POV Aria
El olor a antiséptico y medicamentos me quemaba las fosas nasales y el pitido constante de alguna máquina molesta me sacaba de mis casillas. Sentía la calidez, ahora ya conocida por mí, extenderse desde mí mano hacia todo mí cuerpo. Abrí mis ojos, que aún se sentían pesados, y ahí estaba él. Tomando mí mano y su cabeza apoyada en la camilla de hospital donde me encontraba acostada. Como si fuese algo automático, abrió sus ojos para toparse con los míos y vi el alivio asentarse en su rostro.
Entonces lo recordé todo. Los mareos, la pesadez de mí cuerpo, la lentitud y la perra de Lyra golpeándome con ganas de matarme.
- Por fin te has despertado - murmuró Ivar, levantándose de su incómodo asiento para darme un beso en la frente, algo sumamente inocente pero que enviaba miles de descargas eléctricas a todo mí cuerpo.
- ¿cuánto tiempo estuve inconsciente?- pregunté y mí voz sonaba rasposa y horrible.
- unas diez horas- respondió después de ver la hora. lancé un juramento en mí fuero interno. Habían sido demasiadas horas.- Ya han empezado - agrego y vi como la ira y la tristeza se alojaban allí, por un segundo antes de volver a ponerse la máscara que ocultaba sus emociones.
-¿Qué quieres decir?- inquiri pero ya sabía la respuesta
- Te han envenenado. Si hubieras tomado todo el agua de tu maldita botella estarías muerta. Mí padre esta llevando a cabo una investigación. Seguramente alguien debe saber de ti....- comenzó a decir y lo frene en seco. Yo sabía la verdad y debía decírsela
- No tiene que ver con eso. Lyra me dijo que esto era un aviso. Que yo era debil para ti y para ser la Luna- Ivar retiró su mano de la mía y sentí el frío invadirme.
- Ella no haría tal cosa, además nadie sabe que somos pareja- respondió y el hecho de que no me creyera hizo que mí corazón doliese.
-Pues son sus palabras las que te he dicho y debe intuir que entre tu y yo pasa algo.- repliqué irritada. Mí lobo gimoteaba en mí interior porque mí pareja no creía en mis palabras y también por cómo yo le respondí asperamente.
- Ella puede decir muchas cosas, Aria, pero intentar matarte con veneno no es algo que haría. La conozco, hemos crecido juntos, puede estar celosa porque terminé lo que teníamos en la fiesta del otro día, pero no es una homicida.
- Perfecto, si tu posición se basa en la incredulidad de mis palabras no tenemos nada más que hablar. No tengo ningún tipo de dudas sobre quién puso veneno en mí agua, y ella me lo confirmó al decirme que esto fue solo un aviso. Vete, no quiero que estés aquí - escupí furiosa. Mí loba, estaba ya bastante recuperada y me molestaba constantemente por lo que le puse un bloqueo. Me sentía superada entre sus quejas y que mí pareja no me creyera. Mí cuerpo emanaba olas de pura ira y sabía que él podía sentirlas.
-No quiero...- quiso decir pero lo detuve una vez más.
- Te dije que te fueras. Serás el futuro Alfa de esta manada, pero no te quiero en mí habitación. Pensé que estábamos avanzando, pero una vez más vuelves a desconfiar de mi, de lo que digo.
-Aria....-suspiro frustrado.
-Te lo diré una sola vez más, vete o juro por lo más sagrado que te rechazare aquí y ahora- mis colmillos se extendían en mí boca y sentí mí propia sangre correr por mí lengua.
Vi a Ivar luchando por el control de su lobo ante la mención de mí rechazo. Me importaba poco. Decidió que Lyra no era culpable sin siquiera tener los resultados de la investigación y no solo me dolía porque no me creía, sino porque en sus pensamientos la elegía a ella por ante mí, su pareja destinada.
Me consumía los celos y la ira, ambos teníamos un duelo de miradas sin apartar los ojos furiosos, el uno del otro. Finalmente y sin decir nada, Ivar se fue dando un portazo y dejando las paredes temblando.
No fue hasta que su olor se fue enunciando que ya no se encontraba en el hospital que pude volver a respirar con tranquilidad. En la habitación privada y ahora en completa soledad, pude dejar que las lágrimas fluyeran. Ni el vínculo de pareja había sido suficiente para cambiar su perspectiva sobre mí.
-No quiero una pareja así para mí vida- enlace a mí lobo porque a pesar de todo lo que ocurría en mí vida, lo único estable era la compañía del animal que habitaba en mí interior. Ella gimoteaba en mí cerebro y yo lloraba en el exterior. - si lo rechazamos, ¿podremos superarlo? - le pregunté porque el dolor sería para ambas si eso ocurría.
- podremos superarlo, pero no quiero rechazarlo. Él es nuestra pareja, nos protegerá hasta que tengamos la fuerza para que nada nos haga daño- mi loba lo amaba, a su parte humana y a su parte animal y la entendía, en parte.
- No te estoy diciendo que lo haré ahora mismo, solo estoy pensando en las posibilidades que tenemos- la consolé mientras me arrancaba la vía con suero y me levantaba de la cama. Encontré una bolsa con mí ropa por lo que me vestí, tomé algo de agua y salí hacia el exterior de la habitación. Los hospitales apestaban a remedios y a muerte.
- Aria- la voz del médico de la manada, el Doctor Michel, me frenó en seco en mí intento de huida. - deberías estar reposando pero veo que incluso te arrancaste la vía - en su voz solo se escuchaba reproche y rodé los ojos. No me quedaría un segundo más allí, menos sintiéndome bien.
-Doctor, ya me siento bien y no me quedaré más tiempo acostada - respondí tranquilamente mientras seguí caminando hacia la salida.
- Tengo órdenes del futuro Alfa de cuidarla y no creo que deba irse- replicó el doctor molesto. Quizas le ocasionaría problemas, pero en ese momento no me importaba.
-Pues me importa poco las órdenes que le han dado. Yo soy la paciente aquí y decido que hacer de mí vida. Firmaré el papel que sea haciéndome cargo de mis acciones -mascullé más irritada que nunca.
El doctor, con el rostro desencajado me llevo hasta la recepción y me hizo firmar varios papeles en los cuales decía que él y el hospital no se responsabilizaban de mí por haber decidido darme de alta sola. Los firmé con rapidez y salí al exterior. La brisa proveniente del bosque ayudo a calmar mis nervios y mí enojo mengüo aunque no desapareció.
No tenía ninguna idea de dónde ir o que hacer. Podría ir a la casa de papá y mamá pero ahí sería el primer lugar donde Ivar me buscaría cuando se enterase de que me fui del hospital y también mí hermano se lo diría. No quería ir a la casa de la manada y toparme con él tampoco. Estaba sola, muy sola y el pensamiento era deprimente
- ¿Aria?- la voz familiar de Lucas me hizo voltear rápidamente para toparme con sus bonitos ojos. Tenía una sonrisa en su rostro que cambió rápidamente al ver mí rostro magullado y las lágrimas corriendo por él. -pero ¿qué demonios...?
- Necesito irme de aquí, ¿puedes ayudarme? - pregunté acercándome a él como si fuera mí salvavidas en medio del mar.
- Claro que si, vamos -respondio tomando mí mano e instandome a caminar.
No existía la electricidad entre nosotros pero me encontré lamentando que no fuera así. Lucas era increíble y estoy segura de que cuando le cuente todo, no desconfiará de mis palabras.
-Podria ser nuestra pareja elegida - enlacé a mí loba para saber que pensaba de eso. El vínculo con Ivar estaba allí, pero no nos habíamos marcado. Si nos separaramos antes de que se afiance el vínculo por completo, quizás dolería, pero tal vez no tanto. Mí loba no contestó, refunfuño molesta pero tampoco mostró ser reacia a mí planteo. Tal vez, y solo tal vez, una vez que descubra más sobre mí y sobre mí loba y pueda vislumbrar la luz sobre todo lo que ocurría actualmente, podría tomar las riendas de mí vida y dejar a Ivar.