Tahiel. —Mmmjjjj. —Ya termino. —arrugo las mantas con fuerza porque siento que mi pierna me la arrancan donde me la tocan. —¡Por los dioses, me duele!. —Ya termino. —hasta abrir los ojos me duele, y siento como me alzan la cabeza—. Despacio, no te muevas, yo hago todo, quédate quieto. —¿Qué me pasa Qidel? ¿Por qué me duele todo?. —Te lastimaste muy feo la pierna Tahiel, déjame acomodar la almohada. —al fin puedo verla, tiene tremenda cara de dolor y cansada, los ojos rojos e hinchados—. ¿Bien?, ¿cómodo?. —Si, —me miro la pierna donde la tengo con vendas y unas hojas de alguna planta medicinal, no sé nada de esto pero debe serlo—. ¡Como duele!. —Tienes que tomar esto que te dejó Maca, ven. —me da un té que esta caliente pero no para quemarme—. Tómalo todo, sabe feo pero te va a ayu