Deja que la vida te sorprenda

Descripción: "Deja que la vida te sorprenda" es una novela que narra la intrigante historia de la familia Daye-Cabrera, una poderosa dinastía musulmana. En el centro de la trama se encuentran Shaza Daye y su nieta, Assia, quienes desafían las tradiciones y el patriarcado de su país. Tras la muerte misteriosa de sus padres, Assia es enviada al extranjero por su abuela, determinada a demostrar que las mujeres pueden ser igual de poderosas e inteligentes que los hombres. La lucha por la supervivencia y la aceptación en una sociedad hostil los lleva a enfrentarse a numerosos enemigos, pero con la pérdida de su hijo y su nuera, Assia toma las riendas para proteger a su familia y hacer valer su convicción. En esta familia, el poder reside en las mujeres, desde la bisabuela hasta la nieta, quien está decidida a conquistar el mundo a su manera. Comencemos. .... El sol matutino se colaba entre las rendijas de las cortinas de Shomara, tiñendo su habitación con una cálida tonalidad dorada que prometía un día especial. El resplandor parecía susurrarle que ese día sería único, el más extraordinario de su vida hasta el momento. A punto de cumplir sus dulces dieciséis años, Shomara experimentaba una amalgama de emociones: ansiedad y emoción se entrelazaban en su corazón. Sabía que el día de su presentación ante la sociedad estaba próximo, un momento que sus padres aguardaban con expectación y que marcaría un principio en su vida. Quizás los demás se preguntarían por qué había mantenido su existencia en secreto, por qué había permanecido oculta del mundo hasta ese día tan especial. Ella misma se cuestionaba por qué no se había revelado antes, por qué no había compartido su nombre y su historia con el mundo. Se llamaba Shomara, y cada letra de su nombre encerraba un significado profundo, una esencia única que la definía y la hacía especial. La «S» en su nombre, Shomara, encarnaba su naturaleza romántica y apasionada, una alma que se entregaba sin reservas al amor, como los ríos que fluyen sin obstáculos hacia el mar. Sentía cada emoción con una intensidad abrumadora, como si cada latido de su corazón resonara con el eco del amor que habitaba en su interior. La «H» revelaba su gusto por el lujo y la sofisticación, una predilección por los entornos elegantes y la compañía de personas que irradiaban respeto y distinción. Shomara se sentía atraída por la belleza en todas sus formas, encontrando inspiración en los detalles refinados y las experiencias exquisitas que la vida tenía para ofrecer. La «O» simbolizaba su destreza en los negocios, una habilidad innata para detectar oportunidades y triunfar en el competitivo mundo empresarial. Con astucia y determinación, Shomara se movía con confianza en el laberinto de las transacciones comerciales, navegando entre riesgos y recompensas con maestría. La «M» reflejaba su entrega y pasión por todo lo que amaba. Shomara no conocía el concepto de medio término; se entregaba por completo a sus sueños y aspiraciones, dispuesta a sacrificarlo todo en aras de alcanzar la excelencia y perseguir sus metas con fervor inquebrantable. La «A» resaltaba su singularidad y su deseo de destacar entre la multitud. Shomara era una fuerza de la naturaleza, una presencia magnética que atraía las miradas y despertaba la admiración dondequiera que fuera. Su creatividad y originalidad la distinguían, convirtiéndola en una musa para aquellos que buscaban inspiración en el mundo que la rodeaba. La «R» simbolizaba su lealtad inquebrantable hacia aquellos que ocupaban un lugar especial en su corazón. Shomara era una aliada fiel y comprometida, dispuesta a defender y apoyar a sus seres queridos en cada paso del camino. Su lealtad era un vínculo sagrado, un lazo que unía sus corazones en un vínculo indisoluble de amor y confianza. Y la segunda «A» destacaba su capacidad para iluminar la vida de los demás con su mera presencia. Shomara irradiaba una energía contagiosa, una luz que iluminaba las sombras y elevaba los espíritus de aquellos que la rodeaban. Con una sonrisa cálida y un corazón generoso, Shomara inspiraba y animaba a otros a alcanzar nuevas alturas y a perseguir sus sueños con valentía y astucia. Así era Shomara, una amalgama de pasiones y virtudes, lista para enfrentar el mundo con todo lo que era y todo lo que representaba. Por otro lado era un día esperado para Ángel Antonio Dix, un hombre de 42 años que se sentía ansioso por presentar a su hija, Shomara, ante la sociedad. No podía seguir ocultándola, y ese día sería el momento de revelarla al mundo. Ángel era un hombre alto y apuesto, con una estatura imponente de 1.92 metros que imponía respeto dondequiera que fuera. Su complexión atlética revelaba años de dedicación al entrenamiento físico, moldeando su cuerpo en una figura que irradiaba fuerza y