—¿Vio quién era?— preguntó el Marqués. Nanny movió la cabeza de un lado a otro. —No, pero decía que la mujer llevaba un vestido blanco— Nanny hizo una breve pausa antes de añadir—, la señorita Sedela llevaba un vestido blanco, y no hay señales de ella. ¡Estoy muy preocupada! —Por los rododendros…— murmuró el Marqués como si hablara consigo mismo. No era extraño que dos de sus invitados hubieran ido allí, si querían besarse y acariciarse, pero no cabía imaginar que Sedela hiciese algo así. Pensándolo bien, él no la había visto desde después de la cena. Creía recordar vagamente que, al irse él a la otra orilla del lago para que se iniciaran los juegos artificiales, Sedela se había quedado ayudando a los Invitados a ocupar sus asientos. Apenas se había fijado, porque en aquellos momento