Soy su esposo

1726 Words
Lo primero que dijera Ji al ver a la anciana fue decir sin censura lo que él era para la Chica. —Hola, soy el esposo de su nieta, abuela. —la cara de Gabriela se dislocó de su sitio mirando al hombre con una cara ladeada. —¿No te dije que no debías contarle eso a mi abuela ? —dijo Gabriela a lo que su abuela se enojara con la nieta y la regañara a todo pulso. —¿Se puede tapar el sol con un dedo acaso, Gaby? —dicho eso dió la vuelta para entablar comunicación con Ji Yasuf ignorando a su propia nieta. —Entonces, ¿somos familia? —preguntó la abuelita. —Si, lo somos —respondió él, la abuela pudo notar en sus expresiones que tenía una sonrisa suave, su cara llena de ternura, de amor que sentía, se podía decirse que Ji Yasuf era un hombre enamorado de Gabriela y era algo que no podía ocultar. —Mi nieto político —resonó la voz de la señora. —No me considere lo de "político" —dijo Ji Yasuf. —Ellos suelen ser falsos y poco leales a sus palabras, a mí me puede considerar ya parte de tu familia, por que eso es lo que presisamente haré por ti, soy tu familia. —señaló el hombre quien mantuviera fija en la abuela de Gabriela. —Se vé en tu mirada lo que hay en tu corazón, hijo. —Llámame su nieto Yasuf, Gabriela me llama Señor Ji —Jajaja se rió la abuela y dijo lo siguiente entre susurros bajos, era como si no quisiera que la escuchara lo que dijera de la nieta. —Ella no sabe nada de nada de hombres, cosas de cariño y amor, me temo que tendrás que enseñar de cero todo a mi querida Gaby. —los ojos de Ji rodaron hacia Gabriela y se reencontraron mirándose. La abuela miró las miradas intercaladas entre los dos, ella hizo observaciones y se le mostró una sonrisilla tierna en su envejecido cuerpo. Volvió a retomar la conversación y dijo lo siguiente que al señor Ji Yasuf le alegrara tanto. —Me hace tan feliz que mi pequeña nietecita tenga a alguien como tú a su lado, yo ya estoy vieja y sin recursos, pues mi esposo y yo no supimos educar bien a nuestro hijo mayor, a Mainor y hoy él lejos de ser una columna de base solida para nuestra familia, se ha convertido en un gorgojo, nos come por dentro. Las palabras de la anciana no eran más que la verdad, pero triste, en resumen era la historia familiar de Gabriela, quien no quería que se ventilara su triste situación. —Abuela, no hables de esas cosas con … extraños. De repente se detuvo y ya no dijo mas. —No hablo con un extraño, hablo con tu esposo, tu misma lo elegiste. —refirió la abuela. Después la anciana volvió su cara hacia Ji y con una sonrisa siguió hablando acerca de lo que pensaba. Al final, Ji Yasuf le dijo a la abuela. —Ahora no debes preocuparte por nada abuela, yo lo haré adecuadamente. —de repente fue interrumpido por Gabriela. —¡Oh por Dios! ¿fuiste tu quien trajo la ayuda a la residencia de ancianos? —necesitaba afirmar acerca de su duda. —Si, así es... ¿Ahora soy tu ángel? —preguntó Ji endureciendo su mandíbula. —No fue tu diputado con mente amplia y entregado a su deber de servidor público —preguntó de nuevo el hombre, los celos sin sentido habían vuelto a él. Gabriela estaba aturdida por el descubrimiento, de escuchar que él se haría cargo incluso del abuela, la ayuda a los ancianos, ese debía ser un ángel. —Abuela, ya que ya nos conocimos, ahora me toca marchar —dijo Ji levantándose de su asiento. —Si —dijo la abuela mirando a la figura alta que se emergiera a su lado, pudo notar la altura imponente del hombre, su vestimenta y su porte, era un hombre con dinero y volvió a sentir la duda en su cabeza. ¿Podría un hombre rico fijarse en su nieta sin tener ninguna mala intención? La abuela tragó saliva y Ji pudo notar la incertidumbre en el semblante de la anciana. —¿Te estás preguntando si estoy actuando seriamente por tu nieta? —Ji se agachó y se arrodilló delante de la anciana y dijo: —Sé que nada es seguro en esta vida, y no puedo decir nada como garantía, y que perfecto solo es Dios, pero trato, me esfuerzo a ser una buena persona en esta vida, y no soy un hombre que se casa cada dos por tres. —Y aunque en realidad me acabo de casar con Gaby, pero es para toda la vida. —Ji no tuvo reparo en decir sus pensamientos así delante de todos. —Si dependiera de mí, la quiero a mi lado para siempre, espero que ella quiera lo mismo conmigo — dijo Ji. —dejando a Gabriela sorprendida. La abuela se rió de las palabras del hombre y de la reacción de su nieta, nunca la había visto ponerse roja como un tomate. Su nieta parecía vulnerable y frágil , pero no del peligro, sino de ya haber perdido las defensas contra este hombre. Y es que eso era algo que preocupaba a la abuela, Gabriela se había olvidado de si misma por tratar de suplir a ella y a su esposo, ella lloraba internamente y oraba por el futuro de su nieta. La abuela decía: «« Dios, pronto moriré, y mi nieta quedará sola en esta vida, ya sus Padres murieron, le quedamos solo yo y su inútil tio, él no puede ni con el mismo ni con su propia familia, por favor no desampares a mi querida nieta. Gabriela ha luchado tanto, e incluso se ha olvidado hasta de ella misma, por favor, envíale un ángel para que cuide de ella" y así fue, se dijo para sí la Anciana Beatriz Lombí, su nieta tenía a su ángel, hace poco él preguntó si era su ángel, ella se rió de como trabajaba Dios en la vida de las personas. —Abuela, nos debemos marchar —dijo la chica mirando a su abuela quien más atenta que nunca la observaba. —Gaby... —dijo la abuela mirando a su nieta —él es tu ángel. La cara de Ji Yasuf Kim se volvió emotivo y su sonrisa se amplificó. —Abuela, seré para Gaby lo que ella desee que yo sea, por mi parte estaré satisfecho si ella me llama su ángel, o su esposo, su novio eterno, su amigo, galán o lo que ella desee de mí —enfatizó concluyendo su discurso. —Vamos ya, hay que trabajar —dijo Gabriela haciendo fruncir las cejas de tanto su abuela como de Ji. —En este caso abuela, nos vamos —dijo Ji. Al salir afuera, Gabriela quería decir algo, había levantado la mano para hacer señalamientos, pero se congeló en el aire, entonces Ji aprovechó para tomarla de la mano y caminar hacia el auto, esta vez, ya estaba el conductor personal de Ji, el hombre se bajó apresuradamente y abrió la puerta a los dos, quienes se sentaran en el asiento de pasajeros. Dentro de aquel vehículo, Ji Yasuf le dijo a su chica. —Ya volví a matricularte en la universidad, ya no tienes que tener dos o tres trabajos para mantener la ayuda a tu familia, ellos ya son mi responsabilidad. La cara de Gabriela se volvió de sorpresa, pues no esperaba ni en mil años este cambio enorme para ella, ya había perdido la esperanza de seguir con sus estudios. —¿Que hiciste qué? —preguntó de nuevo. —Que ya puedes volver a la universidad, y no debes preocuparte por tu abuela, yo lo haré por ti —ella tartamudeó. —Pero, pero... ella es mi abuela. —Y yo soy tu esposo por lo tanto ellos ahora son mi responsabilidad también —dijo Ji Yasuf, el oído del conductor se levantó así escuchando sin querer la conversación de los dos, era claro que él no lo divulgaria, pero estaba totalmente sorprendido de lo que estaba escuchando. El conductor pensó para sí solo, un hombre como el señorito Ji Yasuf Kim, prominente, atractivo, rico al cuadrado, descendiente de una de las familias más influyentes de toda Asia, ¿enamorado de una pobre chica plebeya? ésto era como las historias royalty de reyes enamorándose de una mujer de entre sus súbditos. —Estudia y esfuérzate —dijo Ji. —Ya mi conductor aquí presente te hará las vueltas de llevarte, traerte, por ahora nadie debe saber que eres casada. —dijo Ji Yasuf sin dar más explicaciones. Gabriela solo fruncia su cejas, pues le parecía patético todo. —¿De quien me quieres esconder? —consultó algo irritada. —A las personas no les importa si estamos o no casados, pero yo quiero mantener lo nuestro así, solo entre nosotros y nuestras familias, en cuanto a mi abuelo, él no es como tu abuela, es quisquilloso, quiero que cuando te lleve ante él, seas autosuficiente y profesional. —Ah, ¿temes que no te aprueben la esposa que te has buscado? —dijo Gabriela en son de enojo. —Solo quiero que sepas que yo te elegí y es el 99.999 por ciento de lo más importante para ser mi mujer. —El otro porcentaje es la parte de lo que mi abuelo diga o piense de ti. —concluyó el hombre. —He comprado un apartamento en el centro de la ciudad —anunció Ji. —Ahi estarás tranquila mientras estudias. Gabriela lo volvió a ver sorprendida al hombre cuyo aura parecía intimidarla. Lo cierto es que ella pensaba si porque teniendo la identidad que tenía, quería involucrarse con ella, una chica que lo único a su favor que tenía, era su belleza física, pero eso se iría como todo lo pasajero. —Gracias, pero no. —Prefiero no vivir en ese apartamento, seguiré en la Casona de mi abuela —dijo la chica haciendo que Ji la mirara con escrutinio. —No te molestará nadie en ese apartamento —quiso convencer Ji.

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