Una bella durmiente

1755 Words
"Esta pequeña conejita de angora" pensó Ji Yasuf. "Es tan hermosa, me da ganas de apretar su carita enrojecida y colorada." Ji estaba fascinado mirando dormír a Gabriela, quien hasta pegaba pequeños ronquidos. Era un hombre silencioso, sobre todo solitario y un genio en los negocios, pero su carácter solo le hacía notar más, pues tantos hombres como mujeres eran quienes querían saber mas de él, se interesaban. Su aura poderosa infringía en el resto de las personas un temor, y eso no era presisamente por que él fuera un hombre despiadado, era solo el hecho de verlo llegar y su presencia arrolladora, hacía vibrar a los demás, y siendo que tenía todo eso a su favor, Ji Yasuf Kim permanecía sin una mujer a su lado, una con la que pudieran verlo acaramelados, actuando enamoradizo o tierno, algunas personas los mas intrépidos Incluso se atrevieron a decir que Ji era del bando contrario, estaban lejos de la verdad. Pues Ji solo era selectivo, era de aquel tipo de especie en extinción, de los que ama y lo hace legalmente, era un tipo que solo se enamoraría una sola vez en la vida, y nada, esa era la rareza en la que se fijaran el resto de las personas. ¿Acaso esperaban que fueran como la mayoría de los que se creían sementales e iban hasta por una escoba con falda? Pronto el hombre se acostó al lado de Gabriela y quedó disfrutando de la exquisitez de su contorno de rostro, nariz y su forma curvada de sus labios, se le antojó pegar un pequeño e inofensivo mordisqueo en sus labios suaves y apetecibles, pero no se atrevió, pues era un caballero a la medida. Pasados los minutos, el sueño también venció a Ji, el se quedó dormido al lado de la mujer. Gabriela despertó de su sueño profundo solo para darse cuenta que estaba en una suite de hotel, descubrió que ella estaba en una habitación lujosa, sus recuerdos volvieron a su mente, y empezó a sentirse con miedo, por que lo último que recordaba era a su tío haciendo que se desmayara, "oh por Dios" exclamó Gabriela, dió la vuelta y vió a Ji Yasuf, su cuerpo dejó de sentir el miedo intenso de hace un momento, ahora no sabía por qué, pero al verlo a él se había sentido tan pronto más relajado. Ella pensó rápido y decidió largarse del lugar, para eso se puso de puntillas para irse, se había revisado su cuerpo y no tenía nada de manchas de amor, estaba limpia y traía pijama conformada de pantalón y camisa manga larga y era gruesa, había suspirado de alivio, por último volvió a ver al hombre y se dijo: "no soportaré verle en la cara después de lo que pasó entre nosotros" dicho eso salió de puntillas, pero la voz magnética y varonil de Ji la hizo detenerse en seco. —¿Dónde crees que vas? Ven aquí —ordenó. —Debo irme, mi abuela espera por mí y si me quedo otro rato, podría perder el empleo que tengo. —¿Siempre piensas en empleos, dinero? ¿necesitas tanto del dinero? Te pedí que te acercaras a mí —volvió a decir Ji, quién estaba disfrutando de verla nerviosa y sonrojada. Para molestar mas a Gabriela, Ji Yasuf dijo lo siguiente: —¿No es que ya me habías entregado tu primera vez? ¿cómo es que lo estás vendiendo ahora a otro? —las palabras de Ji fueron muy amargas y dolorosas para la chica quien tragara saliva, sentía pena y verguenza por todo lo que estaba pasando aquí. —No es mi culpa, me trajeron aquí, estoy aquí sin mi consentimiento. —afirmó Gabriela, y Ji sabía que ella decía la verdad. De por sí él ya había mandado a investigar la vida y milagro de la mujercita que en verdad le cogió su primera vez a él también, y lo raro de todo esto era que antes de Gabriela, Ji no parecía querer estar volando penca follando a alguna mujer, pero después de que lo hizo con ella, solo de pensarla, y su maquinón se pondría duro como una roca. —¿Sabías que tú sí me tomaste mi primera vez? y mi problema ahora es que ya no puedo estar con otra mujer. —Tu debes recibirme y hacerte cargo de mi por el resto de tu vida. —aseguró el hombre, su cara estaba llena de sonrisas sutiles. —Yo, yo... este, yo no tengo dinero para compensarte —dijo Gabriela. —Entonces vas a tener que llevarme contigo y hacerte cargo de mi —manifestó otra vez su intención. —Pero... ¿cómo podría hacer eso? ¿Soy pobre y apenas el dinero me alcanza. —aseguró la ingenua Chica sin darse cuenta que Ji le estaba jugando una broma. Después de una hora, Ji iba caminando detrás de Gabriela, era la primera vez que Ji se dejaba ver al lado de una mujer, sus guardaespaldas lo miraban de reojo, la curiosidad estaba escrita en su frente. Por supuesto a él no le importaba eso, estaba con un rostro de semblante alegre, casi se podía asegurar que sonreía de manera