-¿Cómo es que se pudo enterar todo el cielo? – preguntó Uriel a sus hermanos, mientras se dirigían al salón del Concejo. -Hasta el infierno está enterado; entre cielo, tierra e infierno no hay nada oculto – dijo Rafael. -Era cuestión de tiempo de que todos se enterarán, y que Elemiah convocara al Concejo para juzgar a Monder – dijo Miguel, evidentemente preocupado. Los Siete atravesaron las grandes de mármol de la sala del Concejo, y ocuparon sus respectivos lugares, ya todos estaban presentes, incluso Cristo, que estaba sentado en el lugar que le correspondía, en la gran silla de oro en el centro del salón, el único que faltaba era Monder, que llegó cerca de 15 minutos después de que los arcángeles ocuparan sus sitios. -Mi Rey – saludó Monder a Dios haciendo una reverencia –. Mis prín