Fijó los ojos y vio entonces con gran asombro, que junto a la chimenea había una mujer cuyo cabello brillaba como si estuviera cubierto por estrellas diminutas. —Estoy aquí para advertirte que estás en peligro, ¡en peligro mortal!— habló de nuevo la sorprendente aparición—. Guárdate en quien has puesto tu confianza, pero te es infiel con alguien a quien tienes por amigo... ¡Sálvate! ¡Sálvate antes que sea demasiado tarde! ¡Recuerda que te he advertido del peligro! Recuerda..., recuerda... La voz se fue alejando como un eco y al mismo tiempo, también la figura femenina se desvaneció en las sombras. En un momento estaba allí... y al siguiente había desaparecido. El Marqués, incorporándose en la cama, se frotó los ojos. Casi no podía creer lo que había oído. ¡Seguro que lo había soñado!