quedaba muy atrás y mis dudas también. Mí cuerpo, ahora ya no era mojado por el agua de la ducha, Ivar me había empujado fuera de la caída de ella y sentí como una de sus manos abandonaba uno de mis senos, para ir hacia el sur y si siquiera detenerse y su dedo medio se hizo lugar entre los pliegues de mí v****a. - Tan mojada y dispuesta. Solo podrás reaccionar así ante mí toque - susurró en mí oído y supe en ese instante que no eran palabras dichas por la excitación del momento. Estaba muy seguro de que así iba a ser, y aunque no quisiera admitirlo, sabía que tenía razón. Apreté mis muslos en respuesta a todo sus toques y el gruñó excitado por mí respuesta. Acarició mí intimidad y mis gemidos fueron mucho más desaforados. Me presioné más contra él, como si quisiera fundirme en él. - Eres mía Aria y vas a venirte solo por y para mí- sus palabras me soltaron y mí mente se fragmentó en miles de pequeños pedacitos cuando el orgasmo me atravesó el cuerpo. Sentí mí fuerza abandonarme y mis piernas ceder, pero no me caí porque Ivar me sostenía. Ivar fue el que terminó bañándome y secándome porque ni siquiera podía hacerlo. Mis ojos se sentían pesados, y los mantenía cerrados para no ver su cuerpo esculpido y ceder a la tentación completa. Me llevó a su cama y luego se acostó a mí lado. Mí cabeza estaba apoyada en su pecho y el mundo no parecía existir. En ese momento no existía la desconfianza, no existía el dilema de mí lobo blanco, no existía una ex-novia loca que me envenenó ni Lucas invitandome a vivir con él. - Lo siento, nunca quise que te doliera- murmuré y deposite un beso en su pecho. Por un momento contuvo la respiración al sentir mis labios posados en su piel, mientras la electricidad se extendía una vez más entre nosotros. - Lamento haberte hecho sentir que no creía en ti- respondió y levanto mí mentón. Abrí mís ojos para toparme con los suyos. Éramos aún adolescentes que no sabíamos lidiar con nuestros sentimientos, pero de algo estaba segura, nunca querría volver a hacerlo sentir así. Entonces lo besé y el correspondió profundizandolo. Me ocuparía de todo lo que me aquejaba otro día, cuando tuviese la cabeza más despejada. En ese instante, solo importabamos únicamente él y yo.
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