-¡Agh! – exclamó Marco de dolor cuando Jake le volvió a colocar un trozo de sábila en su torso.
-Si no quieres que las ampollas exploten y dejen cicatriz, debes quedarte quieto – le aconsejó el elfo, siguiendo con su trabajo de curación.
Marco estaba en la casa de curación, en una habitación contigua a la de Monder.
-¿Cómo siguió Monder? – preguntó Marco, haciendo una mueca de dolor.
-Perfectamente, el arcángel San Rafael hizo que el veneno saliera rápidamente de su organismo, tal vez en unas horas ya salga de la casa de curación – dijo el elfo –. No por nada Rafael es el médico celestial.
-Dicen que la que envenenó a Monder fue…
-Mi hermana, lo sé – dijo Jake, con cierta melancolía en su voz –. Aun no puedo creerlo.
-¿Qué hará tu padre?
-La ha encerrado, hasta que decida qué hace