discreta. Gaby se subió al tren, pagó sacando centavos de pesos para el ticket de pasajeros, el hombre sin formular una palabra la seguía, se sentó a su lado en el tren, era la primera vez que él se subía a un tren de pasajeros, si la muchacha supiera que este hombre tenía en una bodega, una colección completa de autos veloces cómo las que aparecían en la película de rápidos y furiosos se le caería la quijada. Él tan solo estaba probando a la joven por que en su mente ella ya era la mujer para casarse con él y tener sus propios hijos. Algo que antes no se le había ocurrido. Gabriela miró a un transeúnte comer un emparedado, ella relamió sus labios algo resecos, pues sentía hambre. Bajando del tren se volvió al hombre y le dijo: —Sr. Kim, ¿estás seguro que me quieres seguir a dónde vaya? No tengo nada para comer, duermo en el edificio donde cuido a los viejitos, gano lo suficiente para alimentarme y alimentar a mi abuela. Ji Yasuf la miró con ojos profundos a la Chica, ella era una persona sin techo, o al menos su tío siendo un parásito la había obligado a salirse de casa y ahora estaba en la intemperie. ¿Cómo podría dejarla ir sola por ahí a su suerte? Probaría conocerle por un tiempo para comprender su vida y su mundo, trataría de vivir en sus zapatos para comprender su situación y luego la traería a su mundo, el mundo donde abundaba el dinero, pero reinaba la soledad, un mundo donde priorizaban el dinero, el éxito, pero descuidaban al corazón. —No te preocupes, podré afrontar la situación, si tú has podido, yo también puedo —afirmó Ji. —Está bien, siendo así sígueme. —dijo la joven y dió la vuelta para entrar a un local pequeño en la orilla de la calle. Para juicio de Ji Yasuf, éste era un lugar grotesco, sin lujos al que el estaba acostumbrado, pero de un momento a otro, cuando Gabriela fue tratada con amabilidad y respeto, sintió que incluso la comida sabía muy bien. —Señor y señora Gutiérrez, ¿cómo están el día de hoy? —apareció en escena dos ancianos, no tan ancianos, ellos eran fuertes, se pudo observar que eran un par de matrimonio, mantenían una sonrisa dulce hacia Gabriela. La trataban con amabilidad. —Hija, ¿que bueno que te veo saludable, es un día mas que Dios nos ha dado para disfrutar de la vida. —dijo la mujer de tercera edad. A lo que Gabriela respondiera en risas, si abuelos, —Ando por acá con mucho apetito, si me vendiera dos desayunos sencillos, te lo voy a agradecer mucho —dijo la joven Gabriela. —Claro mi niña, a ti te vendo todo lo que tú quieres —la mujer mostró una sonrisa amable. Luego volvió a ver a Ji y preguntó. —Quien es el caballero a tu lado —Gabriela no sabía cómo referirse al hombre y titubeó, a leguas se notaba que era un hombre acaudalado. Ella tragó saliva volviendo a ver a Yasuf. —Soy su esposo —dijo Ji Yasuf Kim dejando boquiabierta a la propia Gabriela. —¿Qué? —exclamó la mujer mirando con los ojos saliéndose de su órbita. En voz baja el hombre le dijo solo para que ella escuchara. —¿No nos prensamos el cuerpo, y nos besamos en todo el cuerpo hace ya un mes? Eso no lo haces con desconocidos, si no solo con tu esposo. La cara de la joven Gabriela se contrajo, casi le da un patatús. Tartamudeó sintiéndose avergonzada mientras que el par de viejillos se rieron de lo fome que se veían, el anciano dijo: —Que hermosa pareja son, me gusta como se ven juntos —esta declaración tan pronto fuera escuchada por Ji lo puso de muy buen humor. Comió el primer plato de desayuno y luego el segundo y tres. Gabriela estaba al punto del coraje, se puso nerviosa de que su ahorro se acabaría para una semana si seguía manteniendo a este glotón. La sonrisa de Ji Yasuf se veía, su aura se había vuelto alegre y positivo. Al salir del local, Ji dijo alegremente. —Me gusta como cocinan ellos, le ganan a mi sheff de casa. —Gabriela quedó descuadrada del ojo, ella no entendía a este hombre, él tenía donde quedarse, pero ahora se había convertido en un vividor a su lado. —¿Por qué no te vas a tu casa? —¿Acaso no lo recuerdas ya? Me sedujiste, ahora debes cargar conmigo. —respondió de regreso. Gabriela quería llorar, pero se rió por no echarse a patalear. —No tengo nada que ofrecerte, además, yo no soy tu esposa a como afirmaste allí adentro. —Si, pero te acostaste conmigo, ¿por qué lo niegas? —pues ... porque no recuerdo que pasó esa noche —dijo ella en su defensa, y vaya que sí así lo era para ella, pero Ji si había empezado a recordar y todas esas emociones lo quería volver a revivir. Sonrió satisfecho, a como dijeran en mi pueblo, barriga llena, corazón contento, se voló tres platos de comida sencillita.
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