Conocer a la abuela

1244 Words
Ese mismo día, Gabriela tuvo que llevarse a su ahora esposo ante su abuela, Ji Yasuf quería ser presentado ante la abuela de su esposa. Al llegar al edificio llamado también residencial Guadalupe, Gabriela notó muchos cambios de noche a la mañana. Por ejemplo que la fachada de afuera estaba siendo reparada mas rápido que un rayo, además cuando entró había una docena de personal para atender a los ancianos, y no solo eso, había comida y productos nutritivos para ancianos. Gabriela exclamó con emoción. —¿¡ Que Ángel ha hecho todo esto por nuestros viejitos!? —la cara de Ji tenía una rara sonrisa reprimida. "¿Acaso esta niña era tan tonta que no se daba cuenta que con quién se casó?" ¿No le daba validez a él? Carraspeó la garganta mirando hacia arriba, se hacía el tonto para que ella dijera tan de pronto, "Oh si mi amor tú eres mi ángel, pero nada" Ella empezó a especular que habría sido el nuevo presidente del país, o que quizás fue un diputado joven y con mente amplia y fresca, lo que hiciera enojar al señor Kim de buenas a primera. —¿Habías visto hacer algo a esa gente antes? —cuestionó Ji Yasuf muy molesto. —O que un diputadito joven con ideas frescas tenga las agallas de enfrentarse a los más viejos y hacerse notar. —le queria salir hasta los ojos a Ji al hablarle acerca del tal diputado fantasma. —¡No! —dijo Gabriela para relajación de Ji, pero luego le dió con la bazuca. —Siempre hay un revolucionario que inicia dando el buen ejemplo. —dijo la mujer sin saber que con sus ocurrencias estaba poniendo a su marido en jaque mate. Ji Yasuf el hombre inteligente, el referente cuando se tratara acerca de hacer sociedad, el que tocaba una idea y le daba su punto de composición y lo volvía un éxito, estaba tambaleándose en la guillotina cuando se trataba de esta mujer tonta. Ladrona de sus pensamientos, de la reacción de su mísmo cuerpo, o quizás no lo era, quizás tan solo estaba tomando lo que años o milenios atrás ya era suyo por elección del altísimo. En algo le debía de fallar la composición a este hombre, por que perfecto ser no debía haber sobre la faz de la tierra y es que Ji seguia pelando el coco y por nada, pues Gabriela tan solo se refería a alguien que hiciera algo bueno por los demás, pero Ji se sentía celoso con solo ella hacer una idea del supuesto hombre "ángel" que no era el. Ji Yasuf murmuró encaminando de un lado a otro diciéndose para sí, "quiero ser yo ese hombre que ella cree es un ángel salvador. Su ángel bueno quería ser solo el y también quien esté en su memoria, en sus recuerdos, quería ser él el responsable de sus alegrías, sus anhelos, quería ser su cómplice en todo”. —Vamos señor Kim, te presentaré a mi abuelita, pero ojo como te refieres a lo de nosotros dos, ¿me oyes? no quiero que ella sepa acerca de nuestro matrimonio, por que para mí abuela el matrimonio es sagrado —dijo Gabriela, lo que hiciera que Ji pensara para si mismo, "y para mí también, ya somos dos" Al verse las caras, el rostro de Ji estaba fruncido, sus tupidas cejas de espada se movieron de arriba abajo. Gabriela se detuvo de pronto de hablar y fijó sus ojos claros en las cejas de él, este se hizo la chibola de los ojos para arriba, pues quería saber que era lo que había hecho detenerse a ella para mirar con cuidado, de pronto se oyó la voz de Gabriela decir lo siguiente: —Tienes hermosos ojos, tu mirada es pícara —Gabriela no sabía que Ji era así tan solo con ella. —Ya sabes, si quieres un hijo con estos ojos encantadores, podemos empezar a encargarlo esta misma noche —lo dijo así tan descaradamente el hombre que dejó sin palabras a la chica. El propio Ji se sorprendió de sus propias palabras, ¿desde cuándo era un semental? si siempre estuvo alejado de esa cosa entre las piernas de una mujer. Mientras que Gabriela se hizo una escena en su imaginación de cómo sería encargar niños con los ojos de Ji, ella dijo: —Bueno, servirá un embarazo vía fecundación in vitro —el hombre se detuvo a secas, él reclamó con vehemencia. —Si, eso es para quienes no quieren estar juntos, tú debes hacerte cargo de mis necesidades —dijo Ji de alguna manera abrupta. —¿Qué? ¿tus necesidades? claro, después de vernos con la abuela trabajaré más duro —Ji la tomó de los hombros e hizo que ella lo mirara a los ojos. —Dormirás a mi lado, me abrazarás, me besarás y después de todo eso, seguro querrás prensar tu cuerpo conmigo. Ella tartamudeó, sintiéndose rara, sus mejillas se colorearon y se sintió calentar su cuerpo, asustada ella dijo: —Ji, ¿no se supone que tú me debes a mi? Primero me obligaste a subir en tu avión, me pediste que trabajara para ti, no me pagaste, y mas bien ahora yo debo ser tu esclava? —el rostro de Ji palideció. No era lo que él pensaba, si algo quería él, era acaramelarla, acariciar todo su cuerpo hasta memorizar las últimas pecas escondidas, ¿cómo es que no aprendió a enamorar a una mujer? y no a cualquier mujer? si no a esa que le roba hasta los suspiros, su tranquilidad. —¿Que quieres Gabriela? si me pides lo que sea, te puedo dar, menos que me pidas que te deje y me vaya. —dijo Ji dejando sorprendida a la mujer. —¿Para que me quieres? —preguntó de nuevo la chica tonta, pero si ya lo había dicho hace un minuto, te quiere para prensar tu cuerpo debajo suyo, o viceversa. "ah, necesita un coscorrón en la cabeza esta chica" Sin embargo Ji fue explícito al abrir la boca y decir todo lo que él quería de ella. —Quiero... quiero descubrir el paraíso contigo, vivir los detalles más simples y convertirlo en los más maravillosos, quiero ser el padre de tus hijos, llamarte amada mia, casarme contigo en cada aniversario, llamarte mi loca, mi loba, mi conejita de angora. —Quiero que seas mi presente, mi futuro, quiero tan solo quiero que tu seas mi mujer. —¿Tu quieres lo mismo conmigo? —preguntó abiertamente el hombre, si su asistente le viera, diría de dónde le salió lo romántico a este hombre friolento, pero que gracias a Dios estaban solos en este momento peculiar. En ese momento se abrió la puerta de la habitación de la abuela, una cuidadora salió sonriendo, la abuelita quien estaba sentada en una silla de ruedas dijo entre risas. —Hijita, ya me llevaron a tomar el Sol y me llevaron a dar un buen paseo por el jardín y el parque. Los ojos de Gabriela quedaron como platos casi por salir de su lugar. Volvió a ver a Ji, ahora mismo tenía la cabeza llena de sus palabras. No sabía qué responderle a este hombre, la había tomado de sorpresa con su confesión de amor, pero lo que más le había hecho feliz era ver lo bien que estaba su abuela.
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