Capítulo 4: Lo Que Fui y Lo Que Soy

1157 Words
Al día siguiente: 5 de junio Buscar no vivir de los recuerdos puede convertirse en algo muy difícil cuando cada calle y cada sitio lo recorriste con la persona que amaste tanto y has perdido. Sin embargo, hoy estoy procurando hacer mi mejor esfuerzo por no sentir que la traiciono al invitar a otra mujer a navegar. El yate no es el mismo, es uno más pequeño al que solía tener cuando estábamos juntos, pero deshacerme del todo de mis viajes en el mar ha sido muy complicado ya que es mi vía de escape. Espero a Aroa en el mismo sitio de ayer afuera del café, y no dejo de pensar que volvernos a ver tal vez no es tanta coincidencia ¿o sí? Todavía me cuesta creer que ella conoció a Ainara, y mucho más que siendo una adolescente estuviera enamorada de mí, si es que se puede llamar enamoramiento a eso —¡Perdón, se me hizo tarde!— La escucho decir y al mirar hacia el frente, allí la veo con un vestido corto de flores que deja entrever el traje de baño que lleva debajo. —No te preocupes, llegue hace apenas unos minutos— Digo y se detiene frente a mí. Ella me mira de pies a cabeza y centra sus ojos en mis manos —¿Traes comida o bebidas?— Inquiere haciéndome sonreír. —Esta todo en el auto— Aviso y ahora es ella quien sonríe. —Perfecto, entonces vamos— Habla y mira a su alrededor. —Aquel de allá— Digo señalando mi auto y me mira sorprendida. —¡¿BMW M3?!— Exclama haciéndome reír. —Eh… si ¿por?— Cuestiono abriéndolo a la distancia y corre hacia el auto. —¡Me encanta! Es de mis favoritos— Señala y observa cada detalle. —¿Quieres conducirlo?— Le ofrezco cuando estoy cerca de ella y sin dudarlo un segundo asiente. —¡Por favor!— Me pide y le abro la puerta del lado del conductor. —Señorita Aroa, suba por favor— Indico y con un enorme sonrisa en su rostro, ella se sube al auto y lo pone en marcha mientras que yo camino al otro lado. Una vez que subo al auto, la veo observar el tablero y me la quedo mirando ya que no es muy común que alguien aprecie tanto cada detalle —Amo tu auto, creo que te lo voy a robar— Comenta entre risas. —Mejor te lo presto ¿te parece?— Propongo y reímos juntos. —Mejor, así no voy a la cárcel— Dice divertida y me mira a los ojos —¿Dónde voy?— Me pregunta y la forma en que me observa me hace poner un poco nervioso. —La marina, ahí está el yate, bueno, el pequeño yate que tengo— Comento y entrecierra sus ojos. —No te dedica a nada ilegal, ¿no?— Inquiere y sonrió. —No, ¿por?— Inquiero observándola. —Es que no sé, tienes un muy buen auto, un yate… pequeño, o lo que sea, pero es un yate, vienes cada mañana al café… no sé, ¿trabajas?— Me pregunta y sonrió. —Digamos que trabaje muy duro en mi vida y ahora solo doy órdenes a la distancia— Explico. Ella pareciera tener dudas acerca de lo que le estoy diciendo y se acomoda en el asiento para poder mirarme mejor —Jan, no te voy a mentir… me encantas, me gustas muchísimo, pero yo no soy el tipo de chica que estaría con un hombre que está metido en problemas, sabes a lo que me refiero ¿no?— Me cuenta y sonrió. —Oye, yo soy de los buenos— Respondo. —No entiendo— Susurra. Respiro profundo —Aroa, soy un exagente del CNI… a mi esposa la mataron hace tres años porque uno de los narcos que investigaba, mando a uno de sus hombres a poner una bomba en mi coche, pero no fui yo quien perdió la vida, sino ella— Resumo y su cara cambia de repente. —Lo siento, yo…— Intenta decir, pero ni siquiera termina la frase cuando vuelve a sentarse mirando hacia el frente —Ahora entiendo todo, perdóname, tú estás tratando de sanar y yo como una idiota estoy queriendo que te fijes en mi— Dice y de pronto se baja del auto —Es mejor que dejemos las cosas así— Continua cuando ya está afuera y de inmediato yo me bajo del auto también. —Aroa, espera— Le pido cuando noto su intención de alejarse. —Jan, de verdad, perdóname… pensé que era otro asunto el que te hacia ser así, nunca imagine que la mataron por tu trabajo, me imagino como te sientes— Habla y niega con la cabeza —Soy una idiota, voy queriendo todo y me olvido de lo que sienten los demás— Sigue diciendo mientras que me acerco a ella. —¿Puedes dejar de hablar por un momento?— Le pido cuando estoy enfrente suyo. Ella me mira con esos ojazos verdes y luego agacha la cabeza —Perdón— Repite haciéndome sonreír. Camino hacia ella y para su sorpresa tomo su rostro entre mis manos para hacer que me mire —No te voy a mentir, es una mierda lo que me paso. Tampoco te voy a decir que no hice nada al respecto porque si lo hice y ahora todos ellos están pagando en la cárcel e incluso algunos perdieron la vida bajo su propia ley. He pasado los últimos tres años buscando justicia hasta que la conseguí y ahora estoy buscándome a mí mismo. Es difícil darte cuenta de que ya no tienes nada más por lo que luchar. Hasta hace poco, la justicia me mantenía en pie y ahora no sé… me estoy preguntando todo el tiempo que hacer. Abrí con un amigo una agencia de seguridad, pero solo me encargo de asuntos tecnológicos porque no quiero estar cerca de la acción. Me canse del peligro, quiero vivir y desde ayer me estoy preguntando si de verdad es una casualidad haberme encontrado contigo— Le confieso. Noto como su mirada cambia —¿Y que piensas?— Susurra —¿Es una casualidad?— Averigua y sonrió. —No lo sé todavía, y no te quiero mentir. No soy el tipo de hombre que va a utilizar lo que tú sientes por mi para tomar ventaja y llevarte a mi cama solo porque si, tampoco te voy a prometer que vamos a tener algo porque no lo sé, pero si te puedo proponer que nos conozcamos y veamos que pasa, ¿te parece?— Le explico y asiente. —Me parece— Susurra. —Bien, ¿vamos entonces?— Propongo y sonríe. —Vamos— Accede y volvemos al auto.
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