MARION Nunca en mi vida me había sentido tan nerviosa por tener un celular en mi mano. Nunca había sido el tipo de persona que va revisando los teléfonos ajenos y entrometiéndose en la vida de los demás. Sin embargo, ahí estaba con el corazón acelerado y un nudo en la garganta por no saber si ir más allá de lo que ya conocía esa noche. No voy a negar que la curiosidad carcomía mis entrañas, pero al mismo tiempo no quería ser esa persona que recordara el dicho “la curiosidad mató al gato". No quería ser ese estúpido gato que se dio solito en la madr*e por meter sus narices en asuntos ajenos. El “asunto" tenía cuatro años a que había pasado. Decidí dejar el teléfono a un lado con la finalidad de lo meterme en los asuntos de Bruno en el pasado. Dejé el teléfono en el sillón, justo donde l