—Chicos, buen provecho. Disculpen la tardanza —dice, y toma asiento en la tercera silla que hay en la mesa.
—¿Kristen va a estar bien? —le pregunto.
—Tendremos noticias más tarde.
—¿Qué le pasó? —pregunta Evan.
—No les mentiré, chicos. Ella estaba pescando, se asustó y se golpeó la cabeza con el bote, y cayó al agua. Por suerte tenía puesto el chaleco de seguridad y no se ahogó, pero no despertaba, se la llevaron inconsciente. Puede ser que tenga una contusión—dice mirándonos.
—¿Y Adam y Joy? —pregunto.
—Adam se encuentra muy impresionado, él está con sus tutores, y Joy se quedó con Vincent, ya que ella estaba muy nerviosa y él la alejó del lugar. Más tarde se reunirán con ellos. Coman y regresen a sus habitaciones para descansar un poco o hagan los que les provoque para pasar el rato, distraerse un poco —nos sugiere con tono maternal.
—No hay muchas opciones, la biblioteca o ir a nuestras habitaciones —respondo con sinceridad.
—Sí, lo sé, Sam, pero hoy en la cena el doctor Costa hablará con ustedes. Las actividades se retomarán. No se preocupen por eso.
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En la cena el doctor Costa nos dio a entender que todo estaba bien, que Kristen está fuera de peligro, pero que todavía no sabe si va a volver con nosotros, todo depende de lo que decida su familia. Nos dijo que mañana viernes nos llevarán para el Edén, ya que quiere que lo conozcamos. Observo mi reloj, y al fin, son las dos de la mañana. Me levanto de la cama y no puedo evitar recordar lo ido que estaba Adam durante la cena. Por supuesto, ni Evan ni yo pudimos hablar con Adam ni con Joy. Joy se veía nerviosa, pero Adam se veía como si no hubiese estado presente con nosotros.
Me sucede lo mismo que en mi primera noche aquí, la temperatura desciende cuando estoy en el pasillo de la cafetería. La mitad del pasillo está a oscuras. Aunque estoy bien abrigada, siento mucho frío. Me mantengo del lado en donde hay luz, pero no quiero voltearme a ver si llega Evan, no quiero darle la espalda a la oscuridad, sin embargo, no puedo evitarlo, miro de reojo y me sorprendo cuando veo una silueta, es muy alta, y más oscura que la noche. Doy un paso hacia atrás y me dispongo a regresar por donde vine, me doy vuelta y tropiezo con…
—¡Evan! —digo.
Me sujeta por los brazos.
—Shhh, tranquila, disculpa por tardarme, tenía que revisar algo —dice.
Respiro profundo y me doy vuelta. Intento fijar la vista en el pasillo oscuro, pero ya no veo nada allí. «No hay una figura alta y muy oscura en medio del pasillo oscuro».
—¿Qué sucede? ¿Viste a alguien?
—No lo sé, a lo mejor me puse nerviosa, porque no quiero que nos descubran.
—Tenemos que apurarnos, no tenemos mucho tiempo.
Frunzo el ceño, y veo la hora son las dos y siete.
—No entiendo.
—El guardia que está vigilando se ha quedado dormido.
—¿Cómo lo sabes?
—Escuché a Vincent hablando con él después de la cena. Vincent le dijo a Raúl, así se llama el guardia, que bebiera café, porque este se queda dormido, y aunque bebió café, se ha dormido. Antes de venir para acá verifiqué. La habitación de seguridad está en este piso.
—¿Cómo sabes que se va a despertar?
—Vi la jarra de café por la mitad, se despertará a orinar y luego revisará las grabaciones, cuando vea que tenemos tiempo de haber salido de las habitaciones, vendrá a buscarnos.
Asiento con la cabeza y lo sigo.
Capítulo 15: Intento de suicidio
Es pasada la medianoche. Estoy arrodillada con la oreja pegada a la puerta de la habitación de papá.
—Tengo casi un año diciéndole que es por su seguridad, que ella no le ha podido escribir por eso. No puedo decirle ahora que está muerta. Tiene que haber otra manera...
Me alejo de la puerta como si esta fuese a quemarme. Me apresuro a irme sin hacer ruido; regreso a mi habitación. No puede ser, todo este tiempo me mintió, me dijo que mamá había dejado de escribirme porque no se lo permitían porque eso podría ponerla en peligro, pero la verdad es que «está muerta, mamá está muerta». Me siento aturdida y desesperada, quiero despertarme de esta horrible pesadilla. Siento la habitación pequeña, como si me fuese a aplastar. Voy a mi baño y abro la segunda gaveta del mueble del lavamanos. Saco una hojilla de afeitar que está dentro de una cajita nueva, llenas de estas, las uso para sacarme las cejas, técnica que me enseñó una compañera de clase. «Si esto es una pesadilla, solo tengo que cortarme y me despertaré». La sangre comienza a salir y el dolor me distrae del que siento en el alma.
—Si no estuviésemos en este lugar, me sorprendería de que Kristen haya intentado quitarse la vida —digo, y observo lo espacioso que es el cuarto de escobas.
Evan me ha contado que Adam le dijo cómo fue el incidente con Kristen. Antes de subirse al bote, Adam vio que Kristen tenía mal abrochado el salvavidas y cuando él intentó arreglárselo, ella fue antipática con él, y de mala gana se lo arregló ella misma. Luego, cuando se detuvieron para pescar, Kristen quiso ir al frente del bote, pero antes de eso, Adam, quien estuvo sentado junto a ella todo el viaje, vio como Kristen veía mucho el bote y el agua del lago, pero de una manera extraña, estaba muy pensativa. Kristen se fue al frente del bote, agarro su caña de pescar y le pidió a Bruno el aceite que se usa como cebo atrayente para los peces. Adam asegura que vio a Kristen agacharse por un momento mientras los demás estaban distraídos con sus cañas de pescar; ella era la única al frente del bote. Luego, pasado unos minutos, Kristen resbaló y se golpeó la cabeza con el bote y cayó al agua. Parece una locura el cuento, pero fue un plan que le salió bien porque al caer al agua estaba inconsciente. Ella quería morir ahogada, pero quería estar sin conocimiento de lo mismo. Cuando la sacaron del agua, el chaleco solo tenía un seguro abrochado. Ella dejó flojo los demás, pero el que cerró bien de mala gana enfrente de Adam evitó que el chaleco se le saliera y se hundiera en el lago. Adam asegura que ella echó el aceite en el bote para poder resbalarse.
—Mira, con respecto a los fantasmas. Jackson vio algo paranormal, no sé exactamente, pero Costa lo sabe y decide no creerle, aunque él mismo llegase a experimentar algo paranormal. No lo va a admitir nunca, porque no le conviene, prefiere llenarse los bolsillos de dinero y dejar que sus pacientes piensen que están locos.
—Y más cuando descaradamente nos expuso al decir que muchos de nosotros no tenemos opción y no nos conviene irnos de aquí —admito molesta.
Evan asiente con la cabeza. Escuchamos pasos, Evan apaga la luz.
—Ya saben que no hemos regresado a las habitaciones —dice en voz baja, y me preocupo.
—¿Qué haremos? —pregunto sin ver nada.
—Estira las manos para agarrarte. Tienes que seguirme la corriente, no hay tiempo.
Hago lo que me dice, no es tiempo de acobardarme, tengo que intentar confiar en él. Siento sus manos, me acerca a él y me toma por la cintura, con la otra mano libre logra en plena oscuridad ponerse su mano en mi mejilla derecha. Siento sus labios sobre los míos y me besa.
—¡Aquí están! —dice alguien gritado, y me tapo los ojos por la luz de la linterna, ya que el sujeto que ha abierto la puerta del cuarto de escobas está apuntado su luz en nuestra dirección.
—Chicos —dice Vincent, y enciende la luz.
Mi corazón está acelerado, salgo del cuarto.
—Gracias, Raúl, ya puedes regresar a tu puesto, yo me encargó —dice Vincent.
Me siento incómoda. Evan ya ha salido del cuarto de escobas.
—Muy ingeniosos, pero ¿Cómo lograron abrir esta puerta? —pregunta con seriedad.
—Estaba sin llave —dice Evan.
Vincent frunce el ceño. Miro disimuladamente si hay cámaras en el techo, pero no veo ninguna. Sonrío y me tapo la boca con una mano. Evan me ha visto sonreír y me sonríe de medio lado.
—Bueno, ya se acabó la cita nocturna, tienen que regresar a sus habitaciones. Vamos, los llevaré —dice Vincent, y cierra la puerta del cuarto de escobas. Agarra un manojo de llaves que tiene en un arnés, el mismo lo tenía enganchado a su pantalón de jean.
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Ya estoy acostada en mi cama, y no puedo evitar recordar cómo me sentí cuando Evan me besó. Atinó el beso, lo hizo perfectamente. Fue un beso corto, pero no puedo negar que me gustó. «A lo mejor nos priven de ir al Edén por lo que hicimos». No importa, hay cosas más importantes. Este lugar es extraño. Lástima que no tuve más tiempo para hablar con Evan, quiero saber si ha tenido alguna experiencia paranormal. Suspiro e intento dormirme, pero tengo que ser valiente, no quiero tener que acudir a las lámparas para poder dormirme. Me llega a la mente la sombra negra que vi en ese pasillo cerca del comedor. Enciendo las lámparas, y veo la hora. Ya son las tres de la mañana, tengo rato desde que regresé a la cama intentando dormirme. Odio no tener tanto sueno, así podría poner la cabeza en la almohada y desconectarme, pero el miedo me mantiene alerta. Veo relámpagos atreves de la cortina, comienza a llover. «A lo mejor con el sonido de la lluvia, logre dormir». Apago una de las luces y me arropo bien, comienzo a pensar en Evan y así logro comenzar a sentir sueño.