Sara se miró una última vez en el espejo, el vestido que le había traído Lilith era muy ajustado, marcaba sus curvas y realzaba sus pechos, haciéndola ver muy provocadora, así que se cubrió bien con la piel que Lilith le había traído para no sentir frio. -¿Ya estás lista, Sara? – le preguntó la mujer demonio desde el otro lado de la puerta. -Ya salgo – dijo esta, acomodándose por última vez el cabello. Salió, y Lilith la dirigió hacia unas escaleras las cuales tuvieron que subir, llegando a una terraza muy grande, al parecer era el último piso del raro castillo en el que estaban. -Más te vale que te comportes – le advirtió Lilith, dejándola sola. Sara vio que había una gran mesa rectangular en medio de la terraza, y había un hombre alto y fornido observando el paisaje de tinieblas, y