CAPÍTULO V La cena resultó bastante desagradable para Melinda. No podía dejar de pensar en la Marquesa que agonizaba arriba, por lo que le costaba mucho trabajo seguir el curso de la conversación. El Marqués estaba obviamente malhumorado, pues se negó a probar la mayor parte de los exóticos platillos que le llevaban en fuentes de plata, rechazándolos con un gesto de la mano. Uno de los sirvientes de librea grabada con el escudo de armas de los Chard, llenaba con frecuencia su copa. El Capitán Vestey hizo todo lo posible por dar visos de alegría a la ocasión. Hablaba con el Marqués, pero trataba de incluir a Melinda, explicándole quiénes eran las personas de las que hablaba o describiendo los lugares a los que se refería. Una o dos veces la hizo reír, pero el anfitrión mantenía su expres