Agosto 20

897 Words
¡Sábado! Hoy es un gran día para trabajar. Estoy muy animada, sé que hoy venderé mucho mas que ayer así que me he dedidacado gran parte de la mañana a hacer postres diversos. Descansé un poco y me senté un rato afuera, familias iban y venían, se veían felices, reflexionando, no sé si yo hubiera sido buena madre, pero fue algo que por miedo no hice, me arrepiento, pero ya a estas alturas de mi vida no hay vuelta atrás. Fui egoísta conmigo misma y con Damián al negarme la oportunidad de ser felices juntos. ¿Será que ya pasó mi tiempo? No quisiera pasar el resto de mi vida sola, pero por otro lado, me siento vieja para jugar a ser la noviecita de alguien, me miro al espejo y veo a una solterona fea, no creo que nadie desee algo conmigo. Tal vez yo esté confundiendo la amabilidad de Armando con coqueteo o interés romántico, pero pensándolo bien, en el fondo quiero creer eso, sería maravilloso que un hombre tan decente y aparentemente correcto como él se fijara en mí. Desde que abrí he recibido clientes y no he dado abasto atendiendo, creo que si sigo así, tendré que contratar a alguien que me ayude los fines de semana. Recibí una llamada de Armando sobre las 10:00 am, quería saber si salíamos a almorzar, le comenté lo ocupada que estaba y entendió la situación, media hora mas tarde llegó al local, con delantal y un gorro... —Alicia, le ayudo a atender a los clientes— ¡Dios, que pena! —No, como se te ocurre—. —Ay mujer bella, lo hago con gusto— No me quedó de otra y aceptar su ofrecimiento, fue un gran alivio ya que tenía mucho trabajo, tanto así que no me percaté de la presencia de Damián... —Vaya, que sujeto tan acomedido tu amiguito— —Si, buenas tardes, ¿Qué se le ofrece vecino?— le dije algo molesta —Tú— —¿Perdón?— —Que te quiero a ti— —Que pena Damián, pero por si no te has dado cuenta estoy demasiado ocupada como para andar jugando contigo, ¿qué necesitas?— —Ah, ahora resulta que soy un juego, bien, adiós doña juguetona— Se marchó molesto, la verdad había mucho qué hacer y no tenía tiempo para sus tonterías. Fue un día bastante productivo y si no hubiera sido por Armando no sé que hubiera hecho. Cerré sobre las 9 de la noche, estaba apenada con él, se puso a atender gente, debía pagarle pero no sabía como. —Vaya, que día, creo que tendrá que contratar alguien que le ayude— —Si, eso estaba pensando, gracias a usted pude atender a todos los clientes, no sé cómo pagarle— —No se preocupe Alicia, lo hice con mucho gusto, total, no tenía nada qué hacer en mi casa— —Insisto, no me siento bien de saber que trabajó gratis todo el día, ni siquiera tuvimos tiempo de almorzar— —Hagamos algo, permitame visitarla con mayor frecuencia, para mi es un placer tenerla cerca— —Armando, usted es bienvenido cuando quiera, pero en serio, déjeme hacer algo para pagarle— —Ya sé que podemos hacer, quiero que como pago, vaya mañana en la noche a mi casa a cenar— Me tomó por sorpresa su ofrecimiento, pero decidí aceptarlo. —Qué insistente es usted, está bien, iré pero después de cerrar—. —Perfecto, pasaré por usted a las 8:00 pm—. Le ofrecí una pastel de pollo con café y un postre; ninguno había comido nada desde la mañana. Sobre las 10:00 pm se marchó a su casa y yo me fui a descansar. Poco a poco me despojé de mi ropa mientras subía las escaleras, al entrar a mi cuarto me encontraba en ropa interior, sin pensarlo me tiré sobre mi cama, estaba extremadamente cansada y solo quería dormir. Me estaba quedando dormida cuando la sensación de una caricia me puso alerta, ¿lo estaba soñando? Yo me encontraba boca abajo y sentía que me pasaban los dedos suavemente por la espalda, era real, había alguien conmigo en la habitación. Me volteé para ver y era Damián. —¿Qué haces aquí?—. —Tenemos algo pendiente—. —¿Ah si? ¿Qué según tu?— —Alicia, quiero hacerte el amor— No tuve palabras... Me rendía ante sus besos, la temperatura de mi cuerpo subía rápidamente y podía sentir cómo mi entrepierna se humedecía. Desabrochó mi sostén y acariciaba mis pechos con fuerza, me dolía un poco, pero el placer que me producía era mayor. Casi me rendí... Hasta que vino un nombre a mi mente... Salomé... —Esto no está bien, vete por favor—. —Alicia, no me hagas esto, sé que lo deseas tanto como yo—. —Puede que sí, pero no está bien, parecemos delincuentes viendonos a escondidas y yo no quiero esto—. —¿Es por ese hombre verdad? ¿Acaso tienes algo con él?—. —Ciertamente no es de tu incumbencia, vete por favor— le dije tajantemente. Vió firmeza en mis palabras y salió por la ventana. Creo que sellaré esa ventana o me cambiaré a otro cuarto.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD