-No está aquí tampoco – dijo Marco, saliendo de la casa de campo. Apenas iban por la décima casa de las tantas que pertenecían a la familia real, y Marco, Monder y Matt ya estaban exhaustos, las distancias eran largas. -No me siento bien – dijo Monder, empezando a sentirse débil. -Necesitas energía…de algún alma – dijo Marco, y Matt miró con terror al ángel caído. -¿Algún voluntario? – preguntó el caído. Marco y Matt se miraron con cierto temor, sabían que un ángel caído, al igual que los demonios, cuando sentían sed de energía almática, podían atacar vorazmente. -Más te vale no succionar mi alma, fenómeno – dijo Marco, parándose en frente del caído –. Solo succiona un poco de energía. Monder llevó sus manos al pecho de Marco, y se concentró para sentir su aura, y posteriormente, em