3. Aprendiendo a vivir con el dolor

1308 Words
3. Aprendiendo a vivir con el dolor Amelia Por la noche regresamos a casa, los niños estaban muy deprimidos. Verlos tan tristes hizo que mi dolor pasara a segundo plano. Debo ser fuerte para ellos. —Lávense los dientes y vaya a dormir. Los quiero mucho. –Los niños asienten sin responderme. Sé que están muy tristes, pero en algún momento, esa tristeza pasará. Ellos son niños que no perderán a su padre. Solo ya no vivirán con él. Espero que JuanLu no los haga a un lado, si llega a tener más hijos. Mis bebés sufrirán mucho al verse desplazados. Después de que ellos suben, me quedo un momento en la sala, pensando. ¿Estará bien si nos quedamos a vivir aquí? La verdad, para mí es muy doloroso. Fuimos muy felices aquí, pero ahora, esa felicidad se escapó como arena entre las manos. Lo plantearé a los chicos. Aún no sé qué será de mi vida. Nunca he trabajado y no estudié, así que se puede decir que no tengo idea de que voy a trabajar. Me siento en el sofá y suspiro. Bien me lo decían mis padres, que estudiara algo, pero me aferré a ser esposa y madre de familia. Pero no puedo quedar sentada solo lamentándome. Ya nadie va a mantenerme, así que ahora me toca averiguar para qué soy buena. A pesar de que solo tengo 30 años, podrían considerar que soy muy mayor para estudiar algo. ¿Tal vez si vendo algo? Mmm. Nunca he sido buena para las ventas. ¿O tal vez en alguna oficina como secretaria? Debo actualizarme. Quisiera solo ir a mi recámara para seguir llorando, pero ¿Qué caso tiene? Debo aprender a vivir con este dolor, hasta que llegue el momento de que ya no duela. Suspiro y me levanto. Debo recoger todo el desastre que hice con las cosas que tiré en el piso. Al menos los niños venían tan tristes que solo subieron a su recámara sin fijarse, de lo contrario, se hubieran asustado. Con gran placer recojo los restos de la “finísima” vajilla que está rota en el suelo. Como un tipo de venganza, quisiera juntar los pedazos y ponerlos en una caja, para entregárselos a la madre de JuanLu y decirle “aquí le dejo la basura, su hijo y sus horribles platos” . Mis propios pensamientos tontos me sacan una sonrisa. Pero debo ser sincera. No soy buena para eso de las venganzas. Quizá debería tomar clases de mi amiga Cony, que era una experta en eso de hacer que sus ex pagaran cuando le hacían algo malo. Aunque ahora que está casada, aparenta ser un dulce, pero yo, que la conozco de toda la vida, no se lo compro. Pero su esposo sí lo cree. El pobre no sabe que vive con una tarántula. Cuando termino de limpiar, paso por la habitación de Lily. A través de la puerta escucho unos ligeros sollozos. La tristeza de mi niña me rompe el alma. Pero aunque quisiera consolarla, aún no puedo. No, cuando el dolor propio rebasa mi alma. Decido pasar de largo. Que saque toda decepción, para que no quede nada dentro de ella. La quiero fuerte y segura en el futuro, y si me ve derrotada a mí, le crearé un patrón que después será difícil de erradicar de su mente. Tiene que entender que en este mundo siempre habrá dolor, pero que eso no puede derrumbarnos. Sé que ella saldrá adelante. Me asomo en la habitación de mi hijo. Está a oscuras, pero la luz de la calle que entra por la ventana, me deja distinguirlo. Sé que está analizando todo lo que pasa. Pero confío en que él será el sostén mío y de Lily, y que esto no cambiará nada en sus perspectivas a largo plazo. Me encargaré de criar a un maravilloso hombre, que en el futuro será leal y sincero, a diferencia de su padre, que no tiene esos valores, pues su madre le ha solapado que engañe a su familia. No, nunca seré como si exsuegra. Cuando llego a mi habitación, comienzo por hacer una limpia. Durante tantos años compartí este lugar con él. Nuestro primer lugar donde vivimos fue muy modesto. Éramos dos niños jugando a “la casita” . Después de mucho esfuerzo y sacrificio, comenzó a trabajar. Siempre fue muy inteligente, por lo que esa empresa donde comenzó a realizar desarrollos para nuevas apps, le abrió la puerta a un nuevo mundo. Y él me llevaba de su mano en cada uno de sus logros. Fue así que ya más desahogado económicamente, pudo comprar esta casa para nosotros. Esta habitación fue especialmente amueblada a su gusto. Camino por el cuarto, observando con detalle cada cosa que se encuentra ahí. La primera cama cambió a esta, enorme, donde tantas noches de pasión conocieron de nosotros. Las lámparas modernistas, el bello espejo, el gigantesco closet. Y eso es una de las cosas que más me duelen. Ahora este lugar se sentirá más grande y vacío con su ausencia. No podré vivir aquí, sabiendo que ya nunca volverá mi contraparte. Qué el ahora compartirá otra cama y otro lugar con una mujer que no soy yo. Me dejo caer en la alfombra, para seguir sacando mi pena. Estoy en ese punto en el que me pregunto. ¿En qué me equivoqué? Pero sé que solo él tiene la respuesta, y no pienso preguntarle. Saco fuerzas para levantarme del piso. Abro el closet para sacar ropa, y mi corazón da un vuelco al ver que su lado, aún sigue lleno de todas lo suyo. Como si se tratara de un fetiche, acarició cada prenda. Como si al hacerlo fuera un conjuro que destruirá la realidad de nuestra situación. Pero sé que eso no funciona así. La ropa sigue igual, y lo mismo pasa con nosotros. JuanLu me ha dejado por otra y es lo único que necesito aceptar. Antes de tomar una ducha, saco su maleta para comenzar a guardar todas sus cosas. Las empaco con cuidado, como si en lugar de irse para siempre, solo fuera a salir a alguno de sus viajes de trabajo. En ciertos momentos, me siento una masoquista, pero es tanta mi decepción, que busco flashazos de buenos momentos para no terminar de romperme. Cuando termino ahí, observo mi obra. La mitad de ese lugar antes lleno, está vacío. Como vacía está ahora mi vida y mi corazón. Cierro con cuidado, y paso ahora a su lado de la cama. Saco de su cajón las escasas pertenencias que dejó ahí. Las pongo en una bolsa, junto con el retrato de nuestra boda, que conserva en el lado de su cama. Nada de eso me sirve ya. Me duele tanto pensar en eso. “El lado de su cama” . Ahora solo será “mi cama”. Me recuesto en ese espacio, que aún conserva su olor. Acaricio su almohada, la cual ya nunca más usará. Así que a último minuto, me levanto y también la retiro. Decido quitar todo, sábanas y fundas y colocar ropa limpia. Ropa que no huela a él. Durante una buena parte de tiempo, busco todo lo que me pueda recordar a él en el futuro, y termino de hacer limpieza. Quisiera que así como todo está empacado, pudiera poner mi amor por él en una bolsa y dejarla entre todas esas cosas que se llevará o que le enviaré. Pero eso no es posible. Tengo que resignarme a que ese sentimiento se irá diluyendo con el tiempo. O quizás no. ¿Quién puede saberlo? Me tomo una ducha, y aprovecho para drenar más lágrimas. Cuando me canso, salgo para intentar dormir un rato. Sé que no lo conseguiré así de fácil, pero lo lograré. Así de fuerte soy.
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