Agosto 19

1119 Words
Hoy me siento con energía para hacer muchas cosas. Desde temprano salí a recorrer el sector a invitar a los vecinos a mi cafetería. Por el camino, encontré a Damián y a Salomé, él la estaba paseando en una silla de ruedas, por fortuna yo iba por la otra acera y me oculté a la sombra de un árbol para que no me vieran. Seguí mi camino hasta la casa, tomé un baño y desayuné e inmediatamente abrí mi local. Puse a hacer el café, preparé unos cuantos postres para tener que ofrecer a los clientes. Estoy muy emocionada, sé que no me equivoqué con la remodelación y sé que va a ser un éxito mi negocio. Me encontraba limpiando las mesas y las sillas, un poco elevada, cuando una voz me hizo volver a la realidad... —¡Alicia! Pero que hermoso trabajo has hecho— Era Salomé... Y Damián... —Gracias, espero a la comunidad le guste y vengan a hacerme el gasto— —Yo se que sí; sabes... Me gustaría un café y postrecito de limón— Damián hizo cara de desagrado inmediatamente. Yo me limité a tomar su orden y despachársela, y le pregunté a él si deseaba algo. —Un café, gracias— Salomé intentó hacerme conversación pero fui vaga en mis respuestas y continué en mis labores. En ese instante, llegó un domiciliario y traía un hermoso arreglo floral. —Buen día, disculpe, busco a la señora Alicia Ríos— Con extrañeza me acerco y le digo que soy yo. —Firme aquí por favor— dijo mientras me pasaba una planilla. —Muchas gracias joven— le dije. —Por nada señora, buena tarde— respondió y siguió su camino. ¿Quién podría enviarme flores? ¿Sería Damián? Pude ver que traía una tarjeta... "Alicia, gracias por su compañía, espero podernos reunir en algún momento. -Armando-" Una sonrisa espontánea se dibujó en mi rostro y Salomé que estuvo pendiente de la situación, no perdió oportunidad para opinar. —Vaya, parece que nuestra querida Alicia tiene un pretendiente— —¡Salomé! No digas tonterías, a nosotros eso no nos importa— le replicó Damián algo ofuscado. —Ya vámonos que tengo cosas que hacer— Casi no la deja terminar el postre y el café, se veía muy molesto y no lo podía disimular. Pagó y se fueron, mientras se alejaban, Salomé dijo: —Alicia, espero que me lo presentes— No le respondí y seguí en mis cosas. Era obvio que estaba celoso, aún así no importaba, era imposible que tuviéramos algo. Me sentí muy halagada por el gesto de Armando y por primera vez en mi vida, creo que podría darme una oportunidad de ser amada. Aunque tal vez solo sea un formalismo de su parte, realmente es todo un caballero. Tuve una tarde muy movida, rodeada de trabajo y gente a la cual atender, estoy teniendo mucho éxito. Sobre las 6:00 pm Damián apareció. —Hola— —Buenas tardes, ¿qué se le ofrece?— —¿Estás molesta?— —¿Tengo motivos para estarlo?— —Oye... Yo... Lo siento, no debí meterme en tu vida— —Ok, ok, ¿algo más? Estoy esperando a alguien y me quitas tiempo— no sé por qué dije eso... Tal vez para ponerlo celoso. —Ah, ya veo, te estorbo, bien, solo espero, que ¡a él no lo dejes plantado en el altar!— No me dió tiempo de responderle, iba saliendo, tras él cuando llegó Armando en su auto. —Mi estimada Alicia, que gusto verla, ¿recibió mi presente?— —Armando, ¡Qué sorpresa!, si lo recibí, muchas gracias, no debió molestarse—. Damián me miró de reojo, muy mal por cierto y se fue a su casa. —¿Tiene planes para esta noche? Me encantaría invitarla a cenar—. —No, no tengo nada pensado, pero la verdad no quiero salir hoy, tuve mucho trabajo y estoy cansada, ¿qué le parece si cenamos aquí?— —Pero Alicia, no quiero ponerle mas trabajos, hagámos algo, pediré la cena y la disfrutamos aquí al aire libre—. —Perfecto, me parece una gran idea—. Mientras la cena llegaba, le preparé un café y me senté a su lado. —Que delicias prepara usted Alicia— —Muchas gracias, no tengo estudios, solo lo que me enseñó mi madre—. —Pues ha aprendido muy bien—. En ese momento llegó la comida, era una especie de arroz oriental, era oscuro, tenía unas raíces raras (parecían gusanitos), camarones y otras cosas que no sé; lo acompañaba una especie de sopa de verduras. Nunca había comido algo así, pero le di oportunidad y debo decir que me encantó; la compañía también, Armando es muy agradable y atento, me gusta la forma en la que me trata. Es un caballero en toda la extensión de la palabra. —¿Quién es el hombre de la ventana?— —¿Cuál hombre?— pregunté —El de la casa de junto— —Ah, el vecino Damián— —Hace rato nos observa, disculpe la indiscreción pero, ¿ha tenido usted alguna relación con él?— —Para nada, de hecho, tengo entendido que es casado, la verdad es un hombre amargado y un poco metido, en lo que llevo viviendo aquí he notado que no es muy del agrado de los vecinos, tal vez porque su esposa es mucho más joven que él—. ¿Cómo se supone que le iba a decir la verdad? ¿Qué iba a pensar de mi? La mejor opción fue mentirle, no quería que pensara que yo era un ser horrible. Pasadas las 9:00 pm se marchó, peto antes me ayudo a entrar todo y a cerrar. Creo que yo le intereso y en este momento sería lo mejor para mí. Subí a mi habitación y Damián estaba en mi cuarto. —¿Qué quieres?— —Casi que no se va ese tipo, ¿pensaba quedarse o qué?— —¿Perdón?, eso no es asunto tuyo, por favor, vete ahora—. —Lo haré, pero antes, quiero saber algo—. —Pregunta rápido y sal de mi casa— Se aproximó hasta mi, me tomó entre sus brazos y me besó apasionadamente, no me pude resistir, mis manos empezaron a recorrer su cuerpo y... Se apartó. —Es todo, ya comprobé lo que sospechaba, que descanses Alicia— sin decir nada mas, salió por la ventana hacia su casa. Este hombre me confunde tanto... Quiero alejarme, pero siento que no puedo, debo luchar y conseguirlo.
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