Cumpleaños

2487 Words
▪︎ LILLIE ▪︎ Habíamos recorrido casi todas las tiendas, no me gustaba como me quedaban los vestidos que me había medido. Si no eran muy cortos y ajustados, o demasiado largos. Todo me quedaba ajustado, necesitaba un vestido que no me sintiera tan apretada. Después de buscar durante dos horas más. Di con el indicado, uno que no ciñera mucho mi figura. Pero mi hermana insistió que me llevara dos más por si cambiaba de parecer. Como mi cumpleaños tocaba en viernes, ese día exacto estaba planeado para festejarlo. La mansión contaba con un salón grande y muy amplio para reuniones de ese tipo, así que ahí sería el festejo. Lionel había mandado a que organizaran todo, pero mi hermana se ofreció en hacerlo. Por esa razón me tenía encerrada en mi habitación junto con sus amigas que había hecho en la universidad. Ellas estaban arreglándome para la ocasión, y aunque no estaba de ánimos para un festejo, dejé que hicieran conmigo lo que quisieran. Lena y Romi, eran las nuevas amigas de Alexa, eran unas chicas alegres, pero muy fiesteras, aún no sabía cómo era posible que mi hermana se había hecho amiga de ellas. Mientras una me maquillaba, la otra me peinaba. Mi vestido era color azul rey, sin mangas, tenía un cruzado en el pecho y la falda comenzaba un poco arriba de mi vientre, eso quería decir que no me llegaría a apretar mi vientre. Era muy largo hasta tapar mis pies. Era muy difícil encontrar vestidos elegantes que no fueran pegados al cuerpo, por eso demore casi un día en encontrar el indicado. Más tardes cuando las amigas de Alexa y ella diera la orden de que podía bajar, lo hice en compañía de mi guardián que no me dejaba ni un momento sola. Temían que me volviera a caer en los escalones, por eso él me guio hasta el salón. — No más falta que me cargues — dije. — No se preocupe, sí es necesario lo haré — respondió. No sé si él no se dio cuenta de mi sarcasmo. Llegamos a la entrada del salón. Y al abrirse las puertas todos gritaron — ¡Feliz cumpleaños! — mientras aplaudían. Lionel y Alexa llegaron hasta mí para darme un cálido abrazo. — Feliz cumpleaños hermana — dijo Alexa. Después se separó y le dio espacio a Lionel. — Feliz cumpleaños mi princesa — dijo con una gran sonrisa mientras me abrazaba. No lo odiaba, solamente era difícil aceptarlo tan rápido en mi vida, era algo que me llevaría algo de tiempo. Todos estos años me hicieron creer que mi padre era otro hombre, y aún no sabía la razón de porque nos había dejado. Eso me dejaba pensando que Dante había hecho lo mismo que Lionel. Eran tal para cual. — Gracias — murmure en el instante que me aparte de él. — Ven, quiero presumirte a todos. — dice mientras toma de mi mano para llevarme con él. El lugar está lleno de personas como lo había supuesto, muy elegante y pura gente adulta. Todos pasan como de los treinta, más bien parece fiesta de Lionel, que mía. Yo no conocía a nadie, o quizás lo había hecho como dijo, que quería presumirme. No entendía por qué quería hacer eso, antes ni me había buscado, y ahora quiere gritarle al mundo que soy su hija. Llegamos donde se encontraba un círculo de hombres elegantes, todos con esmoquin entre edades de cuarenta y cincuenta. Todos se miraban algo mayores — Caballeros — dijo Lionel cuando nos acercamos — Les presento a mi tesoro más valioso, mi hija — me presenta ante sus amistades. Todos los señores saludan asintiendo con la cabeza cortésmente. Claro que no esperaba un abrazo o algo afectuoso, son desconocidos para mí, como al igual yo lo era para ellos. De igual manera, respondí su saludo. Minutos después él seguía conversando con sus amigos o conocidos, mientras yo seguía a su lado. Me estaba aburriendo de la charla entre puro hombre adulto. Solo hablan de negocios, de sus empresas y dinero. Era completamente aburrido. — Lionel — una voz fuerte y potente retumbó en mi alrededor. Pero no giré para ver de quien se trataba, eché un vistazo de reojo cuando se colocó del otro lado de Lionel. — Nikolay — dijo Lionel, girándose hacia él para saludarlo en un afectuoso abrazo — No sabía que ya habías llegado. — Acabo de llegar — responde — No más te vi quise acercarme saludar. — su mirada se desvió hacia mí, me incomodo un poco que me mirará. — Qué bien, deja te presento a mi princesa — dice Lionel cuando me mira — Hija el señor Nóvikov, gran amigo y socio — me dice — Nikolay, ella es mi pequeña Lillie — finaliza. Creí que iba a hacer lo mismo que los otros señores, pero no fue así. Se acercó un poco y tomo mi mano mientras se inclina para después besarla. Me quedo inmóvil, no esperaba ese saludo galante. Se ve que es un hombre educado y con clase. Y la verdad también es algo atractivo. Suelta mi mano con delicadez y se aleja antes de que yo reaccione. Los hombres entran en otra nueva conversación, yo suspiro de aburrimiento. Necesito salir de aquí y tomar un poco de aire que el malestar que me da a causa del embarazo está comenzando a manifestarse. Con educación pido retirarme para alejarme de ese círculo de hombres elegantes. Camino para dirigirme al balcón que tiene el salón en una de sus grandes ventanas. Todo aquí era enorme, por eso le llamo castillo. Ya en el balcón intento relajarme y tomar aire fresco, que mucha falta me hacía. Si me quedaba un minuto más escuchando esa conversación de negocios y otras cosas de hombre, daría un grito en el cielo. Lionel me había mareado con tantas presentaciones y platicas con sus conocidos. Parecía muy feliz porque todos me conocieran y supieran que yo era su hija, una duda que seguía indagando en mi cabeza, no sé por qué seguía huyendo de la realidad. Quería aceptarlo, pero a la vez no, mi orgullo era más grande, que el deseo de tener una relación bonita con el que es mi padre. Durante mucho tiempo deseé tenerlo conmigo, que me consistiera y me protegiera; sin embargo, vente años se perdió de mi vida, y yo de todos esos privilegios que un padre puede darle a una hija. Estaba hambrienta de ese cariño, ese afecto que ni con todo el orgullo del mundo se borraría. Solo necesitaba más tiempo. Mientras seguía en mis pensamientos, contemplaba la noche, el cielo se miraba oscuro y con sus destellos. El castillo se encontraba muy alejado de la ciudad, de igual manera era pequeña y agradable. Me encantaba este lugar por el arte y la arquitectura clásica que conservaba y contaba con muchos sitios antiguos que caracterizaba más la región. Pensar en lugares bonitos de estos alrededor me agradaba. Ya había visitado algunos museos y arquitecturas antiguas. Conocer mis orígenes era algo nuevo para mí, saber que tenía raíces alemanas en parte me gustaba, era hermoso este país y eso que nada más había conocido poco. — Disculpe — una voz potente masculina llego a mis oídos. Lo ignoro, y sigo viendo el paisaje nocturno. El hombre se coloca a mi lado, lo veo de reojo para saber de quién se trataba, es el señor Nóvikov, creo que así era como lo nombró Lionel. Quería estar sola, no sé que hace aquí. Quizás también se cansó de tanta parloteo con tanto hombre formal. Pero él tenía esa apariencia de ser uno igual a esos señores. — ¿También lo aburrió tanta formalidad? — pregunté. Tal vez la formalidad iba tomada de la mano con este hombre, no obstante, aun así, le mostré que para mí era aburrido. — Creí que a la hija de Lionel le iba lo serio y lo formal. — dijo. Su mirada estaba fija en el paisaje, al igual que la mía. —Diría aburrida — pronuncié — Siento decepcionarlo. — Al contrario — su tono de voz tenía como un acento ruso. Por algo tenía ese nombre, no soy buena reconocido acentos o nombres extraños. Pero aprendí algo estos meses aquí, ya que Lionel tenía muchos conocidos extranjeros. — Sí usted lo dice. Yo dudo de ello, después cambiará de parecer. — le echo un vistazo rápido. Con la luz de la noche no se apreciaba bien su rostro, se encontraba un poco alejado de mí; aun así, su perfil era atractivo y con rasgos finos, bien cuidado. Aparentaba más de treinta años, no era viejo. — No creo que eso sea posible — dice — Es raro que me equivoque, con solo mirarla pude ver que usted llena mis expectativas. — en su tono se escuchó interés. ¿De qué hablaba?, que extraño es, no entiendo a que se refiera, hasta me incomoda. — No comprendo — dije en voz baja. — Me gustaría conocerla más, si me lo permite. — pide calmadamente con ese acento raro. Esta conversación se estaba poniendo muy extraña, lo mejor será que me retiré de aquí. — La verdad no tengo tiempo para estas cosas… Si a lo que se refiere es que quiere conocerme por ser hija de su amigo, le avisó que eso no es necesario, y tampoco me interesa que lo haga — dije con rapidez y claridad. Quería dejar en claro cualquier cosa que pensara sobre mí, antes de que insistiera, si es que él proseguía con lo mismo. Su mirada se fijó en mí, en su rostro miraba algo de dureza, pero sus ojos se notaban divertidos. ¿Qué le divierte? — No hagas eso — pide, no entendía a que se refería — Solo haces que me encapriche más. ¿Este hombre de que iba, a que jugaba.? No iba a caer en su juego, lo voy a cortar de una vez. — No sé que le dijo Lionel de mí, pero yo no estoy para aguantar hombres como usted y mucho menos me interesa conocerle. — informo — Así que si ya no tiene más tonterías por decir, me marcho. Que tengo asuntos más importantes que hacer, como a alimentar a mi loro, que también es mucho mejor oírlo a él, en vez de oír las estupideces de un tipo pomposo y arrogante, como usted. — escupo indignada. Salgo a pasos apresurados de ahí. Me sentía furiosa por sus palabras, aunque no fueron descaradas las disfrazó con educación para decir lo que le interesaba hacer conmigo. Que se cree este tipo. No me importaba si Lionel se enteraba de ello y me sermoneara por haberme portado grosera con su invitado. Que se vayan al carajo los dos. Al llegar al centro del salón vi venir a mi hermana, se miraba preciosa. Aún no entendía por qué todavía no encontraba novio. Traía un vestido largo que se ajustaba a su cuerpo, color ciruela con destellos plateados en la falda y uno poco en su escote discreto. Su melena castaña recogida en un moño bien peinado con unos mechones salidos. Alexa es completamente hermosa. — ¿Dónde te habías metido? — preguntó con un tono de preocupación, en cuanto llego a mí. Y aquí vamos, Alexa hacía bien su papel de hermana mayor. — Pareces mamá — ruedo los ojos — Deja de preocuparte tanto por mí. — No me pidas que haga eso, eres mi hermana, y estás embarazada. — dice, toma mi mano con delicadez para arrastrarme algún lugar — Ven, es hora de soplar las velitas del pastel. Suspiro derrotada, y me dejo llevar por mi queridísima hermana. Lo que quería era irme a descansar y quitarme estos zapatos que me estaban matando mis gordos pies. Esto del embarazo no me favorecía mucho que digamos, seguía sufriendo todos los malestares, y al decir todos, era completamente todo, ninguno de mis diablillos se había apiadado de mi cuerpo. Después de la animada canción que cantó Alexa con sus amigas y entre uno que otro invitado que se animó a seguirlas, todos parecían apáticos, bien aburridos. Como pensé al principio parecía más fiesta de negocios que un cumpleaños de una joven de veinte años. Ignore a esa gran parte de personas amargadas y solo me fijé en las chicas que se expresaban con mucho ánimo. Esas amigas de Alexa eran muy extrovertidas. Aun así, me gustaba su energía, algo que me hacía mucha falta en estos momentos. Yo nada más quería irme a dormir, comer algo que me cayera bien, y volver a dormir. El embarazo estaba acabando conmigo. La velada se fue haciendo más animosa con ese par de chicas, no podía creer que dos mujeres fueran las que levantaran este festejo fúnebre. No podía soportar más y me deshice de mi calzado. Lo bueno era que el vestido arrastraba, si no todos me estarían mirando con desaprobación. Como si me interesara lo que piensen personas que ni conozco. Después de comer y comer, beber solamente jugo de arándanos que mi hermana ordenó exclusivamente para mí. Termine vomitado todo en el inodoro, lo que temía. Estos síntomas no se iban, solo aumentaban. Estaba en uno de los baños que se encontraban en la planta baja, el primero que alcance a llegar. Después enjuaga mi boca y me refresqué un poco, salí del baño para volver a esa tortuosa fiesta. — Son unos diablillos — dije en voz baja mientras acariciaba mi vientre — Solo por un día dejen que mamá disfrute de comer. Últimamente, les hablaba a mis bebés, desde que comencé a sentir unos leves movimientos en el interior de mi barriga, me anime a hablarles. Alexa dijo que podría hacerlo, que funcionaba, ya que lo primero que escucharían sería mi voz y el latido de mi corazón. La ginecóloga también lo confirmó, pero dijo que era muy pronto para que eso pasara; sin embargo, si deseaba hablarles podía hacerlo. Camine por el largo pasillo. El castillo contaba con muchos de ellos y con demasiadas habitaciones. Me detengo cuando escucho unas voces fuertes, mientras hablan en voz alta. ¿Qué sucede?, esa es la voz de Lionel, parece que discute con alguien, pero no alcanzo a escuchar claramente de qué. Intento ignorar esa conversación animosa, no es asunto mío. Cuando estoy por seguir mi camino, lo interrumpo cuando se oye la otra voz, lo que me deja congelada en mí sitió es lo que pronuncia. — Solo vengo a ofrecerte mi alianza, ya con el Diablo afuera no debería haber ningún inconveniente. — dice esa voz desconocida. ¿Qué dijo?, ¿Diablo?, ¿escuché bien?, después de tantos meses escuchaba que alguien lo nombraba. ¿Pero a qué venía esto?, ¿quién era ese hombre que lo nombro?, ¿será mi Diablo al que menciona?
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