Capítulo 7: La incertidumbre de los presentes.

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—¡Eso es mentira, ustedes no han tenido hijos! —resonando en todo el salón y causando un revuelo entre los presentes. Los periodistas, ávidos de capturar cada momento, aprovechan la oportunidad para tomar fotos del inesperado acontecimiento. El padre, manteniendo la compostura y la dignidad, toma el micrófono y pide que proyecten un video, donde aparecen fotos con fechas y documentos que acreditan que su hermosa princesa es su hija legítima. Al terminar el video, el tata, con voz firme pero serena, toma el micrófono. —Queremos que el mundo sepa que existe la próxima heredera del imperio petrolero Daye & Dix —declara con determinación, transmitiendo un mensaje de confianza y convicción en el futuro de la familia Dix. El salón resplandecía con luces tenues y murmullos de anticipación mientras el abuelo de Shomara, con voz solemne y orgullosa, anunciaba. —Y hoy la presentamos ya que cumple sus tan deseados 16 años, por lo cual les pido a todos que brindemos. La mirada radiante de Shomara brillaba con emoción al escuchar las palabras de su tata. Ser nombrada Sub CEO de Daye & Dix en su cumpleaños era un regalo esperado que la llenaba de alegría y determinación. Los periodistas, ávidos de respuestas, levantaron sus manos en un gesto ansioso. El padre de Shomara, con serenidad y confianza, respondió a sus interrogantes mientras su hija observaba con admiración. —¿Cómo con 16 años será Sub CEO si aún es una niña?— cuestionó un periodista, reflejando la incredulidad de muchos. —Ella, a su corta edad, es graduada con honores en Administración de Empresas en la Universidad Princeton —explicó el padre con orgullo palpable. —Sus pasantías en empresas de renombre le han valido reconocimiento y premios. ¿Alguna pregunta más? Las dudas persistían, pero Shomara mantenía su determinación intacta. —Pero es una niña, ¿cómo podrá con tal responsabilidad?— insistió otro periodista. —Si ha logrado a su corta edad superar cualquier expectativa en el mundo empresarial, ¿por qué dudar de su capacidad?— respondió el padre con firmeza, desafiando a los presentes a reconocer el potencial de su hija. La sala quedó en silencio por un instante, asombrada por la seguridad y el coraje de Shomara. Sin embargo, ella no pudo contenerse más y, tomó el micrófono. —Ustedes demuestren quiénes son ustedes en realidad el día que deban negociar conmigo —declaró con aplomo. —Y ahora sí me hacen el honor, disfruten la noche como yo lo haré y muchas gracias por adelantado por los futuros negocios. El impacto de sus palabras resonó en la sala, dejando a todos los presentes impresionados por el ímpetu de esa joven emprendedora. La familia descendió del escenario entre aplausos y admiración. Shomara, rodeada de su padre, su tata y Manolo , avanzaba con paso firme hacia un futuro lleno de promesas y desafíos. Su padre presenta a Shomara a todos los que se acercan, y ella asiente en señal de saludo, tal como acordó con Assia. Mientras tanto, el murmullo de conversaciones animadas y el tintineo de copas llenan el aire, creando un ambiente vibrante y sofisticado. Le ofrecen tragos para brindar, pero ella rechaza cortésmente con la mano, mientras Assia le pasa una copa para que pueda brindar con aquellos que lo soliciten. El aroma embriagador de licores finos se mezcla con el perfume de las damas y el olor a cigarro que se cuela desde el rincón de fumadores. En un rincón apartado cerca de un ventanal, un hombre observa todo, sin apartar la vista de Shomara. Prefiere pasar desapercibido por ahora, aunque algunas mujeres no pueden evitar mirarlo. El susurro del viento que se cuela por las cortinas y el suave murmullo de la música de fondo contribuyen a la atmósfera de misterio que rodea al hombre en la sombra. Alto, de 1.90 m, aparenta unos 22 años, con un físico impresionante vistiendo un traje n***o impecable, camisa negra y corbata blanca, zapatos de charol tan relucientes que podrías ver tu reflejo en ellos. Su cabello caoba, ojos color miel con una mirada cautivadora y una barba perfectamente recortada. Sin embargo, él no presta más atención que a cada movimiento de Shomara. Abdul se acerca para darle la bienvenida a Shomara al mundo empresarial, con una sonrisa falsa. Assia lo ve venir y se interpone entre Abdul y Shomara. —Shomara, él es Abdul, un viejo amigo de la familia. Abdul, ella es mi bisnieta Shomara. Espero que la consideres como tu sobrina postiza —pronuncia Assia. Assia se ríe por dentro, sabiendo que es su medio hermano y que es de el de quien más debe proteger a su bisnieta. Abdul estira su mano para saludar a Shomara, y ella le entrega la suya, recibiendo un beso en señal de respeto. —Mucho gusto en conocer al mejor amigo de mi bisabuela. Espero poder contar también con su amistad.— Pronuncia Abdul. «Ni en tus sueños, niña tonta, caerás antes de aprender a caminar» piensa Abdul. —Será todo un placer ayudarte a adaptarte a esta gran ciudad.— Agrega. Con una gran sonrisa, se despide y se va a conversar con su mejor amigo, Maraver Daniel. Abdul, con el ceño fruncido y los puños apretados, no logra contener su ira. Se desahoga con Daniel, insistiendo en la necesidad de modificar el plan trazado, subrayando la falta de consideración hacia Shomara. Carmen da indicaciones a los invitados, quienes se dirigen animadamente hacia la mesa. Los comensales, ansiosos por degustar los manjares, se sirven una y otra vez, prolongando el placer de cada bocado. Mientras tanto, en el jardín, se ultiman los detalles para la celebración del cumpleaños, con la tarta y los dulces dispuestos con esmero. En medio de la algarabía, Shomara y Sharon conversan animadamente, rodeadas por la efusividad de su familia. Un comentario de Sharon desata risas contagiosas, atrayendo las miradas curiosas de los presentes. —Hubieran puesto baberos a los invitados, ¿por qué por aquí veo charcos de baba? —bromea Sharon. —Para la próxima le digo a Carmen que los entregue como souvenirs en la entrada —responde Shomara con una sonrisa cómplice. En un instante de silencio, Sharon dirige su mirada hacia el ventanal del jardín, donde divisa a un hombre apoyado en el marco. —Amiga, dime quién es ese bombón que está apoyándose en el marco —pregunta Sharon con una chispa de curiosidad en los ojos. —¿Dónde? Amiga, no lo he visto, ¿sabes tú quién es? —responde Shomara, siguiendo la mirada de Sharon. Sharon insiste en obtener información sobre el misterioso hombre, sin disimular su impaciencia. —¿Estás dormida o qué? Te estoy preguntando si tú lo conoces, no voy a dejar pasar la oportunidad de saber quién es —insiste Sharon. —Amiga, comportate, sabes que Lela se enojará si nos separamos —advierte Shomara, tratando de calmarla. Sin embargo, Sharon no está dispuesta a desistir y busca una estrategia para averiguar la identidad del hombre sin levantar sospechas. —Aburrida, aguafiestas, así nunca podremos conocer algo interesante —comenta Sharon, frustrada. —Seamos prudentes, preguntémosle a mi madre si sabe quién es —propone Shomara, buscando una solución. Pero Sharon se muestra reticente a arriesgarse, temiendo ser juzgada. —No, yo no voy a preguntar, pensará que soy una zorra, ve y pregunta tú —se niega Sharon. —Si fuiste tú quien estaba interesada por saber quién es. —le recuerda Shomara, con una sonrisa comprensiva. — Solo te pregunté si habías visto a ese chico guapo y si sabías quién era. Y fuiste tú quien quiere saber quién es —se defiende Sharon, con una chispa de picardía en sus ojos. — Bueno, tú ganas —responde Shomara con un tono de resignación, pero con una sonrisa juguetona bailando en sus labios. Shomara se acerca a su madre y le pregunta quién es ese chico. El aire está impregnado con el suave aroma de las velas perfumadas que iluminan la habitación, mientras la música de fondo crea una atmósfera de misterio y expectación. Carmen mira hacia donde su hija le señala y le responde con una sonrisa pícara, su voz apenas es un susurro entre la melodía que llena la habitación: — Hija, él es el hijo del mejor amigo de tu padre, con quien te conoces desde niños. No creo que lo hayas olvidado —menciona Carmen con complicidad, sus ojos brillando con recuerdos de tiempos pasados. — Ni idea, madre. Dime su nombre —pide Shomara con curiosidad, sus ojos centelleando con intriga. — Ya lo recordarás, y no me pidas pistas porque tengo prohibido decir quién es —responde Carmen con un guiño cómplice, deslizando un dedo por el borde de su copa de vino con elegancia. Gracias y esperó sus comentarios. ¿ Quien será el misterioso joven? ¿Shomara logrará recordar quién es ? Mis saludos a todas y que tengan un hermoso día.
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