Capítulo 17: Destrucción del alma

1632 Words
POV Aria “Toda maldición nace del odio y no existe peor aborrecimiento que aquel que nace del desamor” Descubierta hace mil quinientos años, la maldición de “Destrucción del alma” afecta solo a la especie licántropa y únicamente al macho, conlleva a un envenenamiento gradual de la sangre, la cual infecta al hombre, matándolo lentamente desde el momento que consigue su lobo, dejando solo vivo la parte animal. Progresivamente el hombre que pierde su humanidad, aproximadamente en dos años fallece, quedando solo su animal quien muere poco tiempo después. La sintomatología refiere a ira desmedida, perdida de control de la parte animal, dificultad a la hora de volver a transformarse en humano, perdida del razonamiento. No es una maldición/enfermedad hereditaria, sino adquirida mediante tratos mágicos. No existe cura conocida, aunque se cree que los descendientes de la bruja de ojos violetas saben el antídoto. La Marcación de su pareja destinada retrasará momentáneamente su fallecimiento, pero no detendrá la maldición. “Morirá”, “busca a la bruja”, “mmmmm… lobo blanco”. Las voces dentro de mi cabeza no cesaban y el corazón me dolía un poco más. No existía cura actualmente salvo buscar a una bruja de ojos violetas que no tenia nombre y que no sabía si existía realmente o donde vivía. “Ahora entiendes que debemos marcar a nuestra pareja” Gruñó Irina en mi cabeza y no pude evitar rodar los ojos. “Si sabias exactamente que lo ayudaríamos de esa forma, ¿Por qué guardar el secreto?, sabes que pasará si lo marcamos…. Si él muere, nosotros moriremos con él” emitir esas palabras eran como arrojarme acido a mi misma. Mi loba gemía de dolor y la entendía. “Pero tendremos mas tiempo de buscar la cura para ellos”. Irina no se rendiría y yo tampoco, porque a pesar de que hemos pasado mucho entre los dos y yo no lo amaba aún, no quería que le pasará nada. El mito del vínculo decía que nuestras parejas destinadas son los complementos que no sabíamos que necesitábamos para sentirnos completos, pero una vez que lo hallábamos no volveríamos a ser los mismos. Ivar había nacido para mí y yo había nacido para él. El destino y los dioses tenían un sentido bastante retorcido de hacer las cosas. Él estaba maldito provocando una enfermedad mortal en la sangre y yo era un lobo blanco, aun sin poderes que sería cazada en cualquier momento. Si alguno moría, el otro lo seguiría al más allá. De solo pensar que Ivar podría morirse me daban escalofríos. Tenia que investigar quién lo había maldecido porque de todo lo leído, algo estaba claro. Alguien hizo un trato mágico y en el proceso él se vio afectado. En ese momento estaba segura que Ivar no tenia idea de que eso hubiese sucedido, por lo que tendríamos que hablar con sus padres. - Aria, mira- la voz baja de Ivar me sacó de mi ensimismamiento- este papiro habla de algo interesante Dibujado en algún tipo de tinta muy antigua y escrito con una tipografía igual de vieja, había un lobo, que enunciaban como el primero de su especie, un lobo blanco. Considerado como especial y cercano a los dioses, el lobo blanco tenia habilidades como poder captar los pensamientos de otros y curación propia y ajena; llevo prosperidad a su pueblo y sus genes fueron trasferidos a las generaciones subsiguientes. ¿Cómo podía haber cambiado tanto la historia? De ser prácticamente venerados a ser cazados, utilizados y muertos. “No se ha conocido a ningún lobo blanco hasta el momento que haya encontrado su pareja destinada, por lo que la mayoría siempre opto por elegir a sus parejas. Se desconoce que sucederá si eso llegase a ocurrir” Ivar me miraba esperanzado, quizás porque éramos un extraño suceso que nunca se dio antes. Sus sentimientos se extendieron hacia mí, inundándome con su calidez. Quizás y solo quizás, este hecho significaría algo. Tal vez los dioses se habían apiadado de mí, producto del sufrimiento de tantos otros lobos blancos y me otorgaron una pareja destinada para lidiar con las guerras que se podrían avecinar a mi vida. “Nuestra pareja nos protegerá y lo protegeremos” Irina estaba muy protectora para con Blade e Ivar y tal vez la escucharía mas adelante, aunque lo analizaría con calma cuando se me pasase el enojo con ella. - Al menos ya tenemos nueva información para acercarnos mas a comprenderlo todo- le conteste con una media sonrisa. En mi fuero interno me debatía si mostrarle lo que yo leí, pero cuando volví a posar mis ojos en el libro, las hojas nuevamente estaban vacías. Seguramente Ivar sintió que estaba abrumada y también mi cansancio, por lo que partimos de la cueva del consejo de los ancianos con la promesa de volver para seguir leyendo y buscando información. No quería ocultarle lo que las voces me llevaron a encontrar, pero tampoco quería herirlo y dejarlo sin esperanza. Buscar una bruja sin nombre en un país tan basto, en un mundo tan amplio, no sería para nada fácil. Una aguja en un pajar sería más fácil de hallar. - ¿Me dirás que te ocurre? - pregunto Ivar y me halle pensando si yo era muy fácil de leer o solo lo era para él. - Encontré algo de tu enfermedad, pero primero me tienes que responder una pregunta ¿alguna vez hiciste algún trato con una bruja? – consulté, aunque una parte de mí ya sabía la respuesta. - No conozco ninguna bruja que yo sepa, en esta manada no hay tampoco viviendo alguna. ¿Por qué lo preguntas? – contestó rápidamente. - El libro que estaba leyendo tenía magia – emití y vi la sorpresa cruzar en su rostro – Sonará como una locura, pero me llamó para que lo leyera y luego el libro me hablaba en mi interior – omití el hecho de que le pague con sangre al libro para que me brindará la información porque no sabía cómo lo tomaría y ya era suficiente con lo que le diría – y me mostró que tu enfermedad proviene de un trato mágico. ¿Quizás tus padres sepan sobre ello? - Es una locura, pero la magia existe por lo que no es ilógico. - Lo observé pensando en mis palabras, y lo sentí tenso mientras manejaba. Por instinto y para calmarlo, lo tome de la mano y las chispas entre nosotros surgían sin poder evitarlo. “Debes decirle toda la verdad” Irina estaba muy insistente en ser totalmente sinceras con nuestra pareja, pero yo estaba buscando el momento para decirle las cosas. No era que existía un momento especifico, pero no podía soltarle sin mas el hecho de que no tenia una cura, que lo tendría que marcar para atrasar lo inevitable y que moriría si no conseguíamos encontrar a la bruja. “Cállate, eres la menos indicada para hablar sobre decir la verdad, porque ocultar cosas también es mentir, así que guarda silencio” le respondí enfadada. Sé que se lo diría en lo inmediato, pero el crepúsculo se hacia presente, otro día moría y la noche se abría paso. Los colores del atardecer cubrían el cielo y mirando hacia él, aunque yo no era creyente, emití una plegaria silenciosa pidiendo por Ivar y por mí, porque nos ayuden en este camino sinuoso y difícil que se tornó nuestra vida. - ¿Por qué nosotros debemos pasar por todo esto? - pregunte tristemente apretando un poco más su mano. Pensé brevemente en mi vida hasta ahora, sin recuerdos de mi primera infancia, de haber sido rebelde sin causa hasta hace poco tiempo, de no tener una gran relación con mi familia, pero aun así no creía que mis infantilismos fueran lo suficientemente terribles como para merecer tantas dificultades y problemas. - Quizás deberíamos preguntarnos ¿Por qué a nosotros no? Tal vez, tantas dificultades en nuestros inicios solo nos fortalecerán. Si nos enfocamos en lo que debería ser y no en lo que podemos hacer, nos estancaremos en un solo sitio. Estamos juntos Aria y como lo leíste, nunca un lobo blanco había conseguido su pareja destinada antes, pero tu y yo estamos destinados a estar juntos. Le sonreí y me inundé de su calidez. Él tenía razón en ese punto. Con las pocas respuestas que teníamos debíamos hallar soluciones y una de ellas se estaba gestando en mi interior, una que si me lo hubiesen preguntando días antes no lo consideraría siquiera. La bruma que se hallaban en mis pensamientos parecía disiparse ahora mas rápidamente. Comprendí que Él estaba dispuesto a darlo todo por mí, incluso su vida y yo tendría que una decisión. Una decisión que implicaba transitar un viaje solo de ida. No existía el retorno después de ello, como así tampoco existía otra opción. Mi vida, mi presente, mi futuro y mi destino estaría unido indefectiblemente a él. Nuestras almas estaban unidas desde el momento en que nacimos. Aquello que había sostenido a capa y espada hoy se derrumbaba. Como un rayo de luz que ilumina la oscuridad, en ese preciso instante, sellaba mi destino con mi decisión. Mi mente se clarifico y vi con precisión la verdad que había estado oculta en mi interior: lo salvaría, estaba en mi hacerlo aun no sabiendo cómo. Pero para ello teníamos que tener todo el tiempo disponible que pudiésemos conseguir y la única forma sería aceptando el vínculo. Marcándonos y afianzándonos como pareja destinada para siempre. - Quiero que me marques esta noche- emití y no existía en mi ningún resquicio de duda ni temor. Era lo que debía, pero, aunque no lo admitiría en voz alta, también era lo que quería.
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