Capítulo 5: Delatándose

887 Words
—¡Me encanta el yate!— Exclama Aroa mientras que se acerca a mí y sonrió. —Hay muchos más lindos y grandes que este, te lo aseguro, pero tampoco soy millonario para comprarlos— Explico sonriente mientras que la brisa pega en mi rostro a medida que navegamos. Ella se sujeta del respaldar de la silla donde yo estoy sentado —Este me parece perfecto— Dice y al voltear a verla brevemente, noto que ha cerrado sus ojos. —La sensación es hermosa ¿no?— Pregunto y asiente. —Te sientes completamente libre— Concuerda y una vez que llego a un sitio seguro para anclar, lo hago deteniendo así el barco, pero no la sensación de la brisa que sigue rozando nuestra piel. Me levanto de la silla y la miro —¿Quieres ayudarme?— Le propongo y su cara de confusión me hace sonreír —Ven que te explico— Le pido e instintivamente la tomo de la mano para que vayamos a la proa. —Yo no sé nada de esto Jan— Advierte. —No importa, nadie nace sabiendo, solo tenemos que aprender— Aliento y poco a poco la voy instruyendo en como anclar en yate, algo que parece fascinarle ya que presta atención a cada paso que da. —Me dan ganas de navegar todos los días— Bromea. —Es divertido, ¿quieres comer algo? Traje de todo— Le propongo. —Por favor, me muero de hambre— Me pide y vamos hacia donde está la pequeña mesa con las cosas que traje encima. —No sabía si te gustaba el vino, la cerveza, o que, así que traje un poco de todo y también bastante comida para que puedas elegir lo que quieras— Le explico y de a poco voy sacando las cosas de la conservadora de comida y las bolsas. Ella me ayuda y al ir viendo la exageración de cosas que traigo, empieza a mirarme de manera extraña —Eres un hombre precavido, no dejas nada al azar ¿no?— Me pregunta y encojo mis hombros. —Se podría decir que si, mi trabajo me hizo así. Siempre estaba viendo las diferentes posibilidades de una situación y adelantándome a todas las cosas que podían pasar— Comento y se muerde los labios haciendo que me preocupe por lo que pueda estar pasando por esa cabeza. —¿Y qué posibilidades contemplaste de lo que podía pasar hoy?— Cuestiona y luego se quita el vestido que traía puesto revelando así el traje de baño de dos piezas color rojo que trae puesto. —Definitivamente no que hicieras eso mientras me hacías esa pregunta— Respondo firme y ríe. —Hace calor— Se justifica. —Es un punto valido, pero no soy tonto, también me lo has dicho, claro— Expreso y respira profundo. —Perdón, habíamos quedado en algo y después esto. No sé me encantaría decirte que no lo hago a propósito, pero soy así, impulsiva, conversadora, no sé, a veces pienso que ser de esta manera ha hecho que mi vida sea así— Me cuenta llamando mi atención. —¿Y cómo es tu vida?— Averiguo. —Rodeada de gente, pero sin nadie que me quiera de verdad— Confiesa y sus palabras me alarman. —Eso es imposible, ¿Quién no te va a querer a ti?— Respondo sorprendido. —Mucha gente me quiere, pero ningún hombre me ama ¿me explico? Cuando te perdí el rastro en mi enamoramiento de adolescencia, intente buscar otros chicos en quien fijarme, me trate de enamorar mil veces y cuando pensaba que lo hacía y que iba a funcionar, ellos simplemente querían llevarme a su cama— —Son unos idiotas, ¿sabes?— Intercedo. —Tal vez la idiota fui yo por no aceptar. Quizás si lo hubiera hecho alguno de ellos se hubiera fijado en mí de verdad y no me sentiría la más tonta de todo mi grupo de amigos por no haber tenido sexo todavía— Habla y de pronto se cubre la boca —¡Perdón! Si me disculpas, creo que me iré a ahogar al mar y regreso por lo que acabo de decir— Dice y no sé si reírme o abrazarla. —Aroa— Le digo cuando ella se aleja de mí. —¡Que idiota que soy!— La escucho decirse y la sigo hacia la proa —¿No quieres decirle también que quieres que sea el primero?— Murmura así misma y sonrió. —Aroa, te estoy escuchando, no lo estás pensando, lo estas diciendo en voz alta— Le dejo saber y ella se gira para quedar de frente. Veo sus ojos cerrados y sonrió —Olvida todo lo que te acabo de decir ¿sí? Y lo que no también… No tengo filtro y ya ves, por estas cosas no tuve novio nunca— Declara sorprendiéndome e incluso ella parece sorprendida —¡Mierda! De verdad, déjame ir al mar y pensar en la cantidad de confesiones que he hecho en un minuto— Me pide y sin que pueda hacer nada, ella busca un lugar donde lanzarse al agua haciendo que yo me ría de lo ocurrente y divertida que es.
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