Llaman a la puerta, abro los ojos, observo la hora, son las siete de la mañana. Me siento cansada y con mucho sueño. Apago las lámparas de estrellas.
—¡Adelante! —respondo, y me froto los ojos.
Ya me estoy acostumbrando a que Vincent me vea recién levantada y sin lavarme la cara o cepillarme los dientes.
—Buenos días, Sam, ¿cómo estás?
—Si me tomo un café, pues estaría muy bien.
Me sonríe con gracia.
—Bueno, en el Edén podrás beber café, pero descafeinado.
—¿Vamos a desayunar ahí?
—Si, por favor, cámbiate de ropa y baja. Te están esperando en la sala de espera de la oficina del director.
—Vincent, ¿has sabido algo de Kristen?
—No, la verdad no —responde, y se ve sincero.
—Bueno, ahora bajo, gracias —digo, y asiente con la cabeza y se retira.
Suspiro. Me pongo de pie y me dirijo al baño, abro la puerta y veo el grifo del lavábamos abierto. Se me erizan los vellos de los brazos. Intento recordar si fui de madrugada al baño, pero no. «Al menos que haya caminado dormida». Tengo que pensar así para no tener miedo. Dejo la puerta abierta del baño y me apresuro a cerrar el grifo. No puedo creer lo aliviada que estoy de que no haya espejo en el baño, ya que me aterraría ver una imagen en el espejo porque aquí están pasando cosas raras.
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—Buenos días a todos. En este hermoso día van a conocer el Edén. Después de conversarlo con sus tutores, de verdad se merecen un agradable y bonito viernes. Hoy es un día para relajarse, para pasarlo bien —dice Costa dirigiéndose a todos los pacientes, que somos: Joy, Adam, Evan y yo.
—¡Excelente! —celebra Joy.
Vincent nos pide que lo sigamos. Evan se pone a mi lado.
—Hola —me dice.
—Hola —respondo, y veo que tiene cara de cansancio.
No puedo preguntarle nada sobre anoche, así que lo miro a los ojos y sé que lo entiende. Salimos del centro y me siento más ligera que antes, ya que pensé que era idea mía, pero el ambiente del centro se ha vuelto pesado, mucho más que en el primer día. Caminamos y me alegro de que Vincent me haya dado unos guantes para el frío, se lo pedí antes de salir. Llevamos diez minutos caminando, pasan cinco minutos más y Joy exclama:
—¡Wow!
—Sí, es increíble, pero valió la pena caminar un kilómetro, ¿cierto? —nos pregunta Vincent.
—Me gustó el recorrido, está bueno para trotar, llegaría para acá en unos nueve o diez minutos antes —dice Adam.
Ya no se ve apagado. Recuerdo su expresión ayer en la cena y hoy parece como renovado.
—Podemos hacerlo, salir a trotar juntos —le responde Vincent con una amplia sonrisa.
—Yo me uno —dice Joy, también alegre.
Al entrar, Vincent nos dirige a una enorme sala con chimenea.
—Es como una mega cabaña de lujo —dice Joy.
—Chicos, buenos días —aparece el director del centro.
Todos respondemos al saludo.
—Bienvenidos, espero que tengan hambre —continúa diciendo el director—. Por favor, acompáñenme al comedor.
Lo hacemos, y me gusta lo que veo, el comedor es muy acogedor y muy cálido. Una mesa de diez puestos está preparada para sentarnos a comer.
—Tomen asiento, dos del lado derecho y dos del lado izquierdo, así pueden verse las caras —sugiere el director.
Joy y Adam son los primeros en sentarse del lado izquierdo de la mesa, así que Evan y yo nos sentamos enfrente de ellos del lado derecho. El director toma asiento en una de las sillas de los extremos, como el propio anfitrión y Vincent en el otro extremo de la mesa, quedando así cuatro puestos vacíos.
Me coloco la servilleta de tela sobre las piernas. Una camarera se acerca a la mesa y no me sorprendo de que nos atienda alguien que no sea del centro, sino un servicio contratado. Los empleados del comedor del centro, tienen otro tipo de uniforme y son fijos. La camarera tiene un uniforme diferente. Me sirven un plato de fruta fresca y jugo de naranja, me entregan un menú. Doy las gracias.
—Bueno, chicos, aquí tienen pase libre, pueden ver televisión, jugar videojuegos, usar el jacuzzi, nadar en la piscina techada o al aire libre. Pueden pasear en bote en el lago, pueden jugar tenis u otro deporte. Hay billar. Pueden comer lo que quieran. Tendrán un día de vacaciones y por supuesto dormirán aquí esta noche.
Todos nos sorprendemos.
—¿Cuál es la trampa? —pregunto, y el director deja de sonreír ampliamente, tan solo sonríe sin mostrar los dientes.
—No hay trampa, Sam, pero, por ejemplo, para ir al lago irán con supervisión, y las piscinas y el jacuzzi, hay cámaras de seguridad que vigilan los mismos. De resto, en las habitaciones y en las otras áreas de la cabaña no hay cámaras.
—Disculpe, director, pero ¿no le parece pervertido que nos graben en traje de baño? —interviene Joy.
—Señorita, esos videos se borran. No tiene nada de que preocuparse. Las cámaras están por su seguridad.
—¿Estaremos vigilados en las demás áreas sin cámara? —pregunta Adam.
—No, para nada, pero, por ejemplo, si quieren algo de comer y van a la cocina, pues, se encontraran con el personal encargado de proveerles comida, bebidas y cualquier otra cosa que necesiten, como, por ejemplo: cámaras para tomarse fotos, toallas limpias, y medicamentos para el dolor de cabeza, por mencionar uno, pero por supuesto primero van a necesitar que lo apruebe el doctor Costa. Ahora, jóvenes, por favor, coman para alimentarse y si tienen más preguntas, después del desayuno con gusto se las responderé.
Joy agarra de su plato una uva y se la mete en la boca mirando a Vincent quien tose y se apresura a tomar agua, el director no ha visto nada de lo que ha pasado, ya que estaba ordenando lo que va a comer.
«¿Qué habrá pasado con estos dos? Será que Joy de verdad logró algo con Vincent la noche en la que acampamos». La camarera se acerca para tomar mi pedido.
—Me gustaría comer dos huevos fritos con dos salchichas de cerdo asadas, papas fritas y champiñones salteados con espinacas. Para beber café el que tengan y por favor más jugo de naranja, gracias —digo.
Evan me sorprende ordenando lo mismo, lo miro y me sonríe de medio lado. Joy fue la más exquisita al ordenar; pidió: pan tostado con aguacate y salmón ahumado, dos rebanadas grandes le informó la camarera; de tomar pidió mimosa, pero obviamente sin alcohol, ya que no podemos consumir alcohol y pidió postre, un muffin de arándonos. Adam fue fiel a su país, ordenó: Un par de tostadas con Vegemite, una crema para untar muy famosa en Australia, eso nos los hizo saber Adam cuando Joy le preguntó qué era eso; y de resto él pidió dos huevos escalfados con seis tiras de tocino frito y cuatro salchichas de cerdo también fritas; de tomar ordenó Lemon, Lime and Bitters, una bebida sin alcohol, bebida muy popular en Australia. Vincent ordenó omelette de champiñones con un par de tostadas de pan de centeno y jugo de naranja sin azúcar. El director pidió café, y todos sabemos que no es descafeinado. Para comer solo omelette de espinacas con los champiñones aparte.
Capítulo 17: Joy lo logra su cometido
Son las nueve y media de la mañana, ya hemos desayunado y me encuentro en la habitación en la que dormiré esta noche. Solo hay siete habitaciones. Nos dijeron que cuando hay más huéspedes o lo que realmente son, pacientes, se comparten seis habitaciones porque el director o el doctor Costa, usan la habitación principal cuando pasan la noche aquí. Los empleados se comparten en una casa rodante y tiendas de acampar, por supuesto, pueden usar el baño para visita de la cabaña, y por supuesto usar el de la casa rodante; y cerca de las tiendas de acampar también hay tres baños perfectamente funcionales. La información fue proporcionada gracias a Joy, quien anda para arriba y para abajo pegada de Vincent, y a él no parece molestarle el responderle a todas y cada una de sus preguntas.
Me dieron una habitación que queda en planta alta y no me sorprende que la de Evan esté aquí arriba también, deben de pensar que somos pareja por el beso que nos dimos, pero lo que no entiendo es por qué darnos tan rápido la facilidad de tener privacidad, «tiene que ser una trampa». Suspiro, aquí me siento todo el tiempo analizada y en estado de alerta. Ansiosa no, pero cuando me pasan cosas paranormales me asustó y me cuesta dormir, ya que me da miedo de que algo me asuste. Aquí arriba hay cuatro habitaciones, la principal está abajo. Las de Joy y Adam están abajo, no entiendo por qué no nos pusieron todos juntos aquí arriba. Llaman a la puerta. Estoy recostada en la cómoda cama, es más cómoda que la del centro. Me incorporo en la cama y me quedo sentada en la misma.