—¿Estás contento? ¿Ves lo que ocasionaste? —recriminó Gianluca a su hermano, abría y cerraba los puños, tenía el ceño fruncido—. Debiste dejar tranquila a Marypaz, tú tienes novia —gritó. Gianfranco percibió su garganta seca, sintió un ardor en el pecho, miró a su hermano con seriedad, y luego observó a Marypaz inconsciente, la culpa se apoderó de su cuerpo. «Gianluca tiene razón, no podemos seguir juntos, no voy a permitir que te lastimen» dijo en su mente contemplando con ternura a Marypaz, entonces percibió un hondo vacío en el pecho. Se aclaró la garganta. —Tienes razón, ha sido mi culpa, debía aclarar las cosas a tiempo —expresó con la voz apagada y el rostro desencajado. Leonardo permanecía de pie escuchando, entonces sus sospechas fueron aclaradas, supo que algo pasaba entre