BRUNO Estar sentado frente al imbécil que amenazó a Marion de muerte hizo que la adrenalina de un toro enfurecido por matar a pedazos a su agresor, me golpeara el cuerpo. Tuve que respirar de alguna manera discreta para mantener la calma, pues mi instinto de asesino me decía que me fuera encima de Roberto Sanders. Roberto siempre se había destacado en la alta sociedad como una persona altruista, que dedicaba gran parte de su tiempo y dinero a la beneficiencia, sin embargo, ahora que lo tenía en frente muchas preguntas venían a mi mente y la posibilidad de que me dijera una mierd*a era casi nula. Decir que ver la cara de ese imbécil me provocaba náuseas era poco. Le había preguntado de manera directa sobre Marion, pero vaya ¿quién se da un golpe en la boca de manera voluntaria? Era evid