Joanne se separó un poco para mirarlo a la cara, sus ojos escrutando cada detalle del rostro de Bastián. —Estás más delgado, ¿has estado comiendo bien? —preguntó con preocupación, sus dedos rozando ligeramente la mejilla de Bastián. Bastián rio suavemente, intentando disipar la inquietud de la mujer. —Estoy perfectamente, no te preocupes. El trabajo me mantiene ocupado, eso es todo. —Demasiado ocupado, diría yo —replicó Joanne, frunciendo el ceño. Sus ojos, tan parecidos a los de su madre, brillaban con una mezcla de cariño y reproche—. Espero que no hayas cancelado ninguna reunión importante por venir a recogerme. —Claro que lo hice —respondió Bastián sin titubear, su voz firme y decidida. Joanne parpadeó sorprendida. —¿Por qué? Podía llegar sola. —Tranquila, que lo que cancelé no