4. Verdaderas amigas

1333 Words
4. Verdaderas amigas Amelia Al día siguiente, me despierto con dolor de cabeza. Esta resaca emocional, me está ocasionando que me sienta enferma. No tengo ganas de levantarme, pero hago un gran esfuerzo. Debo preparar el desayuno para los niños. A partir de hoy debo crear una nueva rutina, ya que normalmente JuanLu solía llevarlos a la escuela y ahora debo hacerlo yo. Me visto rápidamente y salgo de mi habitación. Me dormí hasta muy tarde. La ausencia a mi lado me hacía sentir incompleta, por lo que no lograba conciliar el sueño. Y cuando al fin llegó, ya casi era hora de ponerme en pie. Voy primero hacia el cuarto de Antonio, quien sorprendentemente, es quien más tarda en arreglarse. —¡Vamos Tony! Hora de levantarse. –Mi niño abre los ojos y me mira. Se pone de pie de un salto y se lanza a mis brazos. –Mami, yo siempre te voy a amar. Nunca te abandonaré. –Suena como un niño compungido, pero lo entiendo. En este momento, el sentimiento de abandono comenzará a influir en ellos, precisamente en esta edad tan complicada. —Yo también siempre te voy a amar mi bebé. –beso su frente, mientras sigue aferrado a mi. En ese momento, se abre la puerta, por la cual entra mi pequeña. —Yo también siempre los voy a querer a los dos. Siempre juntos como los tres mosqueteros. –No niego que llegué a sentir temor de que Lily tomara partido por su padre y me reprochara de alguna manera, pero ella entiende que no es mi culpa. Ambos saben lo que me he esforzado porque nuestra familia sea feliz. Eso me hace respirar de tranquilidad. Ahora más que nunca sé que superaremos esto los tres. —Vamos chicos, como dicen en el medio artístico, el show debe continuar. –Trato de forzar una sonrisa, la cual ellos intentan corresponder. El camino hacia la escuela fue en completo silencio. No quiero obligarlos a que actúen como siempre, porque sé que en estos momentos, aún no han asimilado la nueva situación. —Vendré por ustedes a la salida. Pórtense bien, y no quiero quejas. –Ellos se bajan y caminan hacia el interior. Los veo que se alejan y suspiro. A pesar de todo, fueron doce años felices y lo que me queda, me hace sentir satisfecha. Regreso a casa. Lo primero que hago es bajar las cosas de JuanLu y ponerlas en la lavandería. Cuando venga por ellas, no necesitará subir a la recámara. No quiero que vuelva a poner un pie ahí. Aún no decido si nos quedaremos aquí. La casa de mis padres no queda muy lejos, así que los niños no tendrían que cambiar de escuela. Es una buena opción, puesto que pronto tendré que conseguir un empleo. Esa palabra aumenta mi dolor de cabeza. Cuando termino de bajar todo, escucho el timbre de la puerta. Me estremezco al pensar que pueda ser JuanLu. No estoy preparada para enfrentarlo. Siguen tocando, así que tomo valor y voy hacia la puerta para abrirla. Afortunadamente, no se trata de mi ex. —Nena, lo sentimos tanto. –Cony se arroja hacia mi para tomarme entre sus brazos. Me aprieta tan fuerte que casi me asfixia. Trato de empujarla pero no lo consigo. —¡Suéel-ta–meee! –logro gritarle, con lo que consigo que me suelte. Me mira con sus enormes ojos con pupilentes. ¿A quién se le ocurre ocultar un par de ojos tan hermosos como los de ella de color azul intenso, por unos café? Solo a ella. —Nena, perdóname. Te quise arropar con mi cuerpo para ayudarte a soportar tu dolor. Tu madre me llamó y me contó, por lo que tuve que llamar a Angie y decirle. Teníamos que estar contigo. Asiento y les abro la puerta para que ingresen. Sé que se vienen largas horas de interminable charla de consuelo. Pero para eso están las amigas. Las verdaderas amigas. Toman asiento en la sala, mientras abren los paquetes que traen en las manos. Hay comida para alimentar a un ejército, pero la cual se quedará casi toda, pues ellas viven a dieta y yo no tengo hambre. Comienzan a maldecir a JuanLu, quien en estos momentos debe estar con las orejas rojas, pero yo no las contengo. Que le digan todo lo que quieran. A fin de cuentas, ya no somos pareja. —No te voy a negar que siempre presentí que esto pasaría. En alguna ocasión me tocó verlo mirar de más a algunas mujeres. Creía que nadie se daba cuenta, pero yo lo observaba. Es un estúpido que algún día se va a arrepentir. No te preocupes, que cuentas con nosotras para todo. –Cony habla sin parar, sin dejar que Angie, diga una sola palabra. Ella es la más sensata de las tres, por lo que estoy segura, que lo me que diga, será algo muy importante en lo que pensar. –Vamos Angie, dile algo. Mi otra amiga, una linda castaña, pequeña y grácil, solo se levanta para sentarse a un lado mío. Me toma de la mano y la acaricia. Ella sabe que hacer en cada situación. Y en este momento solo quiero ser reconfortada. —Llora Amy. Llora todo lo que quieras. Porque si no sacas tu dolor, se puede quedar dentro de tí y te hará mucho daño. No puedo decirte que dejará de doler de buenas a primeras, pero te aseguro, que un día, ya no dolerá más. Ese día, dormirás y despertarás como si todo hubiera sido un sueño. –Sus palabras me conmueven mucho. Sin darme cuenta, ya estoy llorando de nuevo. Pero tienen razón. Este dolor pasará. —Gracias por venir. No quiero que se preocupen por mí. Estaré bien. Pronto me acostumbraré a esta nueva situación. Aunque lo que me apura un poco es que no sé en qué voy a trabajar. No estudié nada y no sé hacer nada. Debo pensar muy bien que trabajo puedo desempeñar. –Ellas se quedan calladas, analizando lo que digo. De pronto, Cony abre muy grandes sus ojos de color café pupilente. —Nena, ¿y porque no estudias diseño de modas? Los trajes que haces para Lily son geniales. Recuerdo que alguna vez, cuando éramos muy jóvenes, mencionaste que estabas interesada en estudiar eso. Puedo conseguirte trabajo con la modista que hace mis vestidos. Estoy segura de que en cuanto vea tu talento, te contrata sin dudar. Puedes empezar de cero ahí. Vamos, anímate y te saco una entrevista con ella. Mis dos amigas me miran expectantes. Me conocen muy bien y saben que estudiar modas fue algo que siempre estuvo en mis sueños. Ahora se presenta en mi vida como una oportunidad de volver a empezar. Quien sabe, tal vez los designios del destino me lleven hacia algo que ya no tenía contemplado en mi vida. Les doy una sonrisa y asiento con mi cabeza. —De acuerdo amiga, consígueme esa entrevista. No tengo nada que perder y mucho que ganar. Además, no he hablado con JuanLu sobre el divorcio, y no sé cuándo podrá comenzar a darme la pensión de los niños. Ellas hacen una mala cara cuando hablo de él. Sé que nunca fue santo de su devoción, sin embargo lo toleraban por mí. Además de que él sí ha hecho buena amistad con sus esposos. —Le he prohibido a Darío que vuelva a dirigirle la palabra. Angie, debes decirle a Oscar que haga lo mismo. Demás está decir que las puertas de mi casa están cerradas para él. –No digo nada, porque si ella ya lo decidió, su esposo la obedecerá como si de un general del ejército se tratara. La adora tanto, que la palabra de mi amiga es ley en esa casa. El tiempo transcurre en armonía cuando estoy con ellas. Su compañía me reconforta. Las cosas siguen acomodándose y sé que vienen cosas buenas para mí.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD