Una noche para enamorarnos

Capítulo II: Ella está en mi mente

El entierro de Eric y Marc fue devastador para su madre, quien cayó en una severa depresión, Lilah quiso creer que, aunque las tragedias podían venir juntas, pronto algo de esperanza habría para ella y su madre.

—¿Ya me vas a decir de donde sacaste tanto dinero?

Lilah se quedó perpleja, no podía decir nada, ¿Qué iba a decir? Su mente daba mil vueltas

—Yo…

—¡Por Dios, niña! Si me enteró de que hiciste algo indebido me mató, ¡Lo juro!

—¡Oh, no, mami! No —Lilah sintió que podría desmayarse, pero contuvo sus pies sobre la tierra—. Me lo prestaron, yo debo devolverlo.

—¿Y ahora como haremos?

—Yo, voy a regresarlo, vale, pagaré solo lo del entierro.

Su madre Andrea asintió, pero lloró, nada en su vida podría estar bien, había perdido a su hijito y a su esposo, su vida ahora era una tragedia. Lilah la abrazó

—Por favor, mami, te necesito —dijo besando su pelo

—Mi niña, si no te tuviera, entonces ya no tendría nada porque vivir.

Lilah la abrazó.

Pensó en una forma de esconder el maldito dinero que ahora solo le causaba repugnancia, decidió que lo escondería en algún lugar, no sabía que haría con él, era un dinero sucio y eso perturbaba su mente, cuando por fin pudo estar sola en su recámara se miró en el espejo, llevaba un ligero flequillo, su cabello era muy oscuro y sus ojos color verde aceituna, solo quería olvidarlo todo, sintió de pronto que su cuerpo dolía mucho, como si hubiese hecho mucho ejercicio. Se metió al baño y se desnudó, no había visto su cuerpo, porque llevaba dos días desde ese trágico día, sin bañarse, ni había comido, había perdido peso, observó su cuerpo, se sentía tan rara, sus piernas y muslos dolían demasiado, recordó aquella noche, se alegró de que ninguna marca delatará lo ocurrido, pero sintió asco, se sintió sucia, se metió en el agua fría y lloró, no podía evitarlo, que mala suerte tenía, siempre odiada por su padrastro, cuidando a su querido hermano, para al final terminar de ese modo. Los recuerdos de aquel hombre la abrumaron de forma repentina, recordando su cuerpo tan fuerte sobre ella, todas las palabras que él había dicho, incluso las sensaciones que le había provocado, aunque quisiera esconderlas y enterrarlas en los más recóndito de su ser, se liberaban ante ella como un fantasma que la perseguía, y eso la atormentaba, lloró mucho, hasta que ya vestida se recostó, esa noche su madre fue a dormir a su lado, pues escuchó sus lamentos.

Hanna bailaba en aquel antro. Cuando vio llegar a Zack bajó bien su escote, quería que la viera tan sexy como siempre, él sonrió al mirarla y besó su mejilla

—Querido, pensé que no vendrías.

—En realidad, no vengo aquí por la fiesta, vengo por ti.

Hanna sintió una alegría tremenda, sonrió

—Dime, cariño, ¿En qué puedo servirte?

—Quiero saberlo todo de la mujer de la noche.

Ella arrugó el gesto, sin entender

—¿De quién?

—La mujer de la noche, así llamó a… la dama que pasó la noche conmigo…

—¿Te refieres a la prostituta? Porque eso es, una vil puta —dijo severa

Zack no parecía demasiado feliz con sus palabras

—Quiero saber de ella.

—¿Qué quieres saber? —preguntó Hanna con algo de desdén

—Todo, ¿Quién era? ¿Como se llama? ¿Dónde la encuentro?

—Por favor, Zack, hablas de una prostituta barata, como ella encuentras a mil, te conseguiré a una mejor.

—¿Cuánto le pagaste? —preguntó dudoso

—¿Eso que importa?

—Ella era virgen —dijo

—¡Vaya! Lo notaste, ya ves que te conseguí algo bueno.

—¿Por qué consigues eso? Quiero decir, ¿En qué estás metida, Hanna? —exclamó dudoso

Ella negó, aturdida

—En nada, cariño, solo, es una escort, se cotiza muy caro, y supe de ella por un amigo, es todo, creo que no se dedicaba a tener sexo con clientes, pero le hablé de que era algo especial por tu cumpleaños, y si quieres la verdad, la tarifa fue muy alta.

Hanna no encontró el mismo ánimo alegre en Zack, que parecía aturdido

—¿Cómo se llama?

—No lo sé, no me dijo, tampoco sé dónde hallarla, ni nada. ¿Para qué quieres saberlo?

—Quiero volver a verla, dile que pagaré lo mismo que tú, no, dile que pagaré el doble.

—Le di un millón de dólares, cariño.

Él la miró con sorpresa.

—Le daré el doble.

—Dijo que no volvería a ejercer, dijo que se iría a gastar el dinero con su novio.

Zackary hizo un gesto de furia.

—Búscala, quiero encontrarla, pagaré lo que sea.

Luego dio la vuelta y se fue. Hanna se sintió furiosa, bebió de prisa, con rabia, no entendía porque Zack jamás la veía a ella como una mujer deseable, llevaba años enamorada de él, hizo todo para deshacerse de Melody, su mejor amiga, y ahora, aunque Zack estaba solo, no tenía ojos para ella.

Zack manejó su auto lejos de ahí, solo anhelaba volver a verla, podía recordar como si lo viviera aquella noche, sonrió al recordar esos besos. Nunca había sido la clase de amante que fue con la mujer de la noche, tal vez era algo absurdo, incluso vergonzoso, pero llevaba varias noches pensando en ella, soñando con ella, no le importaba si era algo estúpido o bizarro, necesitaba volver a verla, era su deseo más ardiente.

Cuando Zack llegó a su pent-house, observó su móvil, una notificación le llegó, era un mensaje de Hanna enviándole una liga de la red social, cuando la abrió descubrió el perfil de Melody, donde se veía radiante con su viejo marido. Sintió algo parecido a la nostalgia, pero por primera vez, Zack no sintió rabia, tristeza u odio, en cambio una sonrisa se grabó en su rostro y quiso que Melody fuera feliz, tuvieron un noviazgo bonito, como el primer amor, pero al final se volvió caótico, un día ella simplemente lo abandonó para después comprometerse con un ex socio inglés, con quien se había casado de forma rápida. Eso le dolió mucho, más por tener que dar la cara ante todos. Él, que era dueño de la empresa Reagan Style, se sintió humillado y odió a Melody, afectando toda su vida, hasta la s****l. Pero, ahora, lejos de todo ese caos sintió que podría salir adelante, dejó el móvil a un lado, y pensó en ella, como las noches anteriores, tomó una liberta y un lápiz, y comenzó a dibujarla, era bueno en eso, si no tenía una foto, quería plasmarla como en su memoria.