Vicenzo —¡¿Cómo así que te despidieron?! —pregunta mi padre, enojado, mientras terminamos con nuestras pizzas. Por suerte, los más pequeños de la familia no están presenciando todo el drama familiar que se va a armar a continuación, porque están comiendo en la mesa de los niños. —En realidad renunció, y gracias a mi influencia no tuvo que pasar la noche en la cárcel —dice Carlos, bebiendo de su copa de vino, quien por supuesto ya debe estar enterado de todo —. Le partió la cara al comandante de la Quinta Brigada del Ejército por un acto de homofobia. Pero ya me estoy encargando de eso. —Gracias por eso, Carlos, pero considero que ya tienes demasiadas cosas en las cuales pensar, como para que tras de eso tengas que estar salvándole el trasero a mi hijo —dice mi padre, avergonzado po