Nilo
Me encontraba en la cama listo para dormir, solo que mi mente se negaba a querer hacerlo manteniéndome despierto y con la ansiedad a mil al saber que tenía a Monteiro a escasos metros de mí y, cansado de dar vueltas, fui a su habitación percatándome que tenía la luz encendida y la puerta a medio abrir. Unos pasos llamaron mi atención y noté su sombra pasar, cuando de repente, abrió la puerta dejándome paralizado, aunque él no se veía sorprendido, enojado, feliz… nada, era un témpano de hielo.
—Yo… Disculpe, padre.
—Entra —me dio paso señalándome un pequeño sofá que había junto a la ventana. —¿Problemas para dormir? —asentí y ambos permanecimos en silencio unos segundos. —Nilo, si vas a reclamarme otra vez por mi ausencia…
—No… Yo… Quería pedirle una disculpa por gritarle —me sinc