poder. Sus ojos azules, intensos y astutos, brillaban con una chispa de inteligencia y confianza. Siempre vestía con elegancia, con trajes a medida que realzaban su presencia imponente y proyectaban autoridad en cualquier entorno en el que se encontrara. La piel de Ángel era pálida como la leche, como solía decir su esposa, Carmen Luján pero para su hija, Shomara, era como la de un dios griego, lo cual lo hacía sonreír con orgullo. Sabía que su presencia atraía miradas, pero en el mundo de los negocios era conocido como Lucifer, un apodo que insinuaba su astucia y habilidad para conseguir lo que quería. Ángel se sentía emocionado por presentar a su hija al mundo, sabiendo que era el momento adecuado para que Shomara brillara con luz propia y mostrara al mundo quién era realmente. Con su cabello oscuro y perfectamente peinado, Ángel añadía un toque de misterio y sofisticación a su apariencia. Cada mechón estaba meticulosamente colocado, reflejando su atención al detalle y su sentido de la elegancia. En su rostro, una sonrisa sutil pero cargada de confianza revelaba su seguridad en sí mismo y su capacidad para anticipar y superar cualquier situación que se presentara. Dueño y CEO de Daye & Dix, una prominente empresa petrolera con sede en el sur de Arabia, Ángel había heredado el negocio de su abuela materna, Assia Daye, una mujer visionaria en el mundo de los negocios. Sin embargo, la sombra de la muerte de su padre aún pesaba sobre él, con las circunstancias de su fallecimiento envueltas en misterio y sin resolver. Fue entonces cuando su abuela tomó la decisión de enviarlo a estudiar a América, más específicamente a Argentina, donde el destino le presentó a su futura esposa, Carmen Luján . Carmen era mucho más que su esposa; era su compañera de vida, su confidente y su principal fuente de inspiración. Con una piel de tono aceitunado que irradiaba vitalidad y salud, los ojos negros de Carmen reflejaban sabiduría y fortaleza. Su cabello n***o azulado ondeaba con gracia a su alrededor, añadiendo un toque de encanto a su presencia imponente. Juntos, Ángel y Carmen formaban un dúo dinámico, enfrentando juntos los desafíos de la vida. Carmen, con una estatura elegante de 1.68 metros y una figura esculpida que desataba la envidia de muchos, siempre atraía las miradas dondequiera que fuera. Su presencia irradiaba una confianza natural y una elegancia innata que dejaba una impresión imborrable en quienes la conocían. Pero más allá de su indiscutible belleza física, Carmen poseía una mente aguda y brillante. Con un título en administración de empresas, había dominado no solo el arte de los negocios, sino también el complejo mundo de la comunicación humana. Su dominio de nueve idiomas, incluyendo árabe, español, inglés, chino mandarín, portugués, alemán, italiano y francés, revelaba su inmensa capacidad intelectual y su dedicación al aprendizaje. Sin embargo, había un secreto compartido entre ella y Ángel: su favoritismo por el idioma francés, una conexión especial que solo ellos comprendían. Pero lo que realmente destacaba en Carmen era su habilidad única para leer a las personas. Su capacidad para interpretar los gestos y las palabras no dichas la convertían en una aliada indispensable en cualquier situación. Ángel confiaba plenamente en su juicio y nunca asistía a una reunión importante sin ella a su lado. Juntos, Ángel y Carmen formaban un equipo invencible, complementándose y respaldándose mutuamente en cada paso del camino. Vivían en Riad, la bulliciosa capital de Arabia Saudita, donde Ángel lideraba la prominente empresa petrolera que operaba en la región. Las calles de Riad estaban impregnadas con el aroma embriagador de las especias y resonaban con el bullicio de los zocos llenos de gente. La majestuosa arquitectura de la ciudad se alzaba imponente bajo el resplandor del sol del desierto, creando una atmósfera electrificante que reflejaba el ritmo frenético de la vida urbana. En medio de este vibrante escenario, Ángel y Carmen se mantenían unidos, enfrentando juntos los desafíos y las alegrías de la vida.. ★¡Hola! Quiero expresar mi más sincero agradecimiento por embarcarse en la lectura de mi primera novela. Es un honor para mí contar con su interés y apoyo en esta emocionante nueva aventura literaria. Espero de todo corazón que disfruten del viaje que les espera entre estas páginas y que encuentren en ella momentos de emoción, sorpresa y reflexión. Sus comentarios son invaluablemente importantes para mí, así que les animo a que compartan sus impresiones y opiniones a medida que avancen en la historia. Además, les invito cordialmente a seguirme en esta travesía literaria, para que juntos podamos explorar cada capítulo y descubrir los giros y desenlaces que aguardan en el camino. ¡Gracias por su apoyo y por ser parte de esta emocionante aventura!