El sol se ocultaba tras las montañas cuando Bastián Sabatier entró en la lujosa mansión de su padre en el valle. A pesar de haber pasado algunos veranos de su infancia ahí, la casa le resultaba extraña y fría. Sus recuerdos más vívidos en ese lugar eran las cortas vacaciones que hacían cuando era niño. La última vez que estuvo en esa casa, donde su padre y su madre aun tenían paz en su relación, fue cuando él tenía dieciséis años. Después de eso llegaron las infidelidades, las traiciones hasta el punto de terminar con la hermosa familia que tenían. Gabin Sabatier, de aproximadamente sesenta años, con el pelo canoso y ojos penetrantes, recibió a su hijo en el despacho. —Bastián —dijo, con un ligero acento francés. —Père —respondió Bastián, mezclando inconscientemente los idiomas como s