Trate de juntar mi energía para lo que se venía, tenía que disimular mis gestos y poner la mejor de las ganas para la persona que me esperaba al final de mi recorrido. Llevaba al menos treinta minutos en la mitad del camino a su casa, decidí para el auto luego de casi sufrir un colapso nervioso, por lo que aparqué y salí a respirar un poco de aire antes de enfrentarlo.
No porque George sea malo, al contrario, era tan bueno conmigo que se merecía mi mejor cara y todo mi ánimo. Él no tenía la culpa que yo muriera de pena y me sintiera pésimo por sentir que falle a nuestro trato. Porque así me sentía, sentía que lo había traicionado y eso no me dejaba vivir en paz conmigo misma.
Y es que habíamos prometido no hacer nada con nadie más y si bien solo fue un beso, sentí que había roto nuestro
