Ocho meses con Ricky.
Me miro en el espejo de la habitación de mi novio, y puedo ver los seis kilos que aumenté. Tengo seis kilos de más. Pesaba cincuenta y cinco kilos cuando lo conocí, y ahora peso sesenta y uno, y ya no me ejercito.
—Kristen, cariño, tienes que ponerte el chaleco salvavidas para subir al bote de pesca —dice Madeline, mi tutora.
Regreso a la realidad, la observo y luego miro el bote de pesca, hay seis puestos esperando por nosotros.
Jareth me dice algo, él es mi otro tutor.
—¿Eh? —pregunto mirándolo, ya que no le presté atención.
—Te pregunté que si necesitas ayuda —repite con amabilidad.
—No, gracias, yo puedo —respondo, y procedo a ponerme el chaleco salvavidas.
—Bien, escuchen todos, por favor —dice Costa—. Hay tres botes esperando por ustedes, cada uno de ellos tiene capacidad para seis personas. En el primer bote, al mando del mismo, navegará Aaron. Viajarán con él: Camila, Sophie, Sam, Evan y Vincent. En el segundo bote al mando estará, Bruno; irán con él: Joy, Adam, Kristen, Lia y Madeline. En el tercer bote, al mando del mismo, navegará, Jareth, él estará a cargo de llevarlos y traerlos sanos y salvo; en su bote irán: Jackie, Daryl, Marc y Richard. Yo no iré con ustedes. Diviértanse con la pesca y nos veremos para la cena. Recuerden que pueden confiar en sus tutores.
Sam
Los tutores que nombró Costa, los de Kristen son: Madeline y Jareth. No recordaba los nombres, de ninguno, solo, obviamente, los míos. Sé que son ellos los de Kristen, porque los veo mucho con ella. Los tutores de Adam son: Daryl y Lia. Los de Evan son: Sophie y Richard, y de resto, quedan los tutores de Joy: Bruno y Marc. Vincent es enfermero y Aaron profesor de educación física. Ya entiendo por qué Aaron viene con nosotros, sabe navegar, y Vincent porque es enfermero, pero estoy segura de que casi todos deben saber primeros auxilios.
Jackie está toda sonrisitas con Jareth. Observo el agua del lago.
—¿Es hermoso, cierto? —me pregunta Camila.
—Sí, lo es —respondo, y observo a Evan, está mirando hacia el bosque.
No puedo preguntarle nada, porque estamos con nuestras tutoras, y con el resto de los que van en el bote. Tengo que esperar.
Observo el reloj, son casi las nueve de la mañana, ya hemos desayunado, y estamos a punto de salir. Vincent se ha sentado al lado de Aaron, detrás de ellos estamos Evan y yo, y detrás de nosotros están Camila y Sophie. Es una lancha de fibra de vidrio. Mi abuelo paterno tenía uno. Por fin, Aaron pone en marcha la lancha, y disfruto de lo bello que es el lago. Hemos perdido de vista los demás botes. Quince minutos después, Aaron detiene el bote.
—Bueno, preparemos las cañas de pescar —le dice Aaron a Vincent.
Vincent camina hacia la parte delantera del bote.
—¿Dónde están los demás? —pregunto.
—En distintas partes del lago, después regresaremos a tierra para almorzar y nos encontraremos con ellos —responde Vincent.
Frunzo el ceño.
—Pensé que lo que pescáramos lo íbamos a comer de cena —digo.
Vincent sonríe con gracia.
—Y lo haremos, pero tenemos almuerzo, el cual comeremos en tierra, es más cómodo —dice Sophie, y podría jurar que le alivia la idea de comer en tierra.
Sophie es joven, como mi tutora Jackie. Es de piel aceitunada y de cabello largo y lacio. Es muy bonita y amable. No como Jackie, ya que no es tan simpática como pensé que lo sería.
—¿Podemos nadar? —pregunta Evan, y me sorprendo, ya que al fin ha dicho algo.
—Sí, pero esperemos a que estemos cerca del mediodía, así el agua estará más cálida, al menos que no te importe meterte ahora mismo —le responde Vincent.
—Esperaré un poco —contesta, y Vincent sonríe con gracia.
—Bien, bueno, toma una caña y veamos que logras pescar —dice Aaron, y le entrega a Evan una caña.
«Nadaré con él cuando sea el momento, así puedo preguntarle qué le pasó anoche?», pienso, y me dan una caña para pescar.
—Aaron, Aaron —escuchamos la voz de un hombre en la radio del bote.
—Sí, aquí Aaron, ¿qué sucede? —responde.
—Soy Bruno, ha habido un accidente, hemos regresado al centro —dice Bruno.
Evan y yo nos miramos.
—¿Necesitan ayuda? —pregunta Aaron.
—No, pero tienen que regresar, ahora mismo.
—Entiendo, vamos para allá.
«¿Qué ha sucedido?», pienso, y se escucha un trueno, el tiempo comienza a cerrarse.
—Chicos, vamos a regresar, tomen asiento en sus lugares, por favor —nos pide Vincent.
Tengo un mal presentimiento, y de repente comienza a llegarme a la mente: «Kristen». Cuando llegamos al punto de partida vemos una ambulancia y Kristen yace encima de una camilla, tiene puesta una mascarilla con oxígeno en el rostro. Me llevo las manos a la boca. Estoy aterrada, «¿Cómo pude saber que se trataba de ella? Bruno nunca mencionó que se trataba de Kristen».
Vincent corre hacia la ambulancia, yo solo quiero irme de aquí.
—Hey, ¿estás bien? —me pregunta Evan.
Niego con la cabeza.
—Escucha, entremos al centro, ¿te parece?
Asiento con la cabeza.
—Aaron. Sam y yo vamos a volver al centro —le dice Evan.
—Sí, por supuesto, pero vayan con Camila, por favor —responde Aaron, y se aleja de nosotros para ver en qué puede ayudar.
Capítulo 14: Vacante
—Sam, ¿qué te sucede? —me pregunta Evan una vez que Camila nos deja solos en el comedor o cafetería, como le decimos nosotros los pacientes. Ha ido al baño, y pronto nos servirán algo de comer.
—Nunca he creído en fantasmas, ni en cosas paranormales, porque mi papá pensaba que me iba a asustar fácilmente y por eso nunca vi películas o escuché cuentos de terror, muy pocos, pero me enseñaron a no creer en nada de eso, por eso no entiendo qué me pasa en este lugar —admito sintiéndome cansada.
Me alegro de que no haya nadie cerca de nosotros.
—Tuve una novia que amaba todas las cosas de terror, no sé si todavía, pero lo cierto es que se aprendía frases de terror y las cambiaba un poco para hacerlas más tétricas aún o las usaba en sus historias escritas, claro, siempre cambiándolas para no tener problemas el tema del derecho de autor. Había una que me causaba bastante incomodidad, porque me la contó en la casa de su difunta abuela, decía así: «Me desperté con frío. La anciana estaba trepándose por el baúl que hay al pie de mi cama y me miraba con una sonrisa retorcida. Jamás he querido poner de nuevo un espejo en mi habitación».
Siento un escalofrío por toda mi columna vertebral, y creo que me he puesto pálida. «Pudo haber contado cualquier otra historia, pero tenía que mencionar a una anciana cuando yo tuve un sueño con una bastante espeluznante».
—Sam, te has puesto pálida —dice mirándome con genuina preocupación.
—¿Por qué me has contado eso? —pregunto a la defensiva.
Me mira por un instante sorprendido.
—Porque no estás equivocada —dice en voz baja y se ha inclinado sobre la mesa para responderme—. Pero aquí no es bueno que sepan que puedes ver fantasmas. Jackson no se fue solo por ser violento con Adam —dice, y vuelve apoyar la espalda del respaldo de la silla.
Frunzo el ceño.
—No tiene sentido, si no soy la única que lo nota, ¿qué ganarían con fingir que no pasa nada raro aquí? —pregunto bajando la voz, ya que siento que él tiene razón. Desde que llegué aquí he intentado mantenerme tranquila y no llamar la atención. No sé qué haría papá conmigo si me botan de aquí.
Veo como se acerca una camarera con nuestros platos. Les damos las gracias, y esperamos a que se retire.
—Esta noche, a las dos de la madrugada, reúnete conmigo afuera de la cafetería. Por alguna razón, las cámaras de ese pasillo no funcionan —dice, y luego le da un mordisco a su emparedado.
Me sorprendo por esa revelación. Camila regresa.