Capítulo 2

1605 Words
Al día siguiente desperté, no era muy temprano para ser mi costumbre. En mi casa no había nadie, me pareció extraño que mi madre aún no regresaba del trabajo. Mi hermana no estaba, seguro estaba con Ethan. Mejor, porque era insoportable, me gustaba estar sola. Me preparé un desayuno, café con leche y galletas. Le marqué a mi madre. —¿Bueno? —Mamá, no has regresado aún, me preocupé. —Estoy retrasada, hubo un problema aquí, llegaré más tarde. Cortamos la llamada, terminé mi desayuno y fui a mi habitación, tenía que limpiar, porque era un verdadero desastre. Además quería también dejarla ordenada, quería sacar la ropa que no utilizaba o que ya no me andaba para regalarla a personas que en verdad la podían necesitar. Emma llegó, pero sola. —Hola Anna —dijo entrando a mi habitación. —Hola Emmi —dije sonriendo al verla. —Este fin de semana iré a Hollywood con mi novio, ¿quieres venir? —No, gracias, pero no. Ella me miró, no había entendido el porqué de mi frialdad en la respuesta. Luego de tres horas, que se me pasaron rápido por cierto, terminé de limpiar. —¿Qué harás con esa ropa? —preguntó Emma. —La regalaré. —¿¡Qué!? —dijo escandalosamente. —Emma, déjame tranquila… No me dijo más nada, pero sus gestos decían más que mil palabras. Saqué las cajas de cosas para regalar afuera de la habitación para llevarlas a algún merendero de niños. Busqué algo de ropa y tomé una ducha, estaba muriendo de calor. Terminé todo, ¿y quién pudo llegar? Sí, Ethan… Emma y su novio estaban a los besos en el sofá del living, no bajé, ni siquiera a saludarlo, no quería, me daba tanto asco. Terminé de alistarme, cepillé mi cabello y me puse algo de maquillaje, básico pero lindo. Escuché a mi madre llegar, bajé rápidamente a saludarla, y a decirle lo de la ropa. —Hola, Ethan —dije al verlo. —Hola. Rodeé mis ojos, seguí hablando con mi madre. Subimos a mi habitación y ella revisó todo lo que había quitado, me agradeció por completo por ser como soy, ella siempre decía que yo no era como Emma. —Más tarde iremos al merendero. No comparaba, pero teníamos personalidades totalmente diferentes. Ella era creída al igual que mi padre. Hablando de mi padre… Ya hacía dos meses que no tenía noticias de él, nunca me llamaba, ni siquiera un mensaje de texto. Emma se iba a duchar, por lo tanto Ethan se quedaba solo, subió arriba, entró a mi habitación. Mi madre se había ido a buscar unas cosas a la casa de mi abuela. —Hola —dijo parado en la puerta. —¿Qué haces aquí? —dije sorprendida. —Vine a verte, cuñada. Puse mis ojos en blanco, seguí con mis cosas, no le di importancia. Noté que cada vez él estaba más cerca de mí. Lo miré fijamente, él hizo lo mismo. —Qué bonita eres —dijo él en un susurro. —¿Qué dices? —dije sin entender, ¿acaso no era el novio de mi hermana? Volvió a repetírmelo, hice caso omiso. Emma salió de la ducha, se alistó y fue a mi habitación al escuchar que estábamos hablando allí. —¿Vamos, mi amor? —Agh —me quejé de asco. —Vamos princesa —más asco me dio—. ¿Quieres venir, Anna? —¿A dónde van? —A dar un paseo por la ciudad —dijo Emma. Ethan era chico de dinero, sobre todo porque sus padres eran empresarios importantes en Estados Unidos. Asentí, decidí ir, no me agradaba la idea de andar con ellos dos. Preparé mis cosas, salí fuera con ellos, subí al auto en la parte trasera, Emma quería comprar unas golosinas para comer y algo de beber mientras viajábamos. Cuando me quedé sola en el auto con Ethan, él se giró y me miraba. —¿Me regalas una sonrisa? —sonrió. Sonreí irónicamente. No me caía muy bien eso, era novio de mi hermana, ¿por qué coqueteaba conmigo? —Deja de decir tonterías. —No son tonterías, y lo sabes —dijo él—, tú eres diferente a Emma. —¿Entonces por qué estás con ella? —Fue una apuesta, yo no la quiero a ella, Anna —me miraba fijo—, sólo espero que esto pase rápido. Abrí mis ojos como platos, sabía muy bien que mi hermana y yo éramos completamente diferentes, pero le tenía gran cariño y eso que había dicho me había hecho mal, la estaba utilizando. —Créeme que a mí me haría mucho daño si me utilizarías como a Emma —le dije seria. Él solo me miró, no respondió nada a lo que le dije, suspiró, volvió su mirada al frente, Emma regresó, subió al auto, arrancamos de nuevo. Seguimos dando un paseo y comiendo chocolates, ¡mi debilidad! Era momento de regresar a casa, era de noche. Pasaron un par de días, no veía a Ethan para mi suerte, ya que Emma iba a la casa de él, además, también habían viajado a Hollywood, yo no fui. Emma quería ser todo en la vida de estrellas de Hollywood, ella quería destacar siempre de los demás, entonces, Ethan, de dinero, lo estaba aprovechando para lograrlo. En fin, se utilizaban uno a otro. Era martes, ellos regresaron, pero Ethan seguía sin venir a mi casa, mejor. —¡Anna! —gritó mi hermana desde su cuarto, que escándalo. —¿Qué? —grité desde mi habitación. —¡Mira, mira! —vino corriendo. —¿Qué? —Ethan me envió una foto, es tan hermoso —parecía embobada. —Está bien, disfrútalo. —Sí, obvio —me miró arqueando una ceja—, tú nunca podrás tener algo así. —Déjame, Emma. —Ridícula. Suspiré, me hacía sentir menos siempre. Se fue de nuevo a su habitación, yo seguí ordenando mi cuarto, que hacía ya un par de días no lo hacía y estaba todo revuelto de nuevo. Mi madre estaba en la cocina, por ende, no escuchó nada de todo lo que me dijo Emma. —Saldré a hacer las compras, ¿quieren venir? —¡Yo sí! —dijo Emma. —Yo me quedaré ordenando, mamá. Me miró pero no dijo nada, ellas se fueron y yo me quedé organizando mis cosas. En estos días Emma tenía que viajar a Los Ángeles a presentarse a un casting de modelaje, es que ella… Quería ser más de lo que en realidad era. Tenía que ir con un adulto responsable, por ende, iba a ir mi madre. Terminé de ordenar mi habitación y fui a poner ropa a lavar. Busqué cosas para preparar el almuerzo mientras esperaba a mi madre y a mi hermana. Luego de tres horas, aproximadamente, regresaron. Me trajeron un regalo. Eran unos auriculares, mi madre sabía que me encantaban esos. —¡Gracias, mamá! —besé su mejilla, la abracé. Emma rodó los ojos. —De nada, cariño. —Anna, ¿vendrás a Los Ángeles? —preguntó Emma. —No, me quedaré aquí. —¿No quieres venir? —preguntó mi madre. —No, mamá, me quedaré aquí en casa. Asintió. Nos sentamos a almorzar, preparé huevos revueltos con salchichas. —Parece que tenemos méndigos en casa —murmuró Emma, pasando por detrás de mí. Suspiré, quizás era cierto, llevaba unos jogging sueltos, una remera holgada, pantuflas, el cabello despeinado. La angustia se apoderaba de mí día a día, ella siempre me decía cosas horribles, pero yo me quedaba callada para no generar caos, no preocupar a mi madre. Ellas tenían que preparar todo para viajar, porque el jueves de madrugada salía el colectivo a Los Ángeles. El timbre sonó, fui a abrir. —Hola, Ethan —lo miré—, pasa. —Hola, cuñada —se acercó a besar mi mejilla, idiota. Emma vino a saludarlo, bah, casi a comérselo. Me marché a mi habitación, no quería estar con ellos. Fui a la habitación de mi madre, ella estaba ordenando y preparando maletas. —Mamá, ¿puedo invitar a Emily estos días que estaré sola? —Claro, cariño —me miró—, ¿por qué no quieres venir? —Estaré bien aquí, mamá. Quedarme sola en casa me encantaba, podía estar tranquila, manejar mis horarios, todo. Podía invitar a mis amigas, organizar pijamadas, era estupendo. Ellas se marcharon, acabé de ordenar mi habitación y llamé a Emily, mi mejor amiga. —Hola Em, ¿quieres venir a mi casa? ¡Estoy sola! —¡Anna! Ahora tengo que ir a la casa de mi abuela con mis padres, pero en cuanto regreso prometo ir. Bajé rápido, ya era mediodía, así que busqué algo para comer y beber, estaba muriendo de hambre. Terminé de comer, me dispuse a limpiar lo que ensucié. El timbre sonó, fui a abrir, seguro que era Emily… Pero no… ¡Era Ethan! ¿Qué diablos hacía aquí? —¿Qué haces aquí? —no pude terminar la frase, él entró bruscamente, me tomó de la cintura y me besó apoyándome contra la pared. Al principio me tensé, pero luego… Me gustó ese beso, se lo seguí. Puse mis brazos alrededor de su cuello. Nos separamos a falta de aire, ambos sonreímos. —Me gustas, Anna —susurró sobre mis labios. Mordí mi labio inferior, aunque en mi cabeza rondaba Emma… Era su novio, y me estaba besando a mí. —¿Y Emma? —Olvídate de eso ahora —susurró, volvió a besarme.
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