MARION Llegar a tu casa y que una sorpresa de esa magnitud te reciba no tiene precio. Entré con el corazón desbocado queriendo golpear al primero que se cruzara en mi camino. Mi ropa, mis zapatos, mi rutina de skin care, los utensilios de cocina, ¡Por dios! Hasta el papel de baño que estaba en medio uso había desaparecido. Todo se había ido y lo único que había quedado en mi departamento era el vacío y el eco de mis pasos al chocar con el suelo sucio producto de mover los muebles. No creí que Bruno llegara a tanto por no ceder a ser su esposa falsa. Traté de calamar durante un par de minutos, pero la verdad de las cosas es que estaba tan cabreada que no tardé ni dos segundo en marcarle. Cuando contestó al otro lado, no lo dejé hablar, fui directo al punto. — ¿Dónde están mis cosas i