Tras recibir la llamada de su madre, Diego se sintió profundamente preocupado. Caminaba de un lado a otro en la habitación, su mente dando vueltas alrededor de todo lo que su madre le había contado. La noticia lo había dejado aturdido y confuso. Solo habían transcurrido algunos meses desde su partida, y Diego no podía comprender por qué Amaia ya estaba saliendo con alguien más. En su mente, Amaia no era el tipo de mujer que iba por ahí buscando quien calentara su cama. Cuando se había casado con ella, a la edad de veinticuatro años, Amaia aún era pura, lo que para Diego significaba que era una mujer decente, criada con valores sólidos y tradicionales. La idea de que Amaia estuviera saliendo con otra persona mientras aún estaban legalmente casados lo atormentaba. No podía conciliar esta n