2.Nos vamos a divorciar

1608 Words
2. Nos vamos a divorciar Amelia ¿Cómo le explicas a dos niños casi adolescentes, que su padre se ha ido de la casa para empezar una nueva vida con otra persona, si ni siquiera lo ha entendido aún tu propio corazón? Esa noche, al llegar a casa, comencé a arrasar con todo lo que le había preparado para nuestro festejo. No me importó deshacerme de la “valiosa” vajilla que la madre de JuanLu nos regaló hace algunos años. Esa señora no merece mi consideración. Nunca me vio como la esposa de su hijo, pero a su amante si la aceptó. Vaya. Aquí la única estúpida fui yo. Ahora me doy cuenta de que se trataban esas juntas de las que salía muy tarde últimamente. O de cuando tenía que retirarse precipitadamente sin especificar a dónde iba. Todo se debía a que ahora tenía a alguien más a quien complacer. Fui tan idiota y confiada. Nunca esperé que él se enamorara de alguien más, cuando yo siempre solo tenía ojos para él y para nuestros hijos. Decido llamar a mi madre para pedirle que no me traiga a los niños. —¿Mamá? –intento que mi voz no suene tan afectada, pero creo que no lo puedo evitar. De seguro se dará cuenta y me preguntará y yo aún no me siento lista para contarle. Aún no y no sé cuando lo estaré. —¡Hola hija! Estuvo bueno el festejo, ¿eh? …Aunque te escuchas enferma. –Si ella supiera como me siento, no intentaría bromear conmigo, pero ella no tiene la culpa de mi desdicha. —No mamá, creo que voy a resfriarme. Por favor, que los niños se queden en tu casa el día de hoy. Mañana voy por ellos o me los traes más tarde. –Necesito cortar rápido. Ella es muy intuitiva y sabe que oculto algo. —Amelia Fuentes. Algo te pasa y no quieres contarme. ¿Me equivoco? –como si sus palabras fueran un switch que se enciende, las lágrimas y los sollozos comienzan a salir sin control. Bastaba muy poco para que mi dolor apareciera de esta forma. –¿Peleaste con JuanLu? —Por favor madre, no estoy lista para hablar de esto. No me hagas más preguntas. Cuando esté preparada para contarte, te lo diré. Pero ahora no puedo. –Los sollozos casi no me dejan hablar, por lo que mi voz sale entrecortada. Sé que la estoy asustando, pero en verdad no puedo decirlo en voz alta. Mi corazón me duele tanto, que pienso que de un momento a otro, se detendrá de tanto sufrimiento. —Está bien cariño, no te presionaré. Cuando estés lista, sabes que mamá estará siempre para tí. –Asiento aunque no pueda verme. Pero si me ven así, se preocuparán y mi padre tal vez busque a JuanLu para reclamarle. No quiero ningún enfrentamiento entre ellos. A pesar de todo, se trata de mi padre y el padre de mis hijos. —Gracias mamá, y por favor. Nada de esto a mi padre o a los niños. –No digo más, para que cuelgue y me deje seguir desahogando mi dolor. Cuando termina la llamada, me tiro en la cama y me acomodo en posición fetal. Hoy drenaré mi dolor. Pero mañana debo reponerme. No puedo hacer que mis hijos sufran viendo a su madre así, cuando ellos lucharán con sus propias tristezas. No me doy cuenta si es de día o es de noche. Estoy tan cansada de llorar, que de pronto me duermo. «Amy, promete que siempre me amarás. Promételo. Porque si tu me dejas de querer, yo puedo morir y no creo que quieras ser la responsable de mi muerte. Yo te prometo que siempre serás la dueña de mi corazón. Tonto, no debes haces esas promesas ¿qué tal si conoces a alguien más y te enamoras? ¿Serás capaz de responsabilizarte de que mi corazón se muera? Nunca Amy, nunca te voy a dejar de querer. Te repito, siempre serás la única dueña de mi corazón, mi alma y mi vida. Solo tu,cariño.» Despierto, y me doy cuenta que sigo llorando. ¿Hasta cuando estaré así? No, no puedo dejarme vencer. Si él ya avanzó hacia alguien más, no puedo quedarme estancada. Decido que no dejaré que me destruya su traición. Sin fuerzas, me levanto de la cama rumbo a la ducha. Debo vestirme y salir por mis hijos. No soy la única que sufrirá por esta situación. Debo pensar en ellos. Aunque JuanLu siempre será su padre, están acostumbrados a su presencia constante. Debo hablar con ellos cuanto antes, o la madre de JuanLu irá un paso adelante de mí. La conozco. Sé que debe estar muy feliz, pero no le daré el gusto de verme derrotada. Cuando termino de bañarme, me pongo ropa cómoda y salgo rumbo a casa de mis padres. Ellos se pondrán muy tristes, pues a diferencia de los padres de mi ahora casi exesposo, los míos quieren mucho a JuanLu. Les hizo creer que yo siempre sería feliz y estaría bien junto a él. Pero solo fue palabrería barata. Tomo las llaves del auto y me dirijo a recoger a mis hijos. Cuando llego, me estaciono pero no me bajo de inmediato. Aún debo pensar como decir las cosas de manera que no sean tan traumáticas para todos, como lo fue para mí. Respiro profundamente para tomar valor y entonces salgo del auto. Abro la casa con mi propia llave, y puedo ver que todos están en el comedor, tomando el almuerzo. —¡Mami, mami! –Mis hijos corren hacia mí. Me abrazan y la calidez que siento me reconforta un poco. —Hola amores. Sigan desayunando. –Después de darme un beso, regresan a la mesa. Mi padre no menciona nada, pero mi madre no puede quedarse callada, así que me llama por mi nombre sin importarle nada. —Amelia, acompáñame a la sala. –me levanto y sigo a mi madre. No es fácil lo que tengo que decirle, así que tomo aire antes de hablar, antes de que ella comience a preguntar. —Mamá … Ayer descubrí que Juan Luis me engaña. Tiene otra mujer y su madre lo sabía. Tuvieron un accidente de auto, y me llamaron del hospital, pues él se encontraba inconsciente. No se molestó en negarlo. Nos vamos a divorciar, y como entenderás, esto me está matando. Y además debo decírselo a los niños y no sé cómo. –La última frase la digo ya casi sin poder hablar. El llanto aparece en mi de nuevo. El dolor transfigura mi cara en una mueca. Mi madre me toma entre sus brazos como cuando era pequeña. Me acaricia el cabello y yo puedo desahogar mi tristeza. —¿Estás segura de que ya no tiene arreglo tu matrimonio? –me pregunta mientras sigo entre sus brazos. Niego, así que ella solo da un largo suspiro. —En verdad pensé que lo de ustedes era algo para siempre. Cuando habló con nosotros cuando saliste embarazada, nos prometió que siempre te amaría, por eso consentimos en que se casaran tan jóvenes. Pero al parecer su “para siempre” tenía fecha de caducidad. Pero no debes dejarte vencer. Llora lo que tengas que llorar y luego para. Tus hijos no merecen ver a su madre rota y a su padre feliz con otra mujer. En el futuro serás el ejemplo de Lily. Mi madre tiene razón. Debo reponerme cuanto antes. No deseo que mis hijos sufran por culpa de su padre. Me pasa una servilleta y limpio mis ojos. Salimos para acompañar a mi familia en la mesa, aunque solo tomo café. No estoy de ánimo para comer. Espero a que los niños terminen y que reposen la comida. Después de mediodía, decido que es momento de hablar con ellos. —Mamá, ¿estás resfriada? Tienes los ojos rojos. –Mi pequeño Antonio. Es tan amable y bien parecido. De seguro cuando sea mayor, romperá muchos corazones. En mis manos está que se convierta en un hombre de bien, que respete a la chica que sea su pareja. Mientras mi Lily, está callada. Ella es muy receptiva, de seguro sabe ya que algo grave pasa en nuestra familia. —No hijo, no estoy resfriada. La verdad, ocurrió algo. Algo muy importante. –Espero un segundo para tomar aire. -Su padre y yo vamos a divorciarnos. –Veo que sus rostros se ponen pálidos de la impresión. —Mamá ¿es una broma? –Mi hija, que adora a su padre, se levanta como impulsada por un resorte. —¿Te parece que mi cara luce como si estuviera haciendo bromas? —Ella niega, visiblemente afectada. –Ustedes ya están grandes, no voy a ocultarles nada. Su padre conoció a alguien más. Ha decidido darle una oportunidad a esa mujer, y yo no pienso interferir en su felicidad. Hemos estado casados por doce años, pero eso no quiere decir que lo nuestro sea para siempre. Al menos era la idea al principio, pero al parecer, el destino nos dice otra cosa. Por favor, les pido que lo entiendan. él nunca va a dejar de ser su padre, solo dejará de ser mi esposo. Ya cuando esté todo oficializado, veremos la forma en que se realizará la convivencia con ustedes. Por lo pronto, él ya no vivirá con nosotros. ¿Me entienden? –las traicioneras lágrimas regresan a mis ojos. Sé que les duele tanto como a mí, y que significará un cambio en sus vidas, pero en algún momento lo superarán. Lo superaremos.
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