Capítulo 5 Salvaje

1516 Words
Esteban — ¿Te molesta si me siento aquí? — la miro y ella me observa esperando alguna respuesta. — Es un país libre —respondo tranquilo y chasquea la lengua. — El libertinaje debería desaparecer de la Tierra —la mire. — Creo que está penado por la ley —movió la mano. — Solo si cometas un accidente, robo, asalto, violación, prostitución, homicidio —suspiró —nadie te dice que puedes cortar testículos por adulterio. —la mire. — ¿No existe el divorcio para eso? — levantó la copa en media dirección. —Creo que ahí se encargan de sacarle las vísceras. — Exacto, existe divorcio y grandes demandas por ello, como la que haré en breve —su cuerpo giró —Que te puedo decir, soy buena sacando vísceras —subió sus hombros. — Abogada —me guiño un ojo y se inclinó un poco hacia adelante mientras me miraba. — Tú no pareces ser un hombre casado, ese sujeto que se me ofreció recién, está casado, pero se ha sacado la argolla antes de entrar, lo sé porque tiene la figura de la misma en sus dedos recién bronceados, lo qué quiere decir que acaba de irse de luna de miel, o aniversario, o se fue con la amante, ese sujeto no sirve ni siquiera para sexo en una noche. —suspiro. — ¿Vacaciones? —pensó. — No, los hombres siempre hacen esas cosas. — ¿De qué hablamos exactamente? —consultó y pidió otra copa. — De que no pueden mantener su pene dentro de su bragueta —el mozo se rio y ella lo miró. —Eres lindo —paso la vista por su cuerpo —Pero, pareces muy joven. —arrugó la nariz —No necesito colágeno, solo alguien que pueda usarla y huir. —la mire. No sabía si lo decía en serio o no, se la veía joven, lo suficientemente joven como para decir que todavía no era mamá, pero no tanto como que recién saliera de la universidad. De igual forma me sentía ofendido, se suponía que estaba hablando conmigo y coqueteándome a mí. Sin embargo, acababa de ignorarme por completo para comenzar a coquetear con el hombre que le servía su copa. — Pensé que ese iba a ser yo ese afortunado. Hablé sin pensar mucho, no me interesa que siguiera con su coqueteo con este sujeto, siendo honesto. De hecho, por muy loco que pareciera, está rubia me tenía igual de fascinado que al resto de los humanos del lugar, era imposible no caer rendido por ella. Llamaba la atención, toda ella y se suponía que era yo con quién hablaba. La mujer era hermosa, ella literalmente dejaba a cualquier hombre con la boca abierta, por lo que el sujeto frente a mí no me arruinaría esto. — Oh, te has puesto celoso —sonrió —No lo estés, claramente eres lindo —me repasó con la mirada —Jodidamente lindo y ardiente, pero no pareces tan osado para irte a acostar con una extraña, más bien pareces de esos que solo se acuestan con aquellas que pueden aseverar que no tienen alguna enfermedad y déjame decirte —me apunto con el dedo —Que no tengo mis estudios conmigo. Me reí de nuevo, la mujer era interesante, muy interesante, sus ojos claros brillaban, eran de un verde grisáceo hipnótico. su rubio tornaba a castaño en la raíz, pero no llegaba a serlo, sobre todo porque se notaba que era rubio natural. — Aunque nunca me he acostado con un extraño, no sé qué se supone que se hace en esos momentos —me miró —¿Tú sabes? —juntó sus cejas —Tú, chico de sonrisa blanca, tráele un whisky —me miró con los ojos entrecerrados —Que sea tequila, para los dos. — Me gusta el whisky —chasqueo la lengua. — Pero lo tomaras despacio y pareces estresado, necesitas relajarte —relamió sus labios —Además me canse de estos tragos dulces. El chico que hace un minuto la había mirado lo curioso dejó una botella de tequila para nosotros ni modo y un poco de sal, los ojos de la chica volvieron a mí y me concentré en ella para ver qué hacía. — ¿Sabes cómo se hace? —pregunto. — Sé cómo se toma, pero puedes mostrarme si quieres —relamió sus labios. — Bueno, es simple, tienes que lamer aquí —tocó entre medio de su pulgar y su índice —le echas un poco de sal —me mostró un como se hacía —luego tomas el chupito en una mano y el limón en la otra —me quedo observándola y ella me miró —Vamos, hazlo. Sin quitarle los ojos encima hizo lo que me pidió, lamí el lugar con mis ojos puestos en ella, y tomé el limón con una mano y el chupito en otra. — Bien, ahora hasta el fondo —comenzó a contar. Me tomé un solo trago el chupito y coloque el limón en mi boca mientras que ella arrugó la nariz con fuerza y hacía una mueca antes de saltar tres veces en el lugar. Apreté mis labios intentando contener la risa, algo que me fue imposible, me reí y me observó molesta antes de empujarme un poco con la mano derecha mientras dejaba la izquierda en mi pierna. Mis ojos se desviaron a esa mano donde tenía la marca de una argolla, por lo que me imaginé que acababa de separarse o descubrir qué había sido engañada y estaba dando sus penas en esto. — ¿Qué se supone que haces por aquí nena? si no eres de frecuentar estos lugares —me miro. — Intento divertirme un poco, solo un poco —suspiro —olvidarme de todo solo por hoy —suspiro y miro la mano. — Yo no estoy casado, la verdad que los compromisos no son lo mío —sus ojos fueron a mi cara —Estoy dispuesto a una noche, ya sabes, de esas en las que olvidas a la mañana siguiente de que no conoces al otro, incluso me presto para venganzas por engaño. Sus labios se curvaron, su lengua apareció relamiendo sus labios despacio antes de dejar una gran suma de dinero en la mesa. — Chico bonito, cobra esto y lo de aquella mesa — señaló donde estaba su amiga que ahora levantó un en nuestra dirección. — No se preocupe señorita su amiga ya pagó toda la noche, de hecho, dejó su tarjeta para eso — sonrío y me miró divertida. — Por supuesto que hizo eso, cualquier cosa con tal con tal de…. —sacudió su cabeza. — ¿Pasa algo? —me miró. — No he hecho esto nunca —mordió su labio —Creo que es mala idea —suspiro. — ¿Cuántos años estuviste casada? —hizo una mueca. — Lo suficientes como para querer tener hijos juntos —miro sus manos —Aunque también quería hacerle uno a mi amiga —hice una mueca, — No te merece —me levante —Bueno preciosa, yo me voy, porque mejor no vuelves a tu casa a dormir, yo entiendo un no, pero hay hombres que no. Comencé a caminar a la salida, si me iba a acostar con alguien, iba a ser con ella, pero ya que la mujer no quería, no la encontraba sentido a seguir buscando una persona, lo más probable es que no tuviera tanta suerte como con la pequeña rubia, seguramente las otras estaban acostumbradas a hacer esto y yo era bastante cuidadoso con respecto a dónde metía ciertas partes de mi cuerpo, sobre todo porque no quería contagiarme nada. La noche me recibió y suspiré antes de comenzar a caminar, el ruido de unos tacones me hizo detenerme en seco y girar, su cuerpo golpeó el mío y la miré un poco divertido mientras ella miraba mis labios. — Pareces de esos que te deja sin poder caminar una semana —subí mis cejas sorprendido. — ¿Quieres que te deje sin caminar una semana? Mi voz salió baja y ronca mientras que ella parecía procesar cada detalle de mi rostro. — Me gustaría que lo hicieras —balbuceo —Creo que es una buena forma de empezar mi soltería —habló bajo. — Entonces, quieres que no sea delicado —afirmó despacio. — No quiero sexo suave, eso lo tenía con mi esposo. Vaya, quizás por eso el matrimonio se fue al carajo, o él era un idiota que no sabía sacar provecho de esta mujer, o ella era insulsa en la cama, aunque no lo creía, ella no se veía de esa forma, no parecía ser ese tipo de mujer. — Yo puedo hacer eso, pero tienes que tener en claro solo una cosa —me acerque a ella —Si te follo, lo hago como se suponen que hacen los amantes de una noche, va con todo incluido —una sonrisa ladina se formó en su rostro y se pegó más a mí.
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