Corderita al matadero.

2335 Words
Roxana le dio un toque en la espalda para que mantuviera su negación, mientras veían a la señora Monic Sinclair alejarse. Después de ver a la gran empresaria difuminar su sombra con unos pasos que la borraron de ese escenario, no dudó en hacer una pregunta que le inquietaba. —Roxana, ¿cuánto crees que le paguen a estás modelos?. —¡Ay!, por favor Melody. ¿Perdiste acaso la cordura. No creo que tu pudor te permita hacerlo. Se me hace difícil imaginarte mostrando tu cuerpo a los clientes, como prostituta fina.—Su compañera saco un baby doll, de encajes transparente y diminutos lunares dorados, era de sus últimos diseños para la colección "Olimpia".—Solo mira estas otras piezas.—Roxanna no sabía resguardar su actitud desconfiada por ese panorama tan extraño. Si fuera por una gran cantidad de dinero, hasta su pudor dejaría de lado por unos minutos. Tampoco era que iba a andar desnuda. Necesitaba dinero. Estaba casi en la calle y una cantidad generosa podía ayudarle mucho. Reflexionó, retorciendo los ojos en el espacio. Roxana estaba al tanto de su expresión nerviosa y dubitativa a la misma vez. —En estos momentos amiga, estoy tentada. Mi familia y yo no estamos pasando por una buena racha económica. —Bueno, espero que no sea una situación tan extrema, no me gustaría verte rebajar, a exhibirte como mercancía.—No respondió, se recostó de una de las columnas, para intentar aquietar su mente.—Mejor ven, pongámonos a trabajar. Las modelos no tardan en llegar.— Esa vez fue Roxana que apuntó al reloj. En verdad, el tiempo estaba volando. Comenzaron a organizar los trajes de baño y las lencerías. Pasados unos minutos notó que llegaron algunos de los maquillistas y estilistas en general. Todo el ambiente empezaba a tener una buena onda. Pronto las modelos aparecieron. Roxana, en un momento, la llamó a un lado. —Siento que estas mujeres tienen de modelo, lo que yo tengo de dama potentada. —Tampoco seas tan exagerada. Aunque sí las encuentro algo fuera de lo común.—Se aclaro un poco la garganta con disimulo antes de proseguir.—Igual son hermosas. —Claro que son fuera de lo común, parecen prepagos. ¿Me entiendes?.—Atajo su atención total con la mirada, para que descifrará con más claridad su juicio. —Damas de compañía. —No sé amiga, aquí hay algo extraño, pero ya eso no nos incumbe. Mejor dejar de pensar mal y pongamonos a trabajar. Ahora mismo la diversidad de modelos es muy diferente a la de antes. —Empezó a sacar algunas piezas del perchero. —Debemos actualizarnos, ya las modelos no suelen ser esqueléticas como antes, la industria de la moda exige diversidad. Bueno, aunque también hay una esquelética. Mira esa de ahí.—Le señaló una pelirroja bastante delgada. Su cuerpo apenas se notaba que se había terminado de desarrollar. Sintió un poco de pesadez, hasta vergüenza por estar criticando los cuerpos de esas mujeres. Le dio un apretón de manos a su amiga Roxana y compañera a la vez, para que salieran del malsano círculo de juzgar. Fueron juntas, hasta donde estaban las chicas. El ambiente se puso muy relajado. Mientras sacaba las piezas y se las iba seleccionando a cada una para comenzar a vestirlas. También veía cómo las maquillaban, cómo les arreglaban el pelo. Todas esas cosas en un momento de su vida las anheló para ella. Pero siempre optó por estar en las sombras. Exceptuando su pasatiempo favorito, que era el fútbol, ahí solía ser el centro de atención, en los partidos de la comunidad. En ese ambiente había conocido su único amor, Jhonas, el cual había fallecido minutos después de haber dado el sí ante un juez civil. Era triste pensarlo, pero la muerte se lo había arrebatado, incluso antes de haber consumado su matrimonio, se sentía vacía y sola, pero tampoco podía restregarle a Dios su dolor, debía seguir. Había la posibilidad, que en un futuro cuando alivie su pena, encuentre a una persona a quien amar, igual o más decente que su difunto amigo y esposo. Dudaba que existieran hombres tan caballerosos como él, la mayoría eran patanes. Nadamás había que recordar el tipejo que conoció en el centro médico, la forma tan burda de tratarla, como si no valiera nada, incluso no se limitó en burlarse de su oficio y minimizarla, también la amenazó. Se le erizo la piel al recordarlo. —¿Le pasa algo?.—La dueña de esa pregunta fue Laura, su jefa inmediata. Se levantó del asiento e intento actuar con normalidad, sin pensamientos que la afectarán tanto. —No, nada, solo pensaba en diseños nuevos.—Mintió, en su mente solo estaba el rostro del petulante engreído que habia conocido dos semanas atrás y de aliciente su mala suerte en la vida. —Pues entonces, manos a la obra.—En esas manos a la obra, tan fácil de decir para quien solo hacia más que mirar, mientras ella y su compañera trabajaban, hicieron muchos intento, por lograr la perfección. Que cada modelo llevará el revelador atuendo que más le favorecía a su silueta y tono de piel. Estaba tan concentrada en su labor que apenas se percató que una de las chicas no aparecía, había un total descuadre, cuando llegó la supervisora no pudieron evitar darle el reporte. —Señora Laura, nos falta una modelo, se supone que deben haber veinticinco chicas y solamente tenemos veinticuatro, —Las chicas ya estaban vestidas. Laura reparo ese hecho, sin alarmarse. —Eso dejaría una de las piezas por fuera para exhibición. —Es imposible, tenemos que buscar a la chica faltante, busquen en los catálogos. —¿En los catálogos?. —Preguntaron ambas con torpeza. La señora hizo señas de que era obvio que había un catálogo, ellas se mantuvieron inertes sin saber qué hacer, no entendían esos términos, ellas simplemente eran costureras. Nunca habían trabajado con modelos por catálogo. Virginia lo había prohibido. —Busquen en el catálogo. —Replicó la mujer, con notable nerviosismo. —Se supone que ahí están todas las chicas en orden alfabético, hay fotografías. Incluso los clientes ya lo tienen, así que no puede faltar ninguna.—Todo era turbio, los clientes tenían las fotos de las chicas sin los diseños. Las sospechas seguían creciendo. —Lo haremos señora.—Respondio, Roxana se mantuvo callada, con el ceño fruncido, explorando las numerosas posibilidades sucias que escondía la fachada caritativa. —En caso de no aparecer en cinco minutos, me avisan para comunicárselo a la señora Monic Sinclair, ella seguro sabrá qué hacer. El tiempo pasó, la chica apareció enferma en uno de los baños del hotel, vieron que se la llevaron, estaba en muy mal estado, con el rostro enrojecido, en especial su nariz; no entendía nada, en ese momento de su vida era tan inocente. A pocos minutos de empeza el evento, la misma señora Sinclair apareció en la habitación donde todo se estaba preparando, había terminado de ajustar el corset, de una de las chicas más robustas, era una morena exótica, Nigeriana. —¡Omg!.—Exclamó la señora Sinclair. Cuando se enteró de lo que estaba pasando detrás de bastidores. Un sacrilegio su enunciado, tomando en cuenta que pronto se daría cuenta de sus malsanas intenciones. —Necesitamos una modelo urgente, debemos completar el grupo de chicas.— todo el equipo se veía unos a otro con poco disimulo, en especial a Roxana a ella en específico. Su amiga, le susurró entre dientes, con aparente temor de ser escuchada por la supuesta empresaria caritativa. —Si te propone algo está señora, niegate. —Cayó un segundo antes de proseguir. —Dile que no, inventa cualquier excusa. —No prometo nada, en caso de que me ofrezca dinero yo no dudaré en aceptar, se nota que estas chicas ganan muy bien, hubo una emocionó que le pagaran más de 5 mil dólares esta noche.—Escuchar la cifra le causó un poco de emoción.—Con 5 mil dólares pagaría mucha de sus deudas. —Amiga no te atrevas. —¡Ey tú! —Monic Sinclair la señaló. —¿Te gustaría ganar una buena pasta?, son billetes de los grandes, y si te portas bien podrías ganar hasta 50 mil dólares. Abrió los ojos tan sorprendida como temerosa, por la oferta. —¿En qué sentido señora?.—Dudo. —Bueno, en caso de que un cliente grande adquiera las prendas, tú te ganarías una comisión.—Le respondió afirmativo. No había tiempo para vacilar y pensarlo dos veces. —Faltaría verte con el traje de baño puesto, después que te vea con el traje de baño, veré si me sirves del todo.—No dejaba de observarla con un brillo extraño en los ojos.—Bueno, en sí eres bonita y se te marca un buen cuerpo, Ella en un momento, si vaciló con algo de dudas. —Espero la respuesta definitiva. —Lo haré, señora.—Temblaba con un poco de ansiedad, si lo deseaba, solamente tenía el signo de peso en sus ojos. —¡Nextor!. —La mujer llamó a uno de los maquillistas. —Cuando estuvo a su lado, le ordeno otra tarea.—Llevate está chica, necesita estar lista en menos de 10 minutos, ya los clientes VIP, se están impacientando, no podemos demorar más el show. Unos minutos más tarde.... —¡Oh amiga!, ¿qué hiciste?. —Te vas a meter en una cueva de leones.—Le advirtió está, mientras le ayudaba a cerrar el sujetador por la parte de atrás. —¡Ay Rosana!. No me juzgues, sabes que lo necesito. —Esta solo hizo una mueca tímida con sus labios delgados. —Tranquila.—Le dió unas palmaditas en la espalda, luego la abrazo. Nada que dijera podía hacerla cambiar de opinión. Nextor se la llevó, su trabajo fue aún más simple, retocó su maquillaje, solo faltó darle un aspecto más ahumado a los párpados, para que sus ojos grises resaltaran aún más, de paso aumentar la visibilidad de sus labios con un rojo intenso. —Eres una bombona, vas a arrasar. —Sonrió, le gustó la picardía del hombre. Por un instante miró hacia atrás. Le causo pesar ver como su amiga la miraba, le entristecía, sabía que Roxana tenía una buena intuición, pero no deseaba ponerle freno a su decisión, simplemente era modelar en traje de baño, y sabía que podía causar buena impresión. Todo estaría bien. Su larga cabellera, se veía más reluciente de lo normal, la mujer en el espejo, la hizo sentir sensual y poderosa, tanto que la asustaba. Su cuerpo, estaba en forma. Todos los fines de semana, solía entrenar, incluso en las mañanas daba practicas gratuitas a las niñas de su comunidad; gracias a ello tenia buenas piernas, sabía que daría buena impresión. Recogió su cabellera, para ver el aspecto que le daría su pelo recogido con ese maquillaje, más la delicadeza de su cuello desnudo. Nextor apareció de repente detrás de ella. Con una cara de buena apreciación. —Llevarás todo el cabello suelto, nada de colas, así estás perfecta, estás preciosa, ya vete a ubicar, están encendiendo las luces. La misma Monic Sinclair, asintió con su rostro al verla luego de los retoques de Nextor, parecía aprobar su maquillaje. Lo demás estaba por verse. —Ok, ven acá lindura. — Movió el dedo con desesperación. —Melody, ¡verdad!. ¿Ese es tu nombre, chica?. —Sí, señora. —No me digas señora, me siento mayor y aún soy muy joven. Mejor dime Monic, es mi nombre artístico. —Ok señora, perdón, Monic. —Quiero que te retires la bata, para ver tu cuerpo, y te me das una vueltica completa. A ver, si tienes algunas imperfecciones muy visibles. Ella miró a los lados, tenía puesto un traje de baño, no era tan revelador, aunque era de dos piezas. Se había bañado en la playa, incluso en el fútbol usaba shorts cortos en ocasiones, aunque prefería los shorts por debajo de las rodillas. Tomó un poco de aires antes de hacerlo, no había tiempo para tener pudor, además los dos únicos hombres que estaban en todo el lugar eran gay. Con sus manos un poco temblorosas, la desató, suave y despacio, la tela fue dejando de cubrir su cuerpo, cuando ya estuvo, vio como la señora agrando sus ojos, —Ahora una vueltica lindura.—Se dio la vuelta. Despacio, para que observara con detenimiento. —¡Eres perfecta! —¿Usted lo cree?. —Claro, tienes un cuerpo muy comercial.—Le pareció verla saborearse como si ella fuera una montaña de dinero. —Lo único es que yo no sé mucho modelar, tal vez lo básico, paso firme y claro, se usar tacones.—La señora no parecia preocuparle su inexperiencia.—Lo poco que he podido aprender en la casa de moda, lo puedo ejecutar a la perfección, le prometo que soy bastante hábil. —Bueno mi amor, no hace falta que modeles tan bien, con que tengas una bonita figura y sepas moverte en los lugares adecuados con encanto, me basta.—Le dió tranquilidad escuchar eso.—Sobre todo, que sepas vender la pieza para que puedas ganar extra, eso bastará para mí. —¿Usted cree que yo pueda lograrlo?.—Ya sería mucha suerte de su parte. —Sí lindura; veras, de aquí saldrás sin deudas, —Fue un poco irónico y a la vez sarcástico, pero le sonrió con un poco de pesadez, luego de ver sus últimos gestos lascivos, sospechaba que algo andaba mal, pero su única intención era tomar el dinero inicial y luego marcharse. Como una corderita al matadero siguió los pasos de las otras modelos. Cuando le tocó subir al escenario, verse rodeada de un sin fin de ojos lujuriosos detrás de máscaras doradas, se dió cuenta que prácticamente estaba a la venta.
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