La veo nadando sentado en la popa y no puedo de sonreír por lo que ha dicho, pero sobre todo como lo ha dicho. Ella nada hacia mí y se sujeta del borde para subir, pero tiene un poco de dificultad así que me inclino un poco hacia ella para sujetarla por la cintura y la ayudo a que se siente a mi lado. Al igual que yo deja sus piernas colgando en el borde y sostiene el peso de su cuerpo con sus manos apoyadas a cada lado de ella.
—Ella era muy linda ¿no?— Me pregunta de repente.
—¿Ainara?— Cuestiono.
—Si—
—Era bella, pero lo que más me gustaba era su forma de ser— Admito y la miro.
—¿Y no tuvieron hijos?— Averigua y niego.
—No, ella no podía— Le cuento y puedo notar como se sorprende con este dato.
—¿Y así todo la amabas? Es decir… hay muchos hombres que dejan a sus esposas por eso— Explica un poco nerviosa.
—Lo sé, pero a mí no me importaba. Sinceramente solo me importaba ella, pero no quiero hablarte de Ainara— Expreso y me mira fijamente.
—¿Y de que me quieres hablar?— Rebate haciéndome sonreír.
La miro a los ojos y noto en cada gesto suyo lo nerviosa que esta —Aroa, no tiene nada de malo que no hayas tenido sexo ni novio ¿sabes?— Comento, pero ella solo respira profundo y se acuesta a mi lado dejando que solo sus pies estén ahora en el agua.
—Tal vez tú digas eso, pero ¿tienes idea de lo extraño que es que no pueda hablar de esas cosas con mis amigos porque siempre quedo como una tonta?— Me dice y al mirarla así acostada, me pregunto porque no habrá habido un hombre que cayera rendido a sus pies.
—Imagino que, si habrás tenido propuestas, ¿no?— Averiguo y se mueve quedando de lado y apoyando su cabeza en sus brazos.
—Claro, las propuestas de sexo nunca faltan, pero no sé si me llama la atención ser la otra o que un tipo casado quiera que seas su aventura de una noche— Expresa y niego.
—No, no lo creo— Respondo e imito su manera de acostarse para verla a la cara.
—No sé si es muy difícil lo que busco, o es que es anticuado y no lo entiendo, pero quiero un amor de verdad— Me cuenta haciéndome sonreír.
—No es difícil… pero dime ¿a qué llamas un amor de verdad?— Indago y se muerde los labios.
Noto como sus ojos se iluminan, como suelta sus labios y sonríe —Quiero que saquemos chispas con tan solo mirarnos, quiero que cuando me bese sienta que me quemo… quiero que cuando hagamos el amor sea mucho más que un acto s****l, quiero que me recorra entera mientras que mi piel se derrite por él…— Habla y sus palabras consiguen un efecto extraño en mí, tanto que debo tragar saliva de una forma un tanto exagerada.
—Ya regreso, ¿sí?— Me excuso asustado por lo que me ocurre y prácticamente salgo corriendo hacia el interior del barco hasta llegar a la habitación y me siento en el borde de la cama. Apoyo mis manos a cada lado de mi e intento relajarme, pero es imposible. Mi cabeza se ha convertido en un sitio peligroso donde sus palabras y su imagen se pasean juntas.
«Jan, no…» Me digo por dentro y hago ejercicios de respiración.
Inclino mi mirada para verme, y no puedo creer que esta chica haya causado esto en mi «¿Qué rayos te pasa?» Me reclamo y es que parezco un adolescente con las hormonas revolucionadas.
—¡Jan!— Escucho su voz y es tarde para cerrar la puerta cuando la veo a ella parada bajo el marco de esta.
Su mirada se cruza con la mía y trato de sonreír, pero no me sale —¿Por qué no vas arriba y me esperas allí?— Le pido de la manera más amable que puedo, pero ella hace todo lo contrario.
Entra a la habitación y se para justo enfrente de mi con ese traje de baño que pareciera haber salido del mismo infierno —¿Por qué huyes?— Me pregunta y lleva sus manos a cada una de mis rodillas para separar un poco mis piernas y así pararse entre ellas.
—Aroa, sería mejor que me esperes arriba— Insisto y niega.
—¿Te gusto?— Indaga y sonrió.
—¿Qué crees?— Respondo y se inclina un poco hacia mi acercando su boca a la mía.
—Quiero creer que te pasa lo mismo que a mí me pasa contigo— Dice y se muerde los labios.
—Aroa, de verdad… detente—
—No me quiero detener, lo siento… te encuentro demasiado guapo para mi propio mal— Habla y rio nervioso.
—Te hice una promesa, no iba aprovecharme de ti— Digo y ella lleva sus manos sobre mis hombros para empujarme un poco haciendo que mi espalda caiga sobre el colchón.
Ella se sube a la cama apoyando sus rodillas a cada lado de mi cuerpo y se queda así arrodillada encima mío —¿Y si soy yo quien te pide que te aproveches de mí?— Pregunta y de pronto lleva sus manos a su espalda desabrochando la parte superior de su traje de baño y se lo quita dejándome ver parte de su desnudez.
—Aroa…— Insisto y noto como su respiración se agita.
Se inclina hacia mi cuerpo haciendo que el suyo me roce y la locura que pasa en mi cuerpo pareciera empezar una caída libre hacia el abismo —Quiero que seas el primero— Me dice al oído.
—Oye, esto no es lo que querías— Expreso y sentirla besarme el cuello me vuelve loco.
—Quiero que sea contigo, por favor— Reitera y sus manos guían las mías hacia sus pechos.
Me deslizo en ellos hasta llegar a su cintura y la rodeo para cambiar de posición y hacer que quede debajo de mi cuerpo —Podría follarte de una manera que no lo olvidarías más, pero soy un caballero y antes de robarme tus ilusiones románticas de esta manera, seré tu príncipe azul por una noche— Le digo y me mira confundida.
—¿De que hablas?— Inquiere sin apartar su mirada de la mía.
Sonrió y acomodo su cabello —Has llegado a revolucionarme y yo no voy a quedarme atrás contigo. Si vamos a hacer esto, nuestra primera vez será inolvidable. Prepárate para la cita de tu vida mañana por la noche— Le pido y su cara es un poema.
—¿Me dejaras así ahora?— Me regaña haciéndome reír.
—No creas que estoy mejor que tú, esto duele— Le confieso y se muerde los labios.
—¿Y porque no continuas entonces?— Insiste.
Enredo mis dedos en su cabello sin dejar de mirarla —¿Crees en el destino?— Le pregunto y asiente.
—Entonces deberías saber que reencontrarnos después de tantos años no es una casualidad, tal vez si tengo que ser el primero en tu vida, quizás deba conocerte más—
—Quizás soy la mujer de tu vida— Añade y la beso.
—Puede que me vayas a revolucionar esta vida triste que tenía y que ahora pareciera tener más color desde que nos vimos de nuevo— Añado y me separo de ella para buscar la parte de su traje de baño —Colócate esto por favor, me estoy muriendo aquí— Bromeo y sonríe mientras que agarra la prenda.
Por primera vez en mi vida me voy a rendir ante el destino y solo espero que salga bien.